Juan 10 es el décimo capítulo del Evangelio de Juan del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. El autor del libro que contiene este capítulo es anónimo, pero la tradición cristiana primitiva afirmó uniformemente que Juan compuso este Evangelio.[1]​Este capítulo recoge la descripción que hace Jesús de sí mismo como la «puerta de las ovejas» y el «Buen Pastor», y contiene la única mención de Hanukkah, «la Fiesta de la Dedicación», en el Nuevo Testamento.[2]

Fragments of Papiro 44 (siglos VI-VII) que contiene Mateo 25:8-10; Juan 10:8-14. Museo Metropolitano de Arte 14.1.527, Nueva York.
 
Juan 10:1-10 en el Papiro 6, escrito hacia 350 d. C.

.

El texto original fue escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 42 Versículos. Algunos manuscritos tempranos que contienen el texto de este capítulo son:

Referencias del Antiguo Testamento

editar

Lugares

editar

Los acontecimientos registrados en este capítulo se refieren a los siguientes lugares:

La ilustración del verdadero pastor

editar

En los versículos Juan 10:1-5, Jesús utiliza una parábola,[6]​ ilustración[7]​ o «figura retórica»[8]​ respecto a la manera en que un verdadero pastor entra en su redil, por la puerta o el portal, a diferencia de la manera de un ladrón o un extraño. H. W. Watkins señala que «la palabra traducida como “parábola” (en el Versículo 6) es la palabra más amplia (en griego παροιμία, “”paroimia“”) que incluye todo tipo de enseñanza figurada y proverbial, todo tipo de discurso... que se aparta del curso habitual (en griego οἶμος, “”oimos“”)». La palabra παραβολα (parábola) no se utiliza en el Evangelio de Juan.[9]​.

Jesús comienza:

En verdad os digo, fariseos, que el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que se mete por otra parte, ése es un ladrón y un salteador. [10]​.

Los fariseos no se mencionan en el texto griego (λεγω υμιν,[11]legō humin, «Yo os hablo»), pero sí se mencionan en la Nueva Versión Internacional (NVI) en continuidad con Juan 9:40, donde «algunos fariseos» habían hablado con Jesús. La NVI y la Biblia de Jerusalén también confirman en el Versículo 6 que los fariseos son el grupo al que se dirige Jesús.[12][13]​ El teólogo protestante alemán Heinrich Meyer sostiene que estos Versículos continúan desde el capítulo 9 «sin la menor indicación de que se haya producido un cambio», y que lo ideal habría sido insertar la ruptura del capítulo en Juan 9:35. [14]Henry Alford conecta igualmente esta perícopa con Juan 9:35-41.[15]​.

En esta ilustración, el verdadero pastor «entra en el redil por la puerta» y «llama a sus ovejas por su nombre y las saca (en griego ἐξάγει αὐτά)» (Juan 10:1,3). La forma alternativa de entrar, tomada por el ladrón o forastero, es «subir por otro camino», es decir, trepar por el muro del redil.[16]​ La narración se introduce «muy verdaderamente» o «con toda seguridad».[17]​ El público de Jesús («ellos», versículo 6) no entendió lo que decía, y no comprendió que estaba aplicando la referencia a los ladrones y salteadores (versículo 1) a ellos mismos.[13]

En su referencia al pastor que conduce al rebaño fuera del redil, el versículo 3 tiene el único caso en el Nuevo Testamento de la palabra ἐξάγει (exagei) ,[18]​ La etíope añade «y los ama» al Versículo 3.[19]

Comentario

editar

Juan nos muestra cómo la salvación es alcanzable para los hombres a través de la fe en Cristo y su gracia. Jesús se presenta como la puerta que lleva a la vida eterna y como el Buen Pastor que guía a los hombres, habiendo dado su vida por ellos. La imagen del pastor, las ovejas y el redil es evocada en la predicación profética del Antiguo Testamento, donde el pueblo elegido es comparado con un rebaño y el Señor es visto como su pastor. Profetas como Jeremías y Ezequiel criticaron la infidelidad de reyes y sacerdotes, también llamados pastores, y prometieron la llegada de nuevos pastores. Ezequiel, en particular, profetizó la venida de un Pastor único, similar a David, que cuidaría de sus ovejas para que estuvieran seguras. Jesús se identifica como ese Buen Pastor que cumple las antiguas profecías.[20]

Desde los primeros tiempos, el arte cristiano se inspiró en la figura del Buen Pastor para representar el amor de Cristo hacia cada persona. Para entender mejor las palabras de Jesús, es útil recordar la costumbre de la época de juntar varios rebaños en un mismo corral al anochecer, donde permanecían bajo la vigilancia de un guardián. Por la mañana, cada pastor llegaba, el guardián le abría la puerta y él llamaba a sus ovejas, que lo seguían al escuchar su voz, guiándolas hacia los pastos. Jesús utiliza esta imagen familiar para advertir sobre la importancia de reconocer su voz —transmitida por el Magisterio de la Iglesia— y seguirla para encontrar alimento espiritual. Estas palabras de Jesús son especialmente relevantes para quienes desempeñan el papel de pastores dentro de la Iglesia.[21]

Yo soy el buen Pastor. Con ello quiere estimularlos a la caridad, insinuándoles que nadie puede ser buen pastor, si no llega a ser una sola cosa con Cristo por la caridad y se convierte en miembro del verdadero pastor.[22]

Cristo se aplica la imagen de la puerta por la que se entra en el aprisco de las ovejas que es la Iglesia. Al redil entran los pastores y las ovejas. Tanto unos como otras han de entrar por la puerta, que es Cristo.

Yo, queriendo llegar hasta vosotros, es decir, a vuestro corazón, os predico a Cristo: si predicara otra cosa, querría entrar por otro lado. Cristo es para mí la puerta para entrar en vosotros: por Cristo entro no en vuestras casas, sino en vuestros corazones. Por Cristo entro gozosamente y me escucháis hablar de Él. ¿Por qué? Porque sois ovejas de Cristo y habéis sido comprados con su sangre.[23]

El Concilio Vaticano II lo expresa de la manera siguiente:

La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció. Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores, que dio su vida por las ovejas.[24]

El Buen Pastor tiene un conocimiento profundo de cada una de sus ovejas y las llama por su nombre. En esta atención personal se vislumbra una invitación dirigida a los futuros pastores de la Iglesia, un mensaje que más tarde será desarrollado por Pedro:

Apacentad la grey de Dios que se os ha confiado, gobernando no a la fuerza, sino de buena gana según Dios; no por mezquino afán de lucro, sino de corazón.[25]

Y elpapa Juan Pablo II mostraba su inquietud por que todos los sacerdotes fueran buenos pastores de la siguiemnte manera:

Recuerden [los presbíteros] que su ministerio sacerdotal (…) está ordenado —de manera particular— a la gran solicitud del Buen Pastor, que es la solicitud por la salvación de todo hombre. Todos debemos recordar esto: que a ninguno de nosotros es lícito merecer el nombre de mercenario, o sea, uno que no es pastor dueño de las ovejas, uno que ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye, porque es asalariado y no le importan las ovejas. La solicitud de todo buen pastor es que los hombres tengan vida, y la tengan en abundancia, para que ninguno se pierda, sino que tengan la vida eterna. Esforcémonos para que esta solicitud penetre profundamente en nuestras almas: tratemos de vivirla. Sea ella la que caracterice nuestra personalidad, y esté en la base de nuestra identidad sacerdotal.[26]

La puerta de las ovejas y el buen pastor

editar

En el Versículo 7, Jesús «se siente obligado» a comenzar de nuevo (πάλιν, palin).[14]​ Se describe a sí mismo aquí y en el Versículo 9 como «la puerta de las ovejas»,[27]​ y en RVR y RVR como «el buen pastor». La palabra en griego θύρα se traduce como «puerta» en la King James Version y la American Standard Version, pero como «puerta» en la New Revised Standard Version, la Common English Bible y otras traducciones. [28]​ En el Versículo 7, el Textus Receptus añade que Jesús dijo a ellos (en griego αὐτοῖς), pero en general se acepta que este añadido es «de dudosa autoridad».[29]​.

Versículo 21

editar
Otros decían: «Estas no son palabras de alguien que tiene un demonio. ¿Puede un demonio abrir los ojos de los ciegos?»[30]

Este Versículo reitera además la continuidad entre este capítulo y el diálogo que sigue a la curación del ciego de nacimiento en Juan 9.[14]

La Fiesta de la Dedicación

editar

Versículo 22 se refiere a Janucá o Fiesta de la Dedicación:

Era la Fiesta de la Dedicación en Jerusalén, y era invierno.'[31]

La fiesta (en griego τὰ ἐγκαίνια, ta egkainia) recuerda la purificación macabea y la rededicación del Templo, 4:36-51. La narración avanza desde la Fiesta de los Tabernáculos, cuando parecen tener lugar los acontecimientos y enseñanzas de Juan 7:14 a Juan 10:21.[32]​ Durante los dos meses intermedios, no se cuenta si Jesús permaneció o no en Jerusalén. En Juan 7:40 leemos que Jesús «se marchó de nuevo al otro lado del Jordán». Meyer identifica a varios comentaristas que han sugerido que hubo un «viaje adicional a Galilea o Perea» antes de la fiesta de la dedicación, aunque él mismo considera que estas sugerencias están «dictadas por armonísticas presuposiciones y combinaciones torpes, ... y no por las exigencias de la exégesis».[14]

Jesús caminaba en el templo, en el Pórtico de Salomón o columnata,[33]​ un lugar de reunión utilizado por la iglesia primitiva (véase Hechos 3:11 y Hechos 5:12) situado en el lado oriental del templo.[34]​.

Comentario

editar

Este pasaje tiene lugar durante la fiesta de la «Dedicación del Templo», celebración que recordaba la purificación realizada por Judas Macabeo tras la profanación llevada a cabo por Antíoco IV Epífanes. En este contexto, Jesús se revela como el Hijo de Dios, igual al Padre. Esta revelación provoca diversas reacciones entre sus oyentes: mientras que algunos responden con fe, otros, especialmente las autoridades judías, lo rechazan y llegan a odiarlo hasta el punto de querer arrestarlo para darle muerte. No obstante, esto solo ocurrirá cuando Jesús lo permita.[35]

Ante las interrogantes sobre la identidad de Jesús como el Mesías, Juan subraya la unidad entre Jesús y el Padre. Jesús utiliza nuevamente la imagen del pastor para ilustrar su relación con el Padre. Gregorio Magno comenta que la prueba de esta relación es el amor con el que Jesús da su vida por sus ovejas.[36]​ Aquellos que se niegan a aceptar que Jesús actúa en nombre de su Padre, no podrán creer. Aunque Jesús ofrece su gracia a todos, algunos eligen resistirse y no abrirse a la fe.[37]

Puedo ver gracias a la luz del sol; pero si cierro los ojos, no veo: esto no es por culpa del sol sino por culpa mía, porque al cerrar los ojos impido que me llegue la luz solar.[38]

En el versículo 30, Jesús revela la identidad sustancial entre Él y el Padre. Anteriormente, había afirmado que Dios es su Padre, lo que los judíos interpretaron como una proclamación de igualdad con Dios, y por eso intentaron matarlo en varias ocasiones. Aquí, Jesús aborda el misterio de Dios, un conocimiento que solo es accesible a través de la revelación divina. Más adelante, durante la Última Cena, Jesús volverá a profundizar en este misterio. Este tema ya había sido anticipado por el evangelista al inicio del prólogo del Evangelio.[39]

Escucha —invita San Agustín— al mismo Hijo: Yo y el Padre somos uno. No dijo: “Yo soy el Padre”, ni “Yo y el Padre es uno mismo”. Sino que en la expresión Yo y el Padre somos uno hay que fijarse en las dos palabras: somos y uno (…). Porque si son uno entonces no son diversos, y si somos, entonces hay un Padre y un Hijo.[40]

Jesús revela su unidad con el Padre en cuanto a la esencia o naturaleza divina, pero al mismo tiempo manifiesta la distinción personal entre el Padre y el Hijo.

Creemos, pues, en Dios, que en toda la eternidad engendra al Hijo; creemos en el Hijo, Verbo de Dios, que es engendrado desde la eternidad; creemos en el Espíritu Santo, Persona increada, que procede del Padre y del Hijo como Amor sempiterno de ellos. Así, en las tres Personas divinas, que son eternas entre sí e iguales entre sí, la vida y felicidad de Dios enteramente uno abundan sobremanera y se consuman con excelencia máxima y gloria propia de la Esencia increada; y siempre hay que venerar la unidad en la Trinidad y la Trinidad en la unidad.[41]

Los creyentes más allá del Jordán

editar

El capítulo termina con Jesús evadiendo los intentos judíos de apedrearlo (Juan 10:31,39) y luego dejando Jerusalén (Juan 10:40) y viajando «más allá del Jordán al lugar donde Juan bautizaba al principio» (Perea). Mateo 19:1 y Marcos 10:1 registran de manera similar que Jesús viajó «a la región de Judea al otro lado del Jordán», pero en los tradición sinóptica. había estado previamente en Cafarnaúm y no en Jerusalén. Perea era una región donde mucha gente «llegó a la decisión de que Él era el Mesías» (Juan 10:42 en la traducción de la Biblia Viviente).

Comentario

editar

Los seres humanos solo podemos comprender la identidad esencial entre Jesús y el Padre, un misterio divino, a través de la revelación. Los judíos, al escuchar a Jesús, entendieron que se estaba proclamando Dios, pero lo consideraron una blasfemia, acusándolo de hacerse Dios siendo hombre. Jesús responde a esta acusación con dos argumentos: el testimonio de las Escrituras y el de sus obras. Cita el Salmo 82, donde Dios, al reprochar a jueces por su injusticia, les recuerda: Vosotros sois dioses, todos vosotros, hijos del Altísimo (Sal 82,6). Si los hijos de Israel pueden ser llamados dioses e hijos de Dios, con mayor razón Aquel que ha sido santificado y enviado por Dios debería ser reconocido como tal. La naturaleza humana de Cristo, al ser asumida por el Verbo, es santificada plenamente y viene al mundo para santificar a la humanidad. Las obras de Jesús son testimonio de esta misión divina.[42]

Los Santos Padres proclaman constantemente que no está sanado lo que no ha sido asumido por Cristo. Mas Él asumió la entera naturaleza humana cual se encuentra en nosotros miserables y pobres, pero sin el pecado. Pues Cristo dijo de sí mismo que era Aquel a quien el Padre santificó y envió al mundo.[43]

En contraste con la oposición de algunos, otros muestran su adhesión a Jesús y lo buscan en el lugar al que se ha retirado. La labor preparatoria de San Juan Bautista sigue dando frutos: quienes aceptaron su mensaje ahora buscan a Cristo y creen en Él, reconociendo que se cumplen las palabras del Precursor, quien anunció a Jesús como el Mesías y el Hijo de Dios. El trabajo hecho en nombre del Señor nunca es en vano. Así como la predicación y el ejemplo de Juan Bautista ayudaron a que muchos llegaran a creer en Jesús, el testimonio apostólico de los cristianos siempre dará frutos, aunque en ocasiones el resultado no sea visible de inmediato.[44]

Véase también

editar

Referencias

editar
  1. Holman Illustrated Bible Handbook. Holman Bible Publishers, Nashville, Tennessee. 2012.
  2. Halley, Henry H. Halley's Bible Handbook: an Abbreviated Bible Commentary. 23ª edición. Editorial Zondervan. 1962.
  3. Aland, Kurt; Aland, Barbara (1995). William B. Eerdmans Publishing Company, ed. El texto del Nuevo Testamento: Una introducción a las ediciones críticas y a la teoría y práctica de la crítica textual moderna. Erroll F. Rhodes (trad.). Grand Rapids. p. 96. ISBN 978-0-8028-4098-1. 
  4. a b c «Biblical concordances of John 10 in the 1611 King James Bible». 
  5. Kirkpatrick, A. F. (1901). google.com/books?id=SLJzlHElr6cC The Book of Psalms: with Introduction and Notes. The Cambridge Bible for Schools and Colleges. Book IV and V: Psalms XC-CL. Cambridge: At the University Press. p. 839. Consultado el 28 de febrero de 2019. 
  6. John 10:6, King James Version y Authorised Version
  7. Juan 10:6, New King James Version y God's Word Translation
  8. Juan 10: 6, English Standard Version
  9. Watkins, H. W. (1905), Ellicott's Commentary for English Readers sobre Juan 10, consultado el 17 de mayo de 2016
  10. Juan 10:1: Nueva Versión Internacional
  11. Juan 10:1: Westcott-Hort Nuevo Testamento
  12. Juan 10:6: NVI
  13. a b Biblia de Jerusalén (1966), Nota al pie b en Juan 10:6
  14. a b c d Meyer, H. A. W. (1880), Meyer's NT Commentary sobre Juan 10, traducido de la sexta edición alemana, consultado el 25 de mayo de 2019
  15. Alford, H., Greek Testament Critical Exegetical Commentary - Alford sobre Juan 10, consultado el 12 de agosto de 2022
  16. Juan 10:1: Biblia Amplificada
  17. Juan 10:1: RVR
  18. htm Englishman's Concordance], consultado el 18 de mayo de 2016
  19. John Gill (teólogo) Gill's Exposition of the Entire Bible sobre Juan 10, consultado el 18 de mayo de 2016
  20. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 798). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  21. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 798). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  22. Tomás de Aquino, Super Evangelium Ioannis, ad loc.
  23. Agustín de Hipona; In Ioannis Evangelium 47,2.3
  24. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 6
  25. Primera epístola de Pedro; 5,2
  26. Juan Pablo II, Carta a todos los sacerdotes, n. 7
  27. Juan 10:7: RVR
  28. Traducciones consultadas en BibleGateway.com
  29. Plummer, A., Cambridge Bible for Schools and Colleges sobre Juan 10, cf. Watkins, H. W., Ellicott's Commentary for English Readers sobre Juan 10, ambos consultados el 24 de mayo de 2016
  30. Juan 10:21: RVR
  31. Juan 10:22: RVR
  32. Joseph Benson , Benson's Commentary on John 10, consultado el 25 de mayo de 2019
  33. Juan 10:23: RVR
  34. Plummer, A., Cambridge Bible for Schools and Colleges en Juan 10, consultado el 15 de agosto de 2022. Nótese que la referencia de Plummer a Juan 5:12 es errónea
  35. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 800). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  36. Gregorio Magno; Homiliae in Evangelia 14,3
  37. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 801). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  38. Tomás de Aquino, Super Evangelium Ioannis, ad loc.
  39. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 801). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  40. Agustín de Hipona;In Ioannis Evangelium 36,9
  41. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, n. 10
  42. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 802). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  43. Concilio Vaticano II, Ad gentes, n. 3
  44. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 802). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra

Enlaces externos

editar

Capítulos del Nuevo Testamento
Capítulo anterior
Juan 9
Nuevo Testamento
Juan 10
Capítulo posterior
Juan 11