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La Agrupación Escolar Tradicionalista o Agrupación de Estudiantes Tradicionalistas (AET) fue una asociación estudiantil carlista creada a principios del siglo XX e integrada en la Comunión Tradicionalista. Estuvo constituida en numerosas ciudades de España y tuvo su auge en la década de 1930. A lo largo de su historia, sus miembros realizaron labores de divulgación del ideario tradicionalista en las universidades.
Desde finales del siglo XIX habían existido Juventudes Carlistas organizadas en diversas ciudades de España, siendo la primera de ellas la de Madrid, fundada en 1886 por Reynaldo Brea.
Los orígenes de la Agrupación Escolar Tradicionalista como tal se hallan en Barcelona. Ya a finales de 1897 Juan Bardina había participado en los primeros intentos de crear una Juventud Escolar Tradicionalista en Barcelona a imagen de la de Madrid. Una de las primeras menciones en la prensa de la Agrupación Escolar Tradicionalista con este nombre aparece en 1907, en el contexto de una velada carlista el día de San Carlos Borromeo (onomástica del jefe del partido, Carlos de Borbón) en la ciudad condal.
No obstante, no sería hasta octubre de 1910 cuando se inauguraría oficialmente la Agrupación Escolar Tradicionalista de Barcelona. Los periódicos carlistas El Correo Español de Madrid y El Norte de Gerona, entre otros, informaban de la inauguración de la Agrupación, con una junta directiva compuesta por un presidente honorario, un presidente efectivo, vicepresidente, secretario y cuatro vocales, representantes de las secciones de Derecho, Medicina, Farmacia y Ciencias.
En el discurso inaugural, su presidente, José María Gich, habló de un renacimiento católico tras la decadencia del espiritualismo desde el siglo XVIII, criticó la filosofía positivista, calificó de obscena la literatura naturalista del siglo XIX y declaró admiración por movimientos católicos extranjeros como el Volksverein alemán, el del P. Rutten en Bélgica y el del Conde de Mun en Francia. Afirmó asimismo que los estudiantes tradicionalistas venían a acentuar el renacimiento espiritual, por lo cual habían decidido añadir al lema tradicionalista de «Dios, Patria y Rey» las palabras «Tradición y Ciencia», la primera de ellas —tradición— para que les inspirase, y la segunda —ciencia— para trabajar en pro de sus ideales en el orden intelectual.