Tito 3

Tercer capítulo de la epístola de Pablo a Tito

Tito 3 es el tercer y último capítulo de la Epístola a Tito del Nuevo Testamento de la Cristiana Biblia. La carta se atribuye tradicionalmente a Pablo Apóstol, enviada desde Nicópolis de Macedonia (provincia romana), dirigida a Tito en Creta.[1][2]​ Algunos eruditos sostienen que es obra de un seguidor anónimo, escrito después de la muerte de Pablo en el siglo I d. C. [3][4]​ Este capítulo contiene la instrucción del autor para la iglesia como comunidad con responsabilidades en el ámbito público, hacia el gobierno y también hacia los individuos, concluyendo con algunas peticiones personales para Tito antes de la bendición final.[5]

Final de la Epístola a Tito (Titus 3:13–15) con una «suscripción» en Codex Coislinianus (siglo VI), a partir del facsímil de H. Omont (1889)

El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 15 Versículos.

Testigos textuales

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Algunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:

Contenido

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  • 1. Respeto a las autoridad legítima. Versículos 1-2
  • 2. Renovación de la vida cristiana por el Espíritu Santo. Versículos 3-8
  • 3. Otros consejos. Versículos 8-11
  • 4. Recomendaciones finales y despedida. Versículos 12-15

Respeto a las autoridad legítima. Versículos 1-2

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1-Recuérdales que estén sujetos a los gobernantes y a las autoridades: que les obedezcan, que estén dispuestos a hacer el bien,
2-sin injuriar a nadie ni darse a las discordias, sino que sean modestos, dando muestras de comprensión con todos los hombres.[6]

Comentarios

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La libertad de los hijos de Dios ganada por Cristo no lleva consigo un antagonismo hacia las autoridades civiles legítimas ni una oposición por principio a las estructuras existentes, sino el anhelo de promover los cambios oportunos sobre la base de un deseo de mejora personal:[7]

Solamente recurriendo a las capacidades éticas de la persona y a la perpetua necesidad de conversión interior se obtendrán los cambios sociales que estarán verdaderamente al servicio del hombre.[8]

.

Por lo demás, el cristiano debe acatar la autoridad legítima.

Renovación de la vida cristiana por el Espíritu Santo. Versículos 3-8

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3-Pues también nosotros éramos en otro tiempo insensatos, desobedientes, extraviados, esclavos de las concupiscencias y diversos placeres, viviendo inmersos en la malicia y en la envidia, aborrecibles y odiándonos unos a otros.
4-Pero cuando se manifestó la bondad de Dios, nuestro Salvador, y su amor a los hombres,
5-nos salvó, no por las obras justas que hubiéramos hecho nosotros, sino por su misericordia, mediante el baño de la regeneración y de la renovación en el Espíritu Santo,
6-que derramó copiosamente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador,
7-para que, justificados por su gracia, fuéramos herederos de la vida eterna que esperamos.
8-Verdadera es esta doctrina y quiero que en ella te mantengas firme, para que los que ya han creído en Dios pongan empeño en que se les reconozca por las buenas obras. Esto es bueno y útil para los hombres.[9]

Comentarios

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El fundamento teológico de las obligaciones sociales presentadas se centra en un himno a Jesucristo (vv. 4-7), que resume la Encarnación, la Redención y la salvación ofrecida a cada cristiano. Este pasaje resalta cómo cada bautizado se convierte en testigo de la historia de la salvación: un tránsito del pecado a la gracia, de la esclavitud y el error a la libertad y la regeneración inauguradas por Cristo. La experiencia del perdón divino llena de alegría el corazón y suscita un profundo agradecimiento.[10]

Si no existiese en la Iglesia el perdón de los pecados, ninguna esperanza habría de vida y liberación eterna. Damos gracias a Dios porque concedió este don a su Iglesia.[11]

Otros consejos. Versículos 8-11

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9-Evita las disquisiciones necias, las genealogías, las disputas y polémicas sobre la Ley, porque son inútiles y vanas.
10-Al hereje, después de una o dos amonestaciones, rehúyelo:
11-tú sabes que una persona así está pervertida y en pecado, y su propia conciencia le condena.[12]

Comentarios

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La Iglesia no es lugar de discusiones. «Hereje» (v. 10) hace referencia aquí a la condición de aquellos falsos maestros que rechazaban la enseñanza y crean divisiones. Con el tiempo se precisaron más los términos:

Se llama herejía la negación pertinaz después de recibido el bautismo, de una verdad que ha de creerse con fe divina y católica, o la duda pertinaz sobre la misma; apostasía es el rechazo total de la fe cristiana; cisma, el rechazo de la sujeción al Sumo Pontífice o de la comunión con los miembros de la Iglesia a él sometidos.[13]

Recomendaciones finales y despedida. Versículos 12-15

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12-Cuando te envíe a Artemas o a Tíquico, procura venir pronto a mi encuentro en Nicópolis, porque he pensado pasar allí el invierno.
13-A Zenas, el jurista, y a Apolo, procura proveerles de todo lo necesario para el viaje, para que nada les falte.
14-Que aprendan también los nuestros a que se les reconozca por las buenas obras, ayudando en las necesidades urgentes, para que no queden sin dar fruto.
15-Te saludan todos los que están conmigo. Saluda tú a nuestros amigos en la fe. La gracia esté con todos vosotros.[14]

Comentarios

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Las instrucciones finales de la epístola muestran la importancia de la hospitalidad entre los primeros cristianos. Tíquico fue compañero de Pablo en su tercer viaje y portador de las cartas a los Efesios y a los Colosenses. Apolo aparece también mencionado en los Hechos de los Apóstoles como persona muy versada en las Escrituras y buen orador (Hch 18,24-26); además de su actividad apostólica en Éfeso, colaboró intensamente en Corinto. «Nuestros amigos en la fe» (v. 15), o más literalmente: «Los que nos aman en la fe». Esta expresión designa a los cristianos, cuyo amor mutuo tiene origen sobrenatural.[15]

San Jerónimo comenta así:

Si todo el que ama, amara en la fe, no habría añadido San Pablo la fe al amor; las madres aman a sus hijos y están dispuestas a dar la vida por ellos, pero ese amor no es necesariamente en la fe; también las esposas aman a sus maridos y con frecuencia llegan a morir con ellos, pero tampoco es amor de fe. Sólo los santos aman en la fe, pues su amor abarca también a los incrédulos; más aún, aman incluso a sus enemigos. Este es el amor en la fe, porque se basa en Aquel que ha prometido el premio a quienes cumplen el mandamiento nuevo.[16]

Véase también

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Referencias

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  1. Harris, Stephen L.], Comprender la Biblia. Palo Alto: Mayfield. 1985.
  2. La versión King James suscrita después de Tito 3:15 dice «Fue escrito a Tito, ordenado primer obispo de la iglesia de los cretenses, de Nicópolis de Macedonia».
  3. S.J., Felix Just. «Cartas Deutero-Paulinas». catholic-resources.org. 
  4. Drury, 2007, p. 1220.
  5. Drury, 2007, pp. 1232-1233.
  6. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3690). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  7. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10345). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  8. Congregación para la Doctrina de la Fe, Libertatis nuntius, n. 9,8)
  9. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3691). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  10. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10346). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  11. Agustín de Hipona, Sermones 213,9
  12. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 3691). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  13. Codex Iuris Canonici, can. 751
  14. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (pp. 3691-3692). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  15. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (p. 10348). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  16. Jerónimo; Commentarii in Titum, ad loc.

Bibliografía

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Enlaces externos

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Epístola pastorales paulinas
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