Los cien mil hijos de san Luis

sexta novela de la segunda serie de los Episodios nacionales
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Los cien mil hijos de san Luis es la sexta novela de la segunda serie de los episodios nacionales de Benito Pérez Galdós,[1]​ escrita en febrero de 1877 y publicada ese mismo año.[2]​ Describe las intrigas de Fernando VII de España y su camarilla para facilitar la invasión de un ejército francés en 1823,[3]​ los Cien Mil Hijos de San Luis, al mando del duque de Angulema, cuya consecución supuso el fin del trienio constitucional y el inicio de una época de terror conocida como la Década ominosa.[4]

Los cien mil hijos de San Luis Ver y modificar los datos en Wikidata
de Benito Pérez Galdós Ver y modificar los datos en Wikidata

Ilustración de Los cien mil hijos de san Luis. Madrid, Administración de La Guirnalda y Episodios Nacionales, 1881.
Género Novela Ver y modificar los datos en Wikidata
Subgénero Ficción histórica Ver y modificar los datos en Wikidata
Idioma Español y francés Ver y modificar los datos en Wikidata
Ciudad Alicante y Madrid Ver y modificar los datos en Wikidata
País España Ver y modificar los datos en Wikidata
Fecha de publicación 1877 Ver y modificar los datos en Wikidata
Episodios nacionales
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En este episodio, Galdós somete el relato histórico a la licencia literaria de un hipotético manuscrito, escrito por Jenara Baraona, que como ya hizo Juan Bragas en los primeros episodios, dará su versión «demagógica, hipócrita y egoísta» de los hechos.[a][4]​ En realidad, Galdós se sirve en gran parte de los trabajos y textos históricos de Vayo, el marqués de Miraflores, Alcalá Galiano, Quintana, Mesonero e, incluso, de Chateaubriand.[b]

Personajes históricos y literarios se entremezclan una vez más en el argumento de folletín romántico, con una Jenara Baraona que oficia de agente del rey Felón entre los franceses, negociando con el mismísimo vizconde de Chateaubriand.[4]

El día siguiente, 1.º de Marzo, era el señalado por Chateaubriand para recibirme. Yo tenía vivísimos deseos de verle, por dos motivos: por mi comisión y porque había leído la Atala poco antes, hallando en su lectura profundo deleite. No sé por qué me figuraba al vizconde como una especie de triste Chactas, de tal modo que no podía pensar en él sin traer a la memoria la célebre canción. Pero todo cambió cuando entré en el Ministerio y en el despacho del célebre escritor que llenaba el mundo con su nombre y había divulgado la manía de los bosques de América el sentimentalismo católico y las tristezas quejumbrosas a lo René. Vestía de gran uniforme. Su semblante pálido y hermoso no tenía más defecto que el estudiado desorden de los cabellos, que asemejaban su cabeza a una de esas testas de aldeano en cuya selvática espesura jamás ha entrado el peine. En sus ojos había un mirar tan vivo y penetrante, que me obligaba a bajar los míos. Estaba bastante decaído, aunque su edad no pasara entonces de los cincuenta y dos años. Su exquisita urbanidad era algo finchada y fría. Sonreía ligeramente y pocas veces, contrayendo los casi imperceptibles pliegues de su boca de mármol; pero fruncía con frecuencia el ceño, como una maña adquirida por la costumbre de creer que cuanto veía era inferior a la majestad de su persona.
Capítulo X, Galdós (1877)
  1. En el prólogo a la novela, Galdós escribe: «Para la composición de este libro cuenta el autor con materiales muy preciosos. Además de las noticias verbales, que casi son el principal fundamento de la presente obra, posee un manuscrito que le ayudará admirablemente en la narración de la parte o tratado que lleva por título Los cien mil hijos de San Luis. El tal manuscrito es hechura de una señora, por cuya razón bien se comprende que será dos veces interesante, y lo sería más aún si estuviese completo. ¡Lástima grande que la negligencia de los primeros poseedores de él dejara perder una de las partes más curiosas y necesarias que lo componen! Sólo dos fragmentos, sin enlace entre sí, llegaron a nuestras manos. Hemos hecho toda suerte de laboriosas indagaciones para allegar lo que falta, pero inútilmente, lo que en verdad es muy lamentable, porque nos veremos obligados a llenar con relatos de nuestra propia cosecha el gran vacío que entre ambas piezas del manuscrito femenil resulta. Este tiene la forma de Memorias...»
  2. Como estudió Emily Letemendia en su trabajo de 1980.

Referencias

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  1. Berkowitz, 1948.
  2. Ortiz, 2000, p. 175.
  3. González Duro, 2006.
  4. a b c Martínez Cañas, Ricardo (2002). «El trienio constitucional en la obra de Pérez Galdós». Tesis doctoral en eprints.ucm.es. p. 170 y ss. Archivado desde el original el 27 de marzo de 2018. Consultado el 27 de marzo de 2018. 

Bibliografía

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Enlaces externos

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