Usuario:Psyschologygroup/Taller

Definición

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La demencia no es exclusiva para los adultos mayores, aunque se suele presentar más en esta etapa. No obstante, sigue siendo una minoría quien lo padece, pues lo que aumenta con la edad es la probabilidad de desarrollarla (de los 65 a los 90 años aproximadamente, la probabilidad se duplica cada cinco años).[1]​ La demencia se refiere a un conjunto de síntomas adquiridos de tipo cognitivo (confusión mental, pérdida de memoria, deterioro intelectual, desorientación, disturbios en lenguaje, anormalidades visuoespaciales, etc.) y conductual, mas no a una enfermedad en específico, puesto que se puede deber a múltiples causas. Asimismo se muestra una declinación a nivel funcional (interrupción en las actividades diarias de la persona) y se le considera independiente de alteraciones generadas por alguna condición médica como, por ejemplo, la infección urinaria, neumonía, deshidratación, tumor cerebral, hipoglucemia, así como por el consumo de medicamentos y drogas. Se realiza esta diferenciación, puesto que, en tales casos, los síntomas, que podrían coincidir, reciben el nombre de delirio, afección que se caracteriza por ser aguda y reversible, a diferencia de la demencia, cuya enfermedad más común es el alzheimer y multi-infarto. [2][3]​ Por lo tanto, aunque la demencia es un problema grave a cualquier edad, este se agrava en el caso del adulto mayor por el debilitamiento de su salud general, así como de sus habilidades intelectuales. Actualmente, el número de personas mayores va en aumento, por lo que sucede lo mismo con los casos de demencia senil, produciendo cuadros de ansiedad y depresión en los cuidadores.

Cambios cognitivos

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La demencia senil incluye el deterioro de funciones cognitivas. Una de las funciones más sensibles y, por tanto, una de las más afectadas es la memoria. La capacidad para almacenar nueva información se reduce en los pacientes que sufren de demencia senil (amnesia anterógrada) y, al mismo tiempo, puede haber perdida de las memorias que previamente se habían formado (amnesia retrógrada). Asimismo, los pacientes pueden presentar dificultades en el reconocimiento de caras o reconocimiento de lugares destacados. Otra función cognitiva que afecta al paciente con demencia senil es la dificultad para producir y comprender el lenguaje. Este problema se puede manifestar cuando haya una incapacidad de nombrar a personas u objetos, lo que pueden impedir una buena interacción y relación con las personas de su entorno. En ciertos casos, se puede llegar a perder el contenido semántico al momento de hablar. Otras funciones cognitivas también pueden verse perturbadas por la enfermedad. Estas funciones incluyen la habilidad para abstraer, organizar, anticipar, iniciar y controlar conductas complejas. El declive en estos procesos cognitivos impide la inhibición de respuestas para el paso de una actividad a otra y para realizar diferentes actividades al mismo tiempo. [4]

Síntomas Conductuales

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Los cambios en la conducta pueden darse en cualquier momento de la enfermedad. Su intensidad y frecuencia no es necesariamente progresiva y no aparecen en todos los casos de demencia senil. Los más recurrentes son la deambulación errática, agitación-agresividad, reacciones catastróficas, desinhibición, quejas, negativismo, intrusividad y trastornos del comportamiento alimentario y sexual.

  • Deambulación errática: el paciente camina sin un rumbo en particular, se puede presentar en cualquier momento y se relaciona con la desorientación. En este sentido, se recomienda mantener el entorno del paciente iluminado y sin obstáculos que pudieran provocar accidentes.
  • Desinhibición: consiste en la emisión de agresiones verbales, acciones impulsivas y pérdida de vergüenza. Por ejemplo, si el paciente siente excesivo calor, es capaz de desnudarse por completo. Ante estas situaciones, se recomienda al cuidador actuar con calma y paciencia, y no ponerse nerviosos ante ninguna circunstancia.
  • Fenómeno del Sundown: también conocido como empeoramiento al anochecer. Existen varias causas por las que el comportamiento del paciente puede alterarse negativamente al llegar la noche, ya sea el ruido, la disminución de la luz o la gente. La Asociación de familiares de enfermo de Alzheimer (AFATE) recomienda identificar la causa de la alteración, además de acompañar al paciente permanentemente y evitar los conflictos a dicha hora.[5]

Los cambios conductuales pueden afectar la vida diaria del paciente, dichos cambios requieren de un ambiente apropiado para facilitar la adaptación del paciente.

Organización de las tareas del hogar y modificación del ambiente

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La literatura recomienda que cada familiar del paciente posea tareas específicas a realizar, para que, de ese modo, exista una organización y que se sepa quién y en qué momento se cuidará de la persona. Esta organización de las tareas también puede incluir al paciente, siempre y cuando este esté en la capacidad de realizarlas. Para ello, se necesita que las actividades se descompongan en una serie de pasos, lo que ayudará a que las tareas del hogar sean más sencillas y amenas para la persona en cuestión. Si el paciente puede realizar la actividad parcialmente, también es de gran importancia que haya alguien que realice los pasos que él no pueda para que, de esa manera, sienta que es ayuda para las actividades que se realizan. Además, los horarios estructurados con los hábitos diarios del paciente y la constante explicación de los mimos permiten que la persona no se desoriente y pueda llegar a adquirir la sensación de seguridad. En cuanto al ambiente, el centro Family Caregiver Alliance (FCA) menciona que el espacio debe estar libre de objetos que puedan dañar a la persona que padece de demencia senil. Además, el ambiente incluye a las personas que están a su alrededor, pues es de gran importancia que exista una interacción entre estos últimos y el paciente, para que este no se sienta solo. La actitud de cada miembro es importante, así como su lenguaje corporal, ya que- en muchos casos- serán estos los que comunicarán las ideas y sentimientos con mayor fuerza que las palabras. Por tanto, se debe crear un ambiente positivo, tanto en lo físico, como en la interacción con otros y de ese modo, ayudar a que la persona se ocupe de actividades que impidan el avance inmediato de la enfermedad.[6]

Rol del cuidador

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Autores como Piédrola mencionan: “En relación con la dependencia, la demencia plantea nuevos retos a la sociedad y al sistema sanitario, como son el respecto a la autonomía del paciente, la información al paciente y a la familia, la posibilidad de complementar el documento de voluntades anticipadas, el consentimiento informado y, en especial, la elección de un tutor o representante”.[7]

Mantenimiento de las actividades diarias del paciente

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Administrar dinero
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En el caso del paciente con demencia, la pérdida progresiva de la memoria ocasiona que se vuelva más ansioso y suspicaz con respecto a su dinero, acusando a los cuidadores de robarle cuando no puede recordar dónde lo dejó. En situaciones similares, Mace y Rabins proponen desproveer a la persona de todo contacto directo con las tarjetas de crédito, chequera, efectivo, etc. Sin embargo, administrar su propio dinero es una muestra de independencia que a las personas no les gusta perder, y por la cual estarían dispuestos a luchar. Por lo tanto, se recomienda a los cuidadores otorgarle al paciente una pequeña cantidad de dinero de la que pueda disponer, dejar notas visibles que le indiquen quién es ahora el encargado de la administración del hogar, así como tener paciencia y mantener la calma ante cualquier acusación de robo, comprendiendo la naturaleza del mismo.[8]​ Conducir En las etapas tempranas de la enfermedad, las personas suelen mantener su actividad laboral y vida independiente, así como su capacidad para manejar. Conducir un auto puede significar, para muchos de ellos, autonomía, autoestima y dignidad. Sin embargo, la demencia se caracteriza por la ausencia de conciencia sobre la enfermedad y, por lo tanto, de sus progresivas dificultades para manejar, que incluyen procesos de atención dividida (conversar mientras conduce), habilidades ejecutivas (frenar bruscamente ante algún imprevisto), memoria (recordar direcciones) y habilidades visuo-espaciales (la distancia entre el auto y otras estructuras). Por lo tanto, se presenta un conflicto entre su sentido de independencia y su seguridad. En este sentido, es recomendable que los cuidadores acompañen al paciente durante sus recorridos y observen objetivamente sus conductas de manejo, enfocando su atención en las habilidades mencionadas que se pueden ir deteriorando en el desarrollo de la demencia.[9]

Prevención de la progresión de la enfermedad

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Estimulación de la memoria
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La memoria del paciente puede ser estimulada a través de varias actividades, las cuales pueden ser mentales, físicas, sociales, laborales, creativas y memorísticas.

  • Actividades mentales: desde rompecabezas y crucigramas hasta cuentos y juegos de mesa, los cuales ejercitan el razonamiento y la comprensión.
  • Actividades físicas: el baile y los ejercicios de brazos y piernas ayudan a la coordinación motora.
  • Actividades sociales: los encuentros con amigos y familiares estimulan al paciente a evocar recuerdos y obtener experiencias.
  • Actividades laborales: doblar ropa, poner la mesa, alimentar a la mascota, etc.
  • Actividades creativas: la pintura y las artesanías ejercitan la motricidad y la coordinación del paciente.
  • Actividades de memoria: ver fotografías familiares, leer cartas antiguas y que se le narren historias, estimulan las funciones mentales y sociales del paciente a la vez.

Además actividades cotidianas como cepillarse los dientes y cambiarse la ropa también son útiles.[10]

Estimulación de la atención
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Para que el paciente capte la atención de uno y de esa manera se estimule este proceso cognitivo, es importante que esté fuera de objetos como el televisor y la radio, en el momento que el cuidador le hable, pues de esa manera, se llega a concentrar más en la persona y no hay distractores que interrumpan esta función. Asimismo, es importante llamar a la persona siempre por su nombre, y recordarle quien es el que está con él, es decir su relación o parentesco que existe con el paciente, siempre haciendo contacto visual con este último y así otra vez centrando la atención.[11]

Estimulación del lenguaje
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Los problemas de la persona con demencia para expresarse pueden ser de diferentes tipos según la enfermedad. Puede confundir algunas palabras por otras, divagar sobre una misma idea, comunicar solo algunas palabras para indicar una idea, etc. En estos casos, es necesario que el cuidador trate de interpretar lo que se le quiere decir, evitando que el paciente se frustre ante dicha situación. De esta manera, se recomienda completar la idea de la persona cuando tiene dificultades en hacerlo, hacer suposiciones de lo que intenta comunicar y preguntarle si son correctas y dejar pasar pequeños errores que pudieran molestar al paciente si se los recuerda constantemente. [12]


Atención terapéutica dirigida al cuidador Estudios han demostrado que los cuidadores de pacientes con demencia senil suelen ser más propensos a la depresión que otras personas. Además, dicha tendencia se ve afectada por factores como la edad y el sexo. Asimismo los médicos señalan que el grado de estrés en los cuidadores de ancianos con demencia senil es bastante mayor en comparación de los que se encargan de ancianos con otro tipo de enfermedades, debido a que los primeros requieren una mayor cantidad de cuidados. [13]​ Cabe mencionar que el bienestar psicológico del cuidador posee una relación directa con el estado de paciente, ya que se ha observado que al ser atendidos por cuidadores muy estresados, aquellos tienden a presentar un nivel más alto de problemas conductuales y episodios de agitación. Además del estrés, parte de los problemas a tratar son la sobrecarga emocional, y la dificultad para relacionarse/comunicarse con el paciente. Se debe tomar en cuenta que dichas complicaciones varían según el caso del cuidador; por ejemplo, cuando se trata de un cónyuge de la tercera edad, suele surgir mayor frustración y depresión a causa de la posible pérdida del compañero de vida. Otra variable es la situación económica del cuidador, en el caso de que este sea el pariente del enfermo, debido a que en estas situaciones es más probable la aparición de estrés y ansiedad. [14][15]​ El tratamiento para los cuidadores puede contar con tres niveles: fisiológico, cognitivo y conductual. El primero busca proporcionar al cuidador técnicas para relajarse, de modo que pueda manejar situaciones de estrés. Por su parte, el cognitivo debe ajustarse al caso de la persona en particular; no obstante, ciertas estrategias se pueden aplicar a la mayoría de casos, como restructuración de pensamientos negativos y trabajar descargas emocionales. Dentro de lo conductual, se brindan estrategias para mejorar la comunicación con el paciente, además de brindar información y entrenamiento para su labor. [16][17]

En el Perú

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Según el INEI, en el año 2014, la edad mediana de la población peruana se sitúa en 26,9 años. Hace dieciocho años era 21,6 años, lo que revela que hay más población en el grupo de edades mayores. La población de 65 y más años de edad en el Perú representa el 6,4% de la población total. Los mayores porcentajes se presentan en los departamentos de Arequipa (7,5%), Lima y Moquegua (7,3%, en ambos casos), La Provincia Constitucional del Callao (7,2%), Áncash (7,1%) y Lambayeque e Ica (7,0%, en cada caso). Asimismo, las personas de alrededor de ochenta años de edad superan la cifra de 350 mil y la mayoría pertenecen al sexo femenino (58,4%). En base a que la cantidad de adultos mayores de 60 que padecen demencia senil oscila entre el 5 % y 8% de dicho sector de la población, se estima que un cuarto de millón de peruanos lo padecen. Esto según el neurólogo Danilo Sánchez, quien es el presidente de la Asociación Memoria, Alzheimer y Enfermedades Relacionadas (AMAR).[18][19]

  1. Hamilton, I. (2002). Psicología del envejecimiento. Madrid: Morata
  2. Mace, N., y Rabins, P. (1997). Demencia Senil: Cómo enfrentarla. Trujillo: Ediciones San Lucas.
  3. Bagnati, P. (2010). Enfermedad de Alzheimer y otras demencias: Manual para la familia. Buenos Aires: Polemos
  4. Arango, L; Fernandez, S & Ardila, A. (2003) Las demencias. Aspectos clínicos, neuropsicológicos y tratamiento. Manual Moderno: Mexico
  5. http://afate.es/alteraciones-psicologicas-y-del-comportamiento/
  6. https://caregiver.org/guia-del-cuidador-para-entender-la-conducta-de-los-pacientes-con-demencia-caregivers-guide
  7. http://academica-e.unavarra.es/bitstream/handle/2454/11228/AlejandraRotaZaratiegui.pdf?sequence=1
  8. Mace y Rabins, 1997
  9. Bagnati, 2010
  10. http://www.mejorterapeutica.com/index.php/noticias-eventos/34-ideas-para-estimular-al-paciente-con-demencia-senil.html
  11. Pont, P. (2003) Tercera edad. Actividad física y salud. Barcelona: Paidotribo
  12. Mace y Rabins, 1997
  13. Llibre JC. Impacto psicosocial del síndrome demencial en cuidadores cruciales. Rev Cubana Med Gen Integr
  14. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-21252008000100005&lng=es
  15. Pérez Martínez V, de la Vega Pazitková, T. Repercusión de la demencia en los cuidadores primordiales del policlínico "Ana Betancourt"
  16. http://www.uap.cat/psicologos-barcelona/estres-del-cuidador_esp.html
  17. http://www.bvs.sld.cu/revistas/mgi/vol_26_2_10/mgi03210.htm
  18. http://publimetro.pe/actualidad/noticia-250-mil-peruanos-padecen-alzheimer-6480?ref=ecr
  19. http://www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1157/libro.pdf