Policía corrupto es una película argentina dramática-policial de 1996 dirigida por Carlos Galettini (bajo el seudónimo de Carlo Campanile) y escrita por Cristina Agüero en colaboración con Juan Bautista Stagnaro y Bruno Stagnaro. Es protagonizada por Gerardo Romano, Ulises Dumont y Emilia Mazer. Se estrenó el 13 de junio de 1996.

La película es mayormente recordada por la controversia que se generó alrededor de su producción y los fondos que recibió para llevarse a cabo: el Comité de Evaluación de Películas Terminadas del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales de Argentina (INCAA) la calificó “sin interés”, lo que significaba que no era apta para recibir subsidios del ente oficial. Sin embargo, el director del Instituto revocó esa resolución, lo cual provocó el reclamo de entidades y grupos cinematográficos que lo consideraban un filme “deleznable”, ocasionando así que el Instituto volviera atrás y mantuviera la primera calificación. Posteriormente Cristina Agüero –intérprete, productora y guionista del filme- inició juicios por incumplimiento de contrato contra Romano y Galettini; este último, que había participado en la película hasta que la misma llegó a la mesa de montaje, firmó como director pero con el seudónimo de Carlo Campanile.[1]

Sinopsis

editar

Un policía corrupto decide vengar el asesinato de su familia por una banda de narcotraficantes.

Reparto

editar

Comentarios

editar

Martín Pérez en Página 12 escribió:

«Perdidos en una confusa trama en la que conviven esculturales señoritas junto con educados narcotraficantes con línea directa al Congreso, aparecen brevemente Emilia Mazer (de la que solo se puede elogiar sus pechos en primer plano en una tórrida escena amorosa, la promocionada Vicky Fariña (que dice un par de parlamentos por ahí) y la guionista Agüero que se da el gusto de tener su propia agitada escena de sexo con Gerardo Romano.»[1]

Gustavo Noriega en El Amante del Cine escribió:

«Una sucesión de mujeres despampanantes o simplemente fuertonas en fina ropa interior, la mala imitación que Romano hace de Harvey Keitel en la película casi homónima, un buen sonido y el final hecho cuando los participantes del simulacro huyeron y dejaron a la empeñosa Agüero remendando sin saber coser, resume una experiencia curiosa.»[1]

Moira Soto en Rock & Pop escribió:

«No hay guion ni hay actores. Puteadas y carajeadas permanentes.»[1]
  1. a b c d Manrupe y Portela, 2003, p. 197.

Referencias

editar
  • Manrupe, Raúl; Portela, María Alejandra (2003). Un diccionario de films argentinos II 1996-2002. Buenos Aires: Editorial Corregidor. p. 197. ISBN 950-05-1525-3. 

Enlaces externos

editar