Dedicatoria

breve nota con la que se encabeza una obra, dirigiéndola y ofreciéndola a una persona o a varias

Se llama dedicatoria a la carta o breve nota con la que se encabeza una obra, dirigiéndola y ofreciéndola a una persona o a varias, o en ocasiones a un colectivo.[1]

Dedicatoria de la Primera Parte del Quijote.

Pueden expresarse en prosa o manuscrita, y señalan generalmente sentimientos de gratitud o principios literarios. Son sinónimos de este término: homenaje, ofrecimiento, testimonio, agradecimiento.[2]

En poesía y en el género epistolar, la dedicatoria con cierta frecuencia se convierte en título.[3][4][5][6]​ Los impresos la llevan al principio, en letras de molde o manuscrita.[7]

Origen histórico y evolución

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No se conoce al autor de una dedicatoria con mayor antigüedad, pero las mismas son habituales en libros de los autores clásicos latinos.[8]​ Así por ejemplo, el epicúreo Lucrecio dedicó Sobre la naturaleza de las cosas a su amigo Memio;[9]​ y por su parte Horacio y Virgilio dedicaron varias obras a Mecenas... Ejemplo más curioso que significativo es el cronógrafo del 354, manuscrito ilustrado romano del siglo IV, en cuya dedicatoria se lee:

Valentine lege feliciter, vivas, gaudeas, floreas in Deo. Furius Dionysius Filocalus titulavit
Valentino, lee con agrado. Que vivas, goces, florezcas en Dios. Furio Dionisio Filocalus ha titulado <esta obra>

La táctica de dedicar la obra al benefactor continuó en los manuscritos iluminados de la Edad Media y el Renacimiento,[10]​ y siguió creciendo en los siglos de oro de las diferentes literaturas europeas. Y en el siglo XX fue admitida en algunos círculos intelectuales no académicos como género literario menor.

 
El museo pictórico y escala óptica, del pintor español Antonio Palomino es un tratado sobre la historia de la pintura barroca española, cuyo primer tomo está dedicado a la reina Isabel de Farnesio, muy aficionada a la pintura.

Motivaciones de los autores respecto de las dedicatorias

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Bien podría decirse que muchos autores han usado y abusado de las dedicatorias, procurando ciertas ventajas que las mismas les podrían aportar, y ello también causó rechazo de la parte de otros autores,[11]​ así como de la parte de algunos círculos literarios.

«Il y a tels ignorants, dit d’Aubigné, qui ayant quelque œuvre douteux à mettre au vent, cherchent pour la défense de leur écrit, les uns le roi, qui a tant de choses à défendre ; les autres quelque prince ; les autres y emploient des gouverneurs plus soigneux de prescriptions que de rimes, ou les financiers occupés à l’exercice de leur fidélité.» [12]
«Hay tales ignorantes, dice Théodore Agrippa d'Aubigné, que teniendo una obra de dudosa calidad para la venta, algunos buscan para defender su escrito apoyo del propio rey (quien tiene demasiadas cosas para defender), otros buscan apoyo de algún príncipe, otros intentan ampararse en gobernadores mucho más cuidadosos y preocupados de prescripciones que de rimas, y otros se orientan a interesar a financistas más preocupados por la fidelidad de sus clientes que por la literatura.»

Muchas dedicatorias no tuvieron otro objetivo que hacer dinero con la obra, y esta estrategia fue utilizada tanto por parásitos literatos como por grandes escritores con grandes méritos. Da que pensar, evocando y recordando a Antoine Furetière, que los primeros inventores de las dedicatorias y de las alabanzas fueron los mendigos.

Le plus souvent, a dit de son côté Voltaire, l’épître dédicatoire n’a été présentée que par la bassesse intéressée à la vanité dédaigneuse. [13][14]
Frecuentemente, dijo por su parte Voltaire, la epístola de agradecimientos y elogios, estaba motivada por una mezquindad interesada, y orientada a una vanidad desdeñosa.
 
Dedicatoria en la obra Orfeo de Claudio Monteverdi, 1609.

Anton Francesco Doni dedicó a diferentes personas cada una de las epístolas de La libraria del Doni fiorentino y de La seconda libraria del Doni,[15][16][17]​ y además dedicó la colección entera de epístolas a otro benefactor. Procediendo de una manera análoga, un libro de cuarenta y cinco páginas tal vez resultaría dedicado a más de veinte personas diferentes.

Siguiendo un sistema similar, Alexander Politi,[18]​ editor del Martyrologium Romanum castigatum, ac commentariis illustrattim, ubicó una epístola dedicada de agradecimiento al frente del obituario de cada uno de los trescientos sesenta y cinco mártires y santos que integraba la obra, y superando aún esta marca, Antoine Galland se permitió hacer mil y una epístolas dedicadas para su traducción de la obra Las mil y una noches.

Madeleine de Scudéry se refiere a un cierto Rangouse[19]​ que, habiendo constituido una recopilación de cartas sin ordenarlas, se congratulaba de presentarlas siempre de una forma diferente, poniendo en primer lugar a aquella cuya dedicatoria se dirigía a la persona a quien precisamente presentaba su libro requiriendo apoyo.

Y en la Histoire de l’Église d’Angleterre, de Thomas Fuller, se encuentran doce títulos que fueron cada uno de ellos ocasión de una dedicatoria interesada.[20]

Por su parte, Jacques Rochette de La Morlière llevó la audacia al límite, al alabar las virtudes y los talentos de Madame du Barry[21]​ en la dedicatoria de su libro titulado: Le Royalisme.

El nombre de algunos escritores de primera línea también ha estado mezclado con los de escritores de nivel medio o bajo, que pretendían obtener honores o réditos por sus obras a través de la adulación. Así por ejemplo, Pierre Corneille más de una vez puso su pluma para explicitar alabanzas a las personas a quienes pensaba solicitar el patrocinio, y en algunos casos, exagerando hasta la Hipérbole. Por ejemplo, en su "Epístola a Monsieur de Montoron", que fue a quien dedicó la obra Cinna (1643), llegó al extremo de comparar al personaje con el propio César Augusto, lo que fue muy comentado y criticado en los círculos de letras. Esa cuidada y exagerada dedicatoria, se piensa que le costó a su dedicatario (destinatario) tal vez algunos cientos o algunos miles de pistoles (nombre en francés dado a una moneda de oro española, y que también dio nombre a otras monedas de valor similar). Louis XIII, rey de Francia, asustado por la generosidad del citado financista-filántropo Pierre du Puget de Montoron, pensó aceptar la dedicatoria de "Polyeucte", según Gédéon Tallemant des Réaux, más sobre la seguridad que el poeta se encontraría, esta vez, bastante bien recompensado por el honor que le hacía el monarca al aceptar la elogiosa epístola, y sin necesidad de que mediara compensación económica de especie alguna.

Panegíricos a la Montoron

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El nombre de Montoron (o Montorron) se hizo célebre en esos días en todo lo relacionado con las dedicatorias, a tal punto que comenzó a llamarse «Panegíricos de Montoron» a las epístolas dedicatorias y otras piezas encomiásticas. Gabriel Guéret afirma en Le Parnasse réformé:[22]«Si vous ignorez ce que c’est que les panégyriques à la Montoron, vous n’avez qu’à le demander à M. Corneille» («Si usted ignora lo que significa "panegíricos a la Montoron", no tiene más que preguntárselo a Monsieur Corneille»). Y cuando el célebre tratante y filántropo de las artes, Pierre Du Puget de Montoron, hubo despilfarrado su inmensa fortuna,[23]​ el bello tiempo de las elogiosas dedicatoria pasó, o al menos eso aconteció si se cree en lo dicho por Paul Scarron :

Ce n’est que maroquin perdu
Que les livres que l’on dédie
Depuis que Montoron mendie ;
Montoron dont le quart d’écu
S’attrapait si bien à la glu
De l’ode ou de la comédie.

Por seguir citando casos extraños o exagerados en relación con las dedicatorias, también correspondería señalar a John Dryden, quien se distinguió por su extrema torpeza en la adulación.

En otro tiempo, la dedicatoria básicamente era un medio de conseguir los gastos para la edición de un libro, para ello empleando estrategias sin más escrúpulos, que en nuestros días aplican muchos autores cuando sin cortedad solicitan suscripciones a sus amigos, y la reiteración de este procedimiento en otra época fue fijando precios para las dedicatorias. En Inglaterra y en el siglo XVII, este precio variaba entre veinte y cuarenta libras. En Francia, el don acordado por una abadía, a menudo era un medio fácil y económico de pagar los elogios. Así fue como el abad Claude Quillet fue honrado por la abadía de Doudeauville, respecto de un poema latino suyo sobre el arte de hacer bellos niños… dedicando el mismo al cardenal Jules Mazarin.

Un capítulo singular en la historia de las dedicatorias, corresponde a las variantes que las mismas sufrían bajo la influencia de la ocurrencia de ciertos eventos.

Por ejemplo el doctor Edmund Castell hizo imprimir una Biblia, que especialmente dedicó a Oliver Cromwell (republicano). Pero en la restauración de la Casa de Stuart, solamente un pequeño número de esa Biblia dedicada estaba en circulación, y Castell no encontró nada mejor que cambiar algunas hojas en ese momento poco afortunadas y sustituirlas por otras; así, se encontraron entonces en circulación tanto ejemplares republicanos de la Biblia como ejemplares monárquicos.

Por su parte, un libro dedicado al Cardenal Richelieu, antes de su muerte, fue posteriormente dedicado a Jesucristo. En cuanto a la Geographia de Claudio Ptolomeo, que el florentino Francesco Berlinghieri puso en verso,[24]​ fue dedicado primero al duque Frédéric d’Urbin, y luego de su muerte en 1482, fue dedicado al príncipe Cem Sultan (quien por un tiempo fue custodiado por el papa Inocencio VIII). Nótese que la desgracia o el descrédito de un protector durante la impresión de una obra que se le dedicaba, frecuentemente producía el mismo efecto que su muerte, e implicaba cambio de dedicatoria.

Entre las dedicatorias que se destacan por su originalidad, puede citarse la de Antonio Pérez, quien dedicó un libro al papa, al Sacré-Collège, a Henri IV, y finalmente también a «todos». Por su parte el Martyre de saint George de Cappadoce (1614) fue dedicado a «todos los individuos nobles, honorables, y dignos, de Gran Bretaña, que lleven el nombre de George». E insólitamente Scarron dedicó[25]​ un libro a «Dama Guillemette» (que era la galga de su hermana), y un librero de Lyon cuyo apellido era "De los Rios" lo dedicó a su propio caballo. Y en fin, cerrando esta lista de casos especiales, puede citarse a Thomasius quien dedicó la obra Pensées indépendantes a «todos mis enemigos».

Se han dedicado muchos libros a Cristo, a la Santa Virgen, y a todos los santos. Anton Bruckner dedicó su Novena Sinfonía a «Dios bien amado» («Dem lieben Gott»), y el epíteto dedicatorio de la Vie de saint François Borgia, de Cienfuegos, dirigido al almirante de Castilla (Madrid, 1702), era más largo que la propia obra.[26]

Ciertos escritores, con el fin de pasar desapercibidos, dirigieron sus dedicatorias a sus propias obras. Carlos Coloma así dedicó su traducción al español de las obras de Tácito (Douai, 1629), y por su parte el marqués de Claude-François de Lezay-Marnésia dedicó su Discours sur l’éducation des femmes, homenajeado en 1778 por la Académie de Besançon. Y en cuanto a Jean Le Royer de Prade dedicó a sus propias obras su tragedia para teatro Arsace (1666).[27]

Muchos escritores por cierto estaban en desacuerdo en la época con este estado de cosas. La dedicatoria de Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy de Laurence Sterne reza «Epístola a la venta», una desafiante crítica a los entonces procedimientos de moda en materia de dedicatorias. Y las Mémoires de Fédor Rostoptchine «escritas en diez minutos», estaban dedicadas a «ese perro público».

Como para desmarcarse de situaciones enojosas y de malentendidos, algunos escritores de aquellos días dedicaron sus obras a seres abstractos o a colectivos abstractos. Por ejemplo, Pierre de Ronsard dedicó la obra Amours a «Las Musas», y el convencional Joseph Lequinio en cuatro páginas dedicó Voyage dans le Jura al «Trueno (Tonnèrre)».[28]

Por razones que bien podríamos imaginar, Luis XV de Francia rechazó la dedicatoria[29]​ de la Henriade ofrecida por Voltaire, y con mejor espíritu y disposición, el papa Benedicto XIV aceptó la que oportunamente le brindó el mismo escritor en El Fanatismo o Mahoma.[30]

Cervantes innovador, y Borges erudito

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Cervantes dedicó el primer tomo del Quijote al duque de Béjar, para lo que utilizó la fórmula habitual: el panegírico barroco. Pero en el segundo, dedicado al conde de Lemos, Cervantes inventó toda una correspondencia, absolutamente imaginaria, con el emperador de la China (que tenía la intención de fundar un colegio español en su país, con él -Cervantes- como rector, y donde los súbditos chinos estudiarían la lengua castellana leyendo el Quijote). Finalmente, dice Cervantes que la propuesta del Emperador Celeste quedó relegada por el generoso apoyo económico que se espera del conde de Lemos.[31]

Por su parte, Jorge Luis Borges escribió en la primera página de La cifra en 1981: "Como todos los actos del universo, la dedicatoria de un libro es un acto mágico... También cabría definirla como el modo más grato y más sensible de pronunciar un nombre." Y el gran maestro argentino, que demostró especial devoción por esta suerte de género literario, en su último libro Los conjurados, concluye que la dedicatoria es un "misterio y una entrega de símbolos".[32][33][34]

Resonancias

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Como emblema de la gratitud y la evocación, la dedicatoria aparece en muy distintas manifestaciones culturales y en muy distintos formatos:

 
La radio de los discos dedicados.

La dedicatoria como gesto promocional-editorial

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El presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, firmando copias de "The Audacity of Hope" en el otoño de 2009.

El lanzamiento de la edición o reedición de una obra, puede promocionarse en un acto académico más o menos formal, con asistencia del autor.[37]​ Al finalizar este acto, los asistentes tienen oportunidad de hacer preguntas a los disertantes, hablar con ellos, y por supuesto comprar ejemplares del libro o de la revista promocionada. Forma parte de la ceremonia que el autor del libro o el editor de la revista accedan a escribir de puño y letra una dedicatoria personalizada o simplemente firmen los ejemplares allí vendidos.

Galería

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Véase también

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Notas y referencias

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  1. Julio Casares: Diccionario ideológico de la lengua española. Editorial Gustavo Gili. Barcelona, 1975. ISBN 84 252 0126 8.
  2. Fernando Corripio: Diccionario de ideas afines. Editorial Herder. Barcelona, 1985. ISBN 84-254-1515-2.
  3. Bastante abundantes son los ejemplos que comienzan con un Soneto a... (por ejemplo Soneto a Cristo crucificado) o Coplas para... o un simple Para...
  4. El Nuevo Soneto a Elena
  5. Soneto a mamá (Joan Manuel Serrat)
  6. Pablo Neruda, Piedras para mamá
  7. D.E.A. Espasa-Calpe (tomo III), Madrid, 1957.
  8. Biblioteca de clásicos grecolatinos Archivado el 18 de septiembre de 2012 en Wayback Machine.
  9. Óscar Martiarena, Tranquilidad del alma y poesía en De rerum natura de Lucrecio, pág. 155, « Dice Lucrecio a Memio, al amigo a quien dedica su poema: Y no se oculta de mi ánimo que los oscuros hallazgos de los griegos son difíciles de ilustrar en versos latinos, sobre todo cuando deben tratarse muchas cosas con nuevas palabras, a causa de la pobreza de la lengua y la novedad de las cosas; sin embargo, tu virtud y el suave gozo esperado de tu amistad, me invita a soportar cualquier trabajo, y me inducen a velar en las noches serenas, buscando con qué palabras y con qué canto, en fin, pueda abrir a tu mente las claras luces para que puedas examinar a fondo las cosas ocultas. »
  10. Corneille, por haber comparado en una dedicatoria al alcalde de Montaurón con el emperador Augusto, recibió mil pistolas de gratificación. Ver: Espasa, tomo XVII.
  11. Gabriel Guéret, Le Parnasse réformé, Seconde Édition (texto en línea), París, Imprenta Jean Cusson, 138 pág [cita página 133: Article XI - Supprimons les panegyriques à la Montorron et à la d'Aymery].
  12. Librairie Vernet: Lexique (Dédicace)
  13. Voltaire en su escrito, por cierto profundiza bastante más en esta cuestión de las engañosas dedicatorias; a continuación se transcribe una parte más extensa de sus reflexiones al respecto, pues la belleza de estilo y la ironía expuesta por este escritor, no tiene desperdicio: Plusieurs personnes trouvent mauvais qu’une compilation dans laquelle il y a de très-beaux morceaux, soit annoncée par Monsieur, etc., ci-devant, «professeur de l’Université, docteur en théologie, recteur, précepteur des enfants de M. le duc de..., membre d’une académie», et même de deux. Tant de dignités ne rendent pas le livre meilleur. On souhaiterait qu’il fût plus court, plus philosophique, moins rempli de vieilles fables ; «à l’égard des titres et qualités, personne ne s’en soucie». L’épître dédicatoire n’a été souvent présentée que par la bassesse intéressée à la vanité dédaigneuse : ««De là vient cet amas d’ouvrages mercenaires ; Stances, odes, sonnets, épîtres liminaires; Où toujours le héros passe pour sans pareil; Et, fût-il louche et borgne, est réputé soleil»». Qui croirait que Rohault, soi-disant physicien, dans sa dédicace au duc de Guise, lui dit que ««ses ancêtres ont maintenu aux dépens de leur sang les vérités politiques, les lois fondamentales de l’État, et les droits des souverains»» ? Le Balafré et le duc de Mayenne seraient un peu surpris si on leur lisait cette épître. Et que dirait Henri IV ? On ne sait pas que la plupart des dédicaces, en Angleterre, ont été faites pour de l’argent, comme les capucins chez nous viennent présenter des salades, à condition qu’on leur donnera pour boire. Voltaire (1761): OEuvres complètes, éd. Louis Moland (Paris, Garnier), tomo 17, pág 497.
  14. Ludovic Lalanne, Bibliothèque de poche par une société de gens de lettres et d'érudits: Curiosités Bibliographiques, Des dédicaces, pág. 253.
  15. James Jaar, The "Libraria" of AntonFrancesco Doni
  16. Giorgio Masi, Anton Francesco Doni, 10 págs.
  17. Anton Francesco Doni, La Libraria, Edición Arnaldo Forni, 192 págs.
  18. Biografía de Alexander Politi
  19. Les historiettes de Tallemant des Réaux: Mémoires pour servir à l'histoire du XVIIe siècle (Mémoires de Tallemant), tomo tercero, 1834, pág 431.
  20. Lexique: Dédicace Archivado el 17 de abril de 2014 en Wayback Machine., Librairie ancienne Vernet.
  21. H. Noel Williams, Madame du Barry, Londres, Hasper ₰ Brothers, 1904.
  22. Gabriel Guéret, Le Parnasse réformé, C. Osmont, 1674, 158 pág.
  23. Cita: Pierre du Puget de Montoron, riche financier, sot et généreux, finit par se ruiner par son luxe et ses prodigalités. Il mourut pauvre et oublié en 1664. en texto completo de "Théatre choisi; publié conformément au texte de l'éd. des Grands écrivains de la France, avec notices, analyses et notes philologiques et littéraires par L. Petit de Julleville"
  24. Michaud, Biographie Universelle ancienne et moderne, tomo IV, pág. 37.
  25. Helen L. Harrison, Pistoles/Paroles: money and language in seventeenth-century French comedy (Emf Monographs), Rookwood Pr (1958), capítulo 8 (Paul Scarron, —1610-1660—), pág. 31, ISBN 1-886365-03-2.
  26. Stéphane Truphème, Petite histoire de la dédicace!, agosto 30 de 2010.
  27. Diccionaire de la conversation et de la lecture: Répertoire des connaissances usuelles, segunda edición (1814), tomo 7, págs. 271-272.
  28. Joseph Lequinio, Voyage dans le Jura (Dédicace au Tonnèrre), Caillot.
  29. Leonardo Kuntscher, Los enemigos de Voltaire Archivado el 4 de marzo de 2016 en Wayback Machine.
  30. Voltaire
  31. Dedicatoria de la Segunda parte del Quijote, al conde de Lemos.
  32. Juan Gabriel Vásquez, Sobre un acto mágico, junio 2 de 2012.
  33. Jorge Luis Borges, Poesía completa.
  34. El azar concurrente: Dedicatorias de Borges, octubre 20 de 2007.
  35. El País Digital, Personaje: "Hola, para pedir un tema" / Carlos Silva, la voz más escuchada del Uruguay, se despidió de "Aquí está su disco". Confiesa lo difícil que resultó leer los comunicados 4 y 5 de las Fuerzas Armadas. Archivado el 27 de marzo de 2013 en Wayback Machine., octubre 21 de 2007.
  36. Memorias radiales, "Aquí está su disco" de Radio Monte Carlo (Uruguay), año 1976..
  37. Autores clásicos latinoamericanos para una Feria del Libro protagonizada por Hispanoamérica

Enlaces externos

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