Usuario:Observador2022/Taller

Neutralidad por motivo religioso

editar

Situación que tiene como origen el conflicto que puede surgir para un creyente, en un momento determinado, cuando se contraponen sus deberes para con Dios y sus obligaciones para con el Estado.

La posición de Jesucristo sobre esta materia queda claramente expuesta cuando responde la pregunta sobre el pago del tributo a César: “¿Nos es lícito pagar el tributo a César o no?” En respuesta, Jesús les dijo a los emisarios de los escribas: “Pues bien, lo del César devolvédselo a César, y lo de Dios a Dios” (Evangelio según San Lucas 20, 22, 25).

En realidad, Jesucristo no cuestiona la responsabilidad del cristiano a la hora de cumplir con el pago de impuestos ni con sus obligaciones para con el Estado, en tanto no interfieran con su conciencia y la relación con Dios:

  • En lo que atañe al pago del tributo del Templo, Jesús deja clara su disposición a cumplir con el pago de este impuesto: “Cuando entraron en Cafarnaúm, se acercaron a Pedro los que cobraban el didracma y le dijeron: ‘¿No paga vuestro Maestro el didracma?’ Dice él: ‘Sí.’ Y cuando llegó a casa, se anticipó Jesús a decirle: ‘¿Qué te parece, Simón?; los reyes de la tierra, ¿de quién cobran tasas o tributo, de sus hijos o de los extraños?’ Al contestar él: ‘De los extraños’, Jesús le dijo: ‘Por tanto, libres están los hijos. Sin embargo, para que no les sirvamos de escándalo, vete al mar, echa el anzuelo, y el primer pez que salga, cógelo, ábrele la boca y encontrarás un estáter. Tómalo y dáselo por mí y por ti’” (Evangelio según san Mateo 17, 24-27).
  • Tampoco cuestiona otras formas de servicio al estado requeridas por las autoridades de su tiempo: “Y al que te obligue a andar una milla ve con él dos" (Evangelio según San Mateo 5, 41).
  • En oración a su Padre, reconoce que tanto él como sus seguidores se deben a una autoridad superior a los gobiernos “Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo” (Evangelio según San Juan 17, 16).
  • Ante Pilato, Jesús reconoce que se debe a una autoridad superior a las autoridades temporales que le estaban juzgando: “Mi Reino no es de este mundo” (Evangelio según San Juan 18, 36).

Precedentes

editar

En el Imperio neobabilónico, a todos los súbditos se les exige una demostración de lealtad al monarca: han de postrarse y adorar una estatua de oro erigida por el rey Nabucodonosor. Tres jóvenes hebreos presentan una objeción: la lealtad a su Dios no es compatible con el mandato de las autoridades (Daniel, capítulo 3). Se trata de una situación y un posicionamiento muy similares a los que, más tarde, recogerían las enseñanzas de Jesús.

Posición mantenida por los primeros cristianos

editar

Saulo de Tarso, el que más tarde se convertiría en el “Apóstol a los gentiles”, sigue la misma línea establecida por Jesús, al decir que el cristiano debe cumplir con sus obligaciones como ciudadano en lo que respecta al pago de los impuestos o al respeto debido a las autoridades: “Dad a cada uno lo que se le debe: a quien impuestos, impuestos; a quien tributo, tributo; a quien respeto, respeto; a quien honor, honor” (Epístola a los Romanos 13, 7).

Sin embargo, y en armonía con lo que previamente había dicho Jesús, el “Apóstol a las naciones” reitera la pertenencia de los cristianos a un gobierno superior: “Somos, pues, embajadores de Cristo” (2 Corintios 5, 20).

Desarrollo posterior: actitudes personales y colectivas

editar

Lolardos

editar

Este movimiento religioso que basa su doctrina en las enseñanzas de John Wyclif es considerado uno de los precursores de la Reforma. Muestran su postura sobre la neutralidad de conciencia en su ideario:

“La primera conclusión afirma que la Iglesia inglesa se ha involucrado demasiado en los asuntos del poder temporal, dirigido por el mal ejemplo de la Iglesia de Roma”.

“La décima conclusión afirma que los cristianos deben abstenerse de la guerra y, en particular, que las guerras con justificaciones religiosas, como las cruzadas, son blasfemas porque Cristo enseñó a los hombres a amar y perdonar a sus enemigos”.[1]

Unión de hermanos (Hermanos moravos)

editar

Varios movimientos religiosos contribuyeron a la formación de los Hermanos Moravos (Unión de Hermanos). Uno de ellos fue el de los valdenses, en el siglo XII. Su entendimiento de las Escrituras les movió a mantenerse estrictamente separados tanto de las cuestiones militares como de las políticas.

Petr Chelcicky

editar

Este reformador checo del siglo XV, que con el tiempo se aparta de los husitas por el sesgo violento que había tomado este grupo, condena la guerra por considerar que se oponía al cristianismo.

“La idea fundamental de Chelcicky consiste en que el cristianismo, al unirse con el poder en tiempos de Constantino y evolucionar bajo estas condiciones, acabó por corromperse y dejó de ser cristianismo”. [...] “Chelcicky predica lo mismo que predicaban bogomilitas, paulicianos y otros […]. Afirma que el cristianismo es incompatible con la violencia, condición esencial de todo poder o autoridad”.[2][3]

Lev Tolstói

editar

El gran escritor ruso dedica la última parte de su vida a investigar y traducir las Escrituras al ruso. Su análisis de las enseñanzas de Cristo no deja lugar a dudas en cuanto a la posición de neutralidad que debe adoptar el cristiano cuando el Estado reclama de él algo que va en contra de su conciencia.

“¿Puede un cristiano que se quiera considerar como tal, en contra de las indicaciones expresas de Cristo, comprometerse a futuras acciones que serán contrarias a la doctrina cristiana, y entrenarse para perpetrar el asesinato de seres humanos?”[4]

“Cualquiera que comience a modelar su vida siguiendo al pie de la letra las enseñanzas de la Biblia entrará necesariamente en conflicto con las normas de la Iglesia oficial y los mandatos del Estado”. [...] “La Iglesia y el Estado […] saben que el cristianismo primitivo apunta hacia el reino de Dios y no hacia un imperio en este mundo. Y saben, por tanto, que esta doctrina entra necesariamente en conflicto con las obligaciones de los ‘súbditos’, con la ley y con la estructura del Estado”.[5]

En tiempos modernos

editar
Testigos de Jehová
editar

En el siglo XX, un grupo, los testigos de Jehová, se ha posicionado con toda claridad sobre el tema de la neutralidad por causa de la conciencia, entendiendo que su compromiso de fe y el apego a sus creencias no les permitía tomar partido político ni participar, de ningún modo, en los conflictos bélicos.

Holocausto
editar

“A diferencia de los judíos y los gitanos, perseguidos por su etnia, los testigos de Jehová fueron los únicos que tenían la oportunidad de escapar a los campos de concentración y al daño personal renunciando a sus creencias religiosas. El gobierno nazi les daba la opción a los testigos detenidos de liberarse firmando un documento en el que indicaban la renuncia a su fe, la lealtad a la autoridad política y el apoyo a la Armada militar alemana”.[6]

Genocidio en Ruanda
editar

“También entre los testigos de Jehová hubo víctimas, alrededor de 400, que fallecieron al negarse a matar o al descubrirse que ocultaban a sus hermanos y vecinos tutsi y fueron especialmente perseguidos por el régimen al negarse a portar armas y participar en las ceremonias de adoctrinamiento colectivo. Lamentablemente todos estos casos resultaron una excepción respecto al total de la población”.[7]

Referencias

editar
  1. «Las doce conclusiones de los lolardos». 
  2. El reino de Dios está en vosotros, págs. 36-39, de León Tolstói. 
  3. Historia de la literatura checa, de Aleksander Pypin. 
  4. El reino de Dios está en vosotros, pág. 50, de León Tolstói. 
  5. La revolución interior: Lev Tolstói, pág. 28, de Stefan Zweig. 
  6. «Testigos de Jehová en la Alemania nazi». 
  7. «Genocidio de Ruanda/Mártires».