1 Pedro 3

tercer capítulo de la primera epístola de Pedro

1 Pedro 3 es el tercer capítulo de la Primera Epístola de Pedro, cuyo autor es el Apóstol Pedro y que forma parte del Nuevo Testamento de la Biblia.[1]​ y está dirigida nominalmente a los judíos dispersos en el mundo, si bien puede entenderse como una metáfora referida a los cristianos "exiliados" del Reino Celestial.[2][3]

Extracto de la Primera Epístola de Pedro en el Papiro 125.
Letra capital de la Primera epístola de Pedro en una biblia latina del año 1407 que se conserva en la Abadía de Malmesbury, de Wiltshire (Sudoeste de Inglaterra). Es un Manuscrito belga, obra de Gerard Brils, para lectura en voz alta en ámbito monacal.

Estrutura

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I. Posición y deberes de los creyentes (continuación de 1 Pedro 2)

1. Deberes en el hogar cristiano (continuación de 1 Pedro 2)
a) De la esposa: ser pura y adornarse con virtudes espirituales, v. 1-6
b) Del marido: tratar a su mujer con consideración, v. 7
c) De todos: ser amorosos, compasivos, amables, atentos y misericordiosos, v. 8,9
d) De recordar que la larga vida y la respuesta a las oraciones se prometen a quienes controlan su lengua, abandonan el mal, hacen el bien y viven en paz, vv. 10-13

II. Instrucciones y aliento sobre el sufrimiento

1. El sufrimiento por causa de la justicia es motivo de alegría, no de temor, pero el cristiano debe estar dispuesto a dar testimonio de su experiencia cristiana y vivir una vida irreprochable, vv. 14-17.
2. El ejemplo del sufrimiento vicario de Cristo, su obra espiritual y su exaltación, v. 18-22

Conenido

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  • Ejemplares en la vida cristiana. Versículos 1-7
  • Amarse como hermanos. Versículos 8-12.
  • Bienaventurado el que sufre injustamente. Versículos 13-17
  • Padecimientos y glorificación de Cristo. Versículos 18-22

La Nueva Traducción (TB) divide estos artículos de la siguiente forma:

  • 1 Pedro 3:1–7 = Vivir juntos como esposo y esposa
  • 1 Pedro 3:8–12 = Amor y paz
  • 1 Pedro 3:13–22 = Sufrir pacientemente

Referencias cruzadas

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Ejemplares en la vida cristiana. Versículos 1-7

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1-De igual modo, vosotras, mujeres, estad sujetas a vuestros maridos para que, aun cuando algunos no crean en la palabra, sean ganados sin palabras por el comportamiento de sus mujeres,
2-al observar vuestra conducta casta, llena de respeto.
3-Que vuestro adorno no sea el de fuera, peinados, joyas de oro, vestidos llamativos,
4-sino lo más íntimo vuestro, lo oculto en el corazón, ataviado con la incorruptibilidad de un alma apacible y serena. Esto es de inmenso valor a los ojos de Dios.
5-Porque también así se adornaban en otro tiempo las santas mujeres que esperaban en Dios y estaban sujetas a sus maridos:
6-así Sara obedeció a Abrahán, llamándole «señor». De ella sois hijas, cuando obráis el bien sin inquietaros por ningún temor.
7-Lo mismo vosotros, maridos, en la convivencia con vuestra mujer, tened en cuenta que es un ser más frágil, y tributadles el honor debido —ya que son también coherederas del don de la Vida— para que nada impida vuestras oraciones.[4]

Comentarios a los versículos 1-7

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Las recomendaciones del Apóstol buscan orientar el amor conyugal hacia el mayor bien del otro: la conversión. Frente a las prácticas de su tiempo, anima a los esposos a vivir según los principios cristianos, ofreciendo consejos prácticos basados en su dignidad compartida. Esta igualdad esencial entre hombre y mujer se complementa con la diversidad de roles propios de la vocación al matrimonio, como la paternidad y la maternidad.[5]

Amarse como hermanos. Versículos 8-12.

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8-Por último, tened todos el mismo pensar y el mismo sentir, amaos como hermanos, sed misericordiosos y humildes,
9-no devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino —al contrario— bendecid, porque para esto habéis sido llamados, para ser herederos de la bendición.
10-Pues el que quiera amar la vida y ver días dichosos, refrene su lengua del mal y sus labios de palabras engañosas;
11-apártese del mal y practique el bien, busque la paz y vaya tras ella.
12-Porque los ojos del Señor miran a los justos, y sus oídos están atentos a sus plegarias, pero el rostro del Señor se vuelve contra los que obran mal.[6]

Comentarios a los versículos 8-12

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Las manifestaciones específicas de la virtud de la caridad deben presidir la vida cristiana de cada día, pues la caridad informa las virtudes morales. La promesa de la bendición del Señor se proclama con el texto del Salmo 34,13-17, de donde ya había tomado unas palabras.

Pedro ya no dirige su exhortación al marido y a la esposa, sino que establece una ley de amor común a todos, de la cual nace toda virtud, la compasión, la misericordia, la humildad y las demás virtudes que mostró a continuación.[7]

Bienaventurado el que sufre injustamente. Versículos 13-17

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13-¿Y quién podrá haceros daño, si sois celosos del bien?
14-De todos modos, si tuvierais que padecer por causa de la justicia, bienaventurados vosotros:
No temáis ante sus intimidaciones, ni os inquietéis,
15-sino glorificad a Cristo Señor en vuestros corazones,
siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que os pida razón de vuestra esperanza;
16-pero con mansedumbre y respeto,
y teniendo limpia la conciencia,
para que quienes calumnian vuestra buena conducta en Cristo,
queden confundidos en aquello que os critican.
17-Porque es mejor padecer por hacer el bien,
si ésa es la voluntad de Dios,
que por hacer el mal.[8]

Comentarios a los versículos 13-17

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Estos versículos introducen el tema, respondiendo a quienes se sorprenden por enfrentar persecuciones pese a obrar bien (v. 13). Se destaca que una vida coherente puede llevar a los calumniadores a rectificar (v. 16). Citando a Isaías, se exhorta a glorificar o "santificar" a Cristo como Señor (v. 15), rindiéndole el culto exclusivo a Dios, incluso en medio de adversidades.

¿Qué cosa es glorificar a Cristo en nuestros corazones sino sentir, por muy incomprensible que sea la gloria, su santidad en lo íntimo del corazón? ¡Qué gran fortaleza para vencer dan a los que tienen esperanza los fulgores inestimables de la santidad.[9]

Padecimientos y glorificación de Cristo. Versículos 18-22

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18-Porque también Cristo padeció una vez para siempre por los pecados, el justo por los injustos, para llevaros a Dios. Fue muerto en la carne, pero vivificado en el espíritu.
19-En él se fue a predicar también a los espíritus cautivos,
20-en otro tiempo incrédulos, cuando en tiempos de Noé les esperaba Dios pacientemente, mientras se construía el arca. En ella, unos pocos —ocho personas— fueron salvados a través del agua.
21-Esto era figura del bautismo, que ahora os salva, no por quitar la suciedad del cuerpo, sino por pedir firmemente a Dios una conciencia buena, por la resurrección de Jesucristo,
22-que, después de haber subido al cielo, está sentado a la diestra de Dios, con los ángeles, las potestades y las virtudes sometidos a él.[10]

Comentarios a los versículos 18-22

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En este pasaje pueden identificarse elementos de un antiguo Credo usado en la catequesis bautismal de la Iglesia primitiva. Se presenta el núcleo de la fe en Jesucristo, proclamado por los Apóstoles y transmitido en el Símbolo de los Apóstoles: su muerte, descenso a los infiernos, resurrección y ascensión a los cielos. El v. 19 refleja la creencia en el descenso de Cristo a los infiernos, como expresión de la universalidad de la salvación.

Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.[11]

La expresión «espíritus cautivos» ha recibido diversas interpretaciones. Algunos Padres de la Iglesia la entienden como referencia a las almas de los justos del Antiguo Testamento, retenidas en el seno de Abrahán. Otros la identifican con los ángeles caídos, destacando la victoria de Cristo sobre el demonio. Además, las aguas del diluvio se presentan como una figura del Bautismo: así como Noé y su familia fueron salvados en el arca a través del agua, ahora los hombres son salvados por el Bautismo, que los incorpora a la Iglesia de Cristo (vv. 20-22).[12]

Véase también

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Otros pasajes bíblicos relacionados: Génesis 6, Génesis 7, Salmo 34, Salmo 110, Isaías 8, Efesios 5, Colosenses 3

Referencias

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  1. «A Formação do Novo Testamento». Portal da Sociedade Bíblica do Brasil. 
  2. Willi Marxsen. «Introducción al Nuevo Testamento». Introducción al Nuevo Testamento: una aproximación cristiana a sus problemas. Yakarta: Gunung Mulia. 2008. ISBN 9789794159219.
  3. Willi Marxsen. Introduction to the New Testament. Pengantar Perjanjian Baru: pendekatan kristis terhadap masalah-masalahnya. Jakarta:Gunung Mulia. 2008. ISBN 9789794159219.
  4. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3742). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  5. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10459). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  6. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (pp. 3742-3743). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  7. Andrés de Creta, Catena, ad loc.
  8. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3743). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  9. Beda el Venerable; In 1 Epistolam Sancti Petri, ad loc.
  10. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (pp. 3743-3744). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  11. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 637
  12. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10463). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.

Enlaces externos

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