Cibeles

diosa madre de origen anatolio
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Cibeles, Cíbele o Cibebe[1]​ (en griego antiguo Κυβέλη: Kybélê) era la diosa griega, originalmente frigia, arquetipo de la Madre Tierra, que fue adorada en Anatolia desde el Neolítico. También se la consideraba la personificación de la tierra fértil, una diosa de las cavernas y las montañas, murallas y fortalezas, de la naturaleza y los animales (especialmente leones y abejas).

Cibeles, con el Palacio de Linares al fondo (Madrid, España).

«Cántame, musa de voz clara, hija del gran Zeus, a la Madre de todos los dioses y de todos los hombres, a la que agrada el estruendo de los crótalos y tamboriles, así como el rumor de las flautas, el griterío de los lobos y de los leones de feroz mirada. los montes fragorosos y los torrentes cubiertos de vegetación».[2]

Estrabón dice que:

«Los berecintes, que son una tribu frigia, los frigios en general y la parte de los troyanos que habitan en la zona del monte Ida veneran también ellos a Rea y celebran cultos orgiásticos en su honor. La llaman Madre de los Dioses, Agdistis, Frigia, Gran Diosa, o también, dependiendo de los lugares donde se la adora, Idea (del monte Ida), Dindimene (del monte Díndimo), Sipilene (del monte Sípilo), Pisinúntide (de Pesinunte), Cíbele y Cibebe».[3]

En la mitología griega, dado que su figura ya estaba representada por otras divinidades, esta diosa tuvo que ser readaptada para integrarse en los mitos ya existentes, hasta el punto de que muchos autores la consideraban el mismo personaje que Rea, la madre de los dioses. El mito más conocido en el que aparece es el de Atalanta e Hipómenes. De acuerdo con la mitología griega, fue Cibeles/Rea quien inició a Dioniso en su culto mistérico.

Su equivalente romana era Magna Mater, la Gran Madre o Idaea mater («Madre del Ida»). Su título «Señora de los animales», que también ostentaba la diosa madre minoica, revela sus raíces arcaicas paleolíticas. Es una deidad de la vida, muerte y resurrección. Su consorte, cuyo culto fue introducido más tarde, era Atis. Se trata de una de las principales diosas de las antiguas culturas del Oriente Próximo. En la mitología griega también es conocida como Δαμία (Damia).

Dice Diodoro que Yasión se casó con Cíbele y engendró a Coribante o Córibas. Una vez que Yasión pasó a ocupar un puesto en el círculo de los dioses, Dárdano, Cíbele y Coribante trasladaron a Asia los sagrados ritos de la Madre de los Dioses y se fueron con ellos a Frigia. Después Cíbele, tras unirse a Olimpo, engendró a Alce y dio a la diosa su propio nombre, Cíbele; por su parte Coribante, atribuyendo asimismo su propio nombre, llamó coribantes a los que eran presa del furor divino en la celebración de los ritos de la Madre, y se casó con Teba, la hija de Cilix.[4]

Como era de esperar, Cíbele aparece en algunos mitos ubicados en Anatolia y sus tierras. Higino, por ejemplo, dice que Midas era hijo de la diosa Madre y de Tmolo.[5]Plutarco refiere que los griegos creían que la madre de Midas era Ginecea, uno de los nombres de la Rea anatolia (Cíbele), como diosa tutelar de las mujeres, pero en este contexto no se menciona a su padre.[6]​ Otros dicen que con el río Sangario Cíbele fue madre de la náyade Nicea.[7]​ También mostró su cólera contra la malhadada Sagarítide.[8]

Historia

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Se la representa con vestimentas frigias y una corona con forma de muralla. Porta las llaves que dan acceso a todas las riquezas de la tierra. Monta un carro que simboliza la superioridad de la madre Naturaleza, a la que incluso se subordinan los poderosos leones que tiran de él. En otras representaciones se sienta en un trono custodiado también por leones. La leyenda, relatada por Ovidio en Las Metamorfosis (X, vss. 570-704), los relaciona con una singular pareja mitológica, Hipómenes (Melanión, en otras versiones) y Atalanta, que compitieron en una carrera de velocidad. La astucia de Hipómenes –inspirado por la diosa del amor, ya que el premio era la mano de Atalanta– hizo caer al suelo unas manzanas de oro que atrajeron la atención de Atalanta y la distrajeron de la carrera, que perdió. El mito concluye con la unión impía de los amantes dentro de un recinto sagrado dedicado a la diosa Cibeles, la cual se enfurece y como castigo los metamorfosea en leones, condenados a tirar de su carro eternamente y sin poder mirarse el uno al otro.

 
Relieve romano de la cara principal del altar de un taurobolio que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas y que fue realizado en Atenas probablemente durante el reinado del emperador Juliano (360-363). En el centro aparecen sentadas Perséfone (izquierda), que lleva un bastón en el que se enrolla una serpiente que representa los misterios de Eleusis y Cibeles (derecha), que lleva espigas y un tambor. A cada lado de las dos diosas, dos hombres sostienen dos antorchas, una con la llama hacia arriba y otra con la llama hacia abajo, como en las representaciones de los misterios de Mitra.

Esta diosa madre fue honrada en todo el mundo antiguo. El centro de su culto estaba en el monte Díndimo en Pesinunte («Pessinus»), donde cayó el betilo cúbico y negro denominado Kubele que da origen de su nombre.[9]

 
Tetradracma de plata de Esmirna con la efigie de Cibeles coronada. 160 a. C.-150 a. C.

En 204 a. C., durante la segunda guerra púnica, los romanos, obedeciendo a una profecía de los libros sibilinos, y del oráculo de Delfos, enviaron embajadores (entre los que se contaba Marco Valerio Faltón)[10]​ a Pessinus con la difícil misión de llevar a Roma la piedra sagrada. La llevaron escoltada por cinco quinquerremes que fueron recibidos por Claudia Quinta.[11]​ Inicialmente se colocó en el templo de La Victoria en el suroeste del Monte Palatino dentro del Pomoerium, a la espera de la finalización de su propio templo, que le fue consagrado el 9 de abril de 191 a. C.[12]

El culto fue objeto de un fiel seguimiento hasta el final del período republicano. Los ciudadanos romanos no tenían derecho a participar en el sacerdocio y sus rituales, pero sí participaban en el festival de la diosa, el Megalesia. La diosa estaba representada por una escultura en el templo y sus servicios los proporcionaban sacerdotes castrados orientales y/o eslavos, a los que denominaban galli. La autocastración a la que se sometían estos sacerdotes extranjeros en el día de la sangre homenajeaba a Atis, amado de Cibeles, que tras engañarla con la ninfa Sagaritis, fue enloquecido por la diosa celosa, se castró y se suicidó. En las celebraciones, los sacerdotes sacaban a la diosa en procesión. Se sacrificaban toros (taurobolio) y bebían su sangre. Las restricciones fueron levantadas por el emperador Claudio.

Se asocia a Cibeles principalmente con la fertilidad. También encarna la naturaleza salvaje, simbolizada por los leones que la acompañan. Se le atribuyó la curación de enfermedades y la protección de su pueblo durante la guerra.

Véase también

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Referencias

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  1. Estrabón, Geografía X, 12. Estrabón cita dos variantes gráficas, «Cíbele» y «Cibebe».
  2. Himno homérico XIV, a la Madre de los dioses
  3. Estrabón, Geografía X, 12
  4. Diodoro Sículo: Biblioteca histórica V 49, 2-4
  5. Higino, Fábulas, 191.
  6. Plutarco: Vida de Julio César IX
  7. Focio: Biblioteca § 224.28.9
  8. Ovidio: Fastos, IV 229
  9. Cibeles
  10. Tito Livio. XXIX, 13-14.
  11. Aurelio Víctor, De viris illustribus 46.
  12. http://www.unicaen.fr/services/cireve/rome/pdr_maquette.php? fichier=visite_temple_magna_mater; en francés

Enlaces externos

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