Jardín botánico de Medellín

jardín botánico en Medellín, Antioquia, Colombia

El Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe es un jardín botánico y una fundación privada de unas 13.2 hectáreas de extensión, ubicado en la ciudad colombiana de Medellín. Cuenta con un recinto para eventos llamado el Orquideorama, un lugar arquitectónico para la exposición de flores. El Jardín cuenta con la condición de ser centro de cultura y educación ambiental y botánica, de enorme riqueza florística, y alberga más de 1000 especies vivas y 4500 individuos.

Jardín Botánico de Medellín
Joaquín Antonio Uribe
Fundación Privada[1]

Orquideorama
Ubicación
País Bandera de Colombia Colombia
Localidad Medellín, Antioquia
Coordenadas 6°16′15″N 75°33′51″O / 6.27083333, -75.56416667
Características
Tipo Privado
Estatus Abierto de lunes a lunes, de 9:00 a. m. a 5:00 p. m. en jornada continua, incluyendo los festivos.
Área 13,2 hectáreas
Historia
Inauguración 19 de abril de 1972
Gestión
Operador Fundación Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe
Visitantes por año Más de 2 millones anuales [cita requerida]
Mapa de localización
Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe ubicada en Medellín
Jardín Botánico de Medellín Joaquín Antonio Uribe
Jardín Botánico de Medellín
Joaquín Antonio Uribe
Ubicación en Medellín

Hoy día convertido en un monumento a la naturaleza, transformado también en 2007 en joya arquitectónica, este lugar data del siglo XIX, cuando solo existía allí la llamada Casa de Baños el Edén, un restaurante familiar tipo estadero. Posteriormente, a principios del siglo XX se llamó sucesivamente Bosque Centenario de la Independencia y posteriormente solo El Bosque, apelativo con el cual duró más de 50 años, al igual que sus instalaciones tradicionales, un gran lago central con navegación en canoa de remos, paseos en burro y naturalmente algunas especies botánicas.

Tomó el nombre de Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe en el año de 1972, cuando sus instalaciones se ampliaron para dotarlo del orquideorama inicial, una colección mucho más amplia de especies vegetales, auditorio, biblioteca, museos y zona de comidas más amplias para los visitantes.

Pese a que durante muchos años el Jardín no fue objeto de suficientes cuidados por parte de la administración, dada la importancia que han adquirido los recursos naturales y la ecología, hoy día se encuentra perfectamente renovado y modernizado, forma parte del conjunto de equipamientos urbanos de la zona norte de la ciudad junto con el Parque Norte, la Estación Universidad, el Planetario, el Parque Explora y el Parque de Los Deseos, y es así como con el lento paso de los decenios ha llegado a convertirse, de un pequeño lugar que fuese en el siglo XIX, en uno de los principales atractivos turísticos de la región.

Sus colecciones de especies y especialmente de flores son destacadas en el país y meca de la flor nacional de Colombia, la orquídea.

Además de los turistas y locales que permanentemente lo visitan, el Jardín, su Orquideorama y sus variadas colecciones de especies, cuentan con todo un grupo de científicos, técnicos, mecenas y patrocinadores amigos de la naturaleza, la ecología, las ciencias botánicas y biológicas y, además, del turismo, actividad en la cual la ciudad está empeñada.

Historia

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Los Baños El Edén

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A finales del siglo XIX se inicia la historia del Jardín Botánico de Medellín, cuando los terrenos que hoy ocupa comenzaron a tener vocación recreativa, en lo que entonces era conocido como la Casa de Baños El Edén. La finca era propiedad de don Víctor Arango y luego de las hermanas Emilia y Mercedes Arango P., “solteras, mayores de edad y vecinas de este distrito”, como está consignado en una escritura pública.

Medellín contaba en aquel tiempo con 40.000 habitantes, y la finca era arrendada a familias que disfrutaban de los baños y que además saboreaban las delicias de la gastronomía popular que se ofrecía en el lugar. Era una especie de “estadero”, parecido a los de hoy, reconocido como centro de sano esparcimiento gracias al cuidado de las señoritas Arango, donde las familias que llegaban en tranvía, a caballo o en carreta pasaban el rato en los baños, mientras comían los platos típicos de la región. Un documento de la Biblioteca del actual Jardín Botánico cuenta que “iban los señores de la Villa en coche o a caballo por el camellón de Bolívar o por la carretera del norte, a tomarse sus copetines con mujeres hermosas y generosas, conversar, hacer negocios y concertar alianzas matrimoniales”.

Comenzó a decaer El Edén cuando se prolongó la ruta del tranvía hasta Bermejal, donde se crearon establecimientos que llamaron más la atención de los anteriores clientes de la casa de baños. Para entonces, ya se empezaba a gestar una nueva etapa en la historia de este terreno.

Bosque de la Independencia

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A comienzos del siglo XX, se acercaba el primer centenario de la Independencia de Antioquia, por lo cual las organizaciones civiles y estatales más destacadas, encabezaron la conmemoración de la fecha para que fuera inolvidable. Luego de muchos trámites y consideraciones, sumados a otros acontecimientos que también marcaron el aniversario, la Junta Organizadora de la Celebración del Centenario y la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín logran que el gobierno nacional - en ese momento Carlos E. Restrepo era Presidente de la República- dé un auxilio de $15.000, de los cuales $5.000 son destinados a los gastos de celebración y $10 000 se trasladan a la Sociedad de Mejoras Públicas para la compra del terreno en el que se crearía un nuevo bosque para Medellín.

Luego, Ricardo Greffestein, Presidente de la Sociedad, inició la búsqueda de un lote adecuado para realizar el proyecto. Después de considerar varias opciones, determinó que el sitio ideal era la finca El Edén, por su extensión y por sus abundantes aguas propias. Pronto se hizo la negociación con las hermanas Arango.

Ricardo Greffestein y Leocadio Arango se destacan junto al de otros personajes que comienzan a trabajar intensamente por hacer que ese ideal pudiera concretarse. Reciben un campo estéril, pedregoso, aparentemente adverso para que allí creciera un conjunto vegetal importante. Las contingencias fueron muchas y diversas, pero junto a ellas, comienzan a darse también los resultados. Así, el 11 de agosto de 1913 se crea el Bosque Centenario de la Independencia, que luego fue conocido como Bosque de la Independencia y, finalmente, solo como El Bosque.

El lote inicial, que más adelante pasó a ser propiedad del Municipio de Medellín, se agregaron otros terrenos y fincas aledañas comprados o donados por particulares, hasta configurar un terreno considerable. Y el lugar vuelve a convertirse en el epicentro de la actividad recreativa de la ciudad.

Se construye allí el primer hipódromo de la ciudad, con una pista doble de carreras de caballos. Aprovechando las aguas existentes, se crea un lago donde los visitantes podían pasear remando en barcas. Cerca se construye un edificio para bar-restaurante y pista de baile. En lo que hoy es el Salón Restrepo, un sitio de eventos, funcionaba una pista de patinaje. Además el Bosque de la Independencia contaba con vivero, canchas de tenis, trencito, juegos infantiles, un incipiente zoológico y hasta el servicio de venta de animales domésticos (perros y gatos).

 
Lago del Bosque de la Independencia, 1930.

Las historias se crearon, quedándose en la memoria de los habitantes de la época. Se convirtió en tradición, por ejemplo, que los novios llevaran a su amada, acompañada de la suegra, a navegar en las barcas, de las que se decía que sacaban ampollas incluso a las manos más callosas. En la proa se sentaba la suegra, mirando para adelante, la novia atrás y el conquistador en el medio, remando, mientras disfrutaba de los mimos de su enamorada, sin ser vistos por la guardiana que contemplaba el paisaje al frente.

El Bosque fue el lugar de las celebraciones patrias, sede de competencias náuticas y de pesca, foco de carreras de encostalados y concursos con vara de premios, epicentro de las retretas y de las representaciones teatrales o folclóricas que se hacían cuando existía la concha acústica. La ciudad entera se reunía en este sitio, apreciado desde entonces como un verdadero espacio público, al que concurrían las familias de alto nivel socioeconómico y también las de los trabajadores y obreros. Mientras los niños paseaban en burritas, los adultos se entregaban a otras diversiones, como el baile que comenzaba a la una o dos de la tarde y se prolongaba hasta las nueve de la noche, o hasta que había quién le pusiera monedas al piano del bar.

En cincuenta años el Bosque de la Independencia permitió el entretenimiento de los habitantes de Medellín. Llega entonces el declive, añadiendo el surgimiento de casas de citas en los alrededores, lo que lleva a la crisis la administración del Bosque. Sus 235.000 varas de extensión eran uno de los lugares más apreciados de la ciudad.

Importancia

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Jardín Botánico

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Lago del Jardín Botánico.

En 1968 comienza otra etapa para el terreno. Por esos días regresaba de Australia la señora Elena Baraya, Presidente de la Sociedad Colombiana de Orquideología, con una noticia extraordinaria: Medellín sería la sede de la VII Conferencia Mundial del Orquideología.

Este evento fue el generador de un proceso que llevó a transformar profundamente el Bosque de la Independencia. Se unen con tal fin la Sociedad de Mejoras Públicas, la Sociedad Colombiana de Orquideología, el Municipio de Medellín y el Club de Jardinería. Juntos crean una Fundación privada sin ánimo de lucro, que le da vida al Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, como homenaje al sabio naturalista antioqueño. La nueva institución es inaugurada el 19 de abril de 1972, en el marco de la VII Conferencia Mundial de Orquideología. El evento marca un hito en la historia de la ciudad, pues por esos días Medellín giró en torno a las 62 delegaciones colombianas y extranjeras, representantes de 16 países, que se encontraron aquí para exhibir las más bellas orquídeas del mundo.

Así empezó la historia del Jardín Botánico y la meta que se trazó la nueva institución fue el fomento y el desarrollo de las ciencias naturales, en especial de la botánica, a través de la investigación y la conservación de la flora. Se propuso también crear un ambiente propicio para la educación ambiental y aportar un espacio para presentar la flora colombiana, además de constituirse en un atractivo turístico y ecológico importante de la ciudad y servir de sede para la realización de diferentes eventos culturales y educativos. En mayo de 1979 fue declarado Pabellón de Flora y pasó a formar parte del antiguo Sistema de Parques Nacionales, hoy Sistema Nacional Ambiental (SINA). En 1985 fuera declarado Patrimonio Cultural de Medellín.

La institución con su largo trabajo realizado la ha convertido en una de las entidades más respetadas y reconocidas de Colombia por su vasto dominio en la exploración, la preservación y la conservación de la flora colombiana, con énfasis en la regional. El prestigio de su labor llevó a que el Jardín Botánico fuera declarado Patrimonio Cultural de Medellín, avalado por hechos como ser parte desde 1989 de la Red Internacional de Jardines para la Conservación, dentro de la Estrategia Mundial de la Conservación en los Jardines Botánicos, con la colaboración de la FAO, UNEP, Unesco, WWF, UICN y BGCI, entre otras organizaciones mundiales.

Colecciones vivas

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Colecciones por zonas

 
Bosque tropical.

Bosque tropical: la colección muestra la estratificación de un bosque, con su dosel o techo, la vegetación del sotobosque y las plantas de piso. Por sus condiciones microclimáticas y de diversidad, constituye el hábitat de muchas especies de fauna. En su interior se ha creado el cauce para el agua que surge de un afloramiento natural. El bosque del Jardín Botánico está cruzado por un sendero de madera por el que pueden circular sillas de ruedas. Para preservar sus condiciones, no está permitido consumir bebidas ni alimentos en él. En la zona hay fauna como la tortuga morrocoy.

Jardín de las palmas: en este espacio los paisajistas crearon un paisaje con pequeñas colinas, que destacan la esbeltez y belleza de las palmas (familia Arecaceae). Después de las gramíneas y leguminosas, esta es la familia de plantas más útiles al hombre; además de su uso ornamental, son aprovechadas como alimento, medicina, material para construcciones, biocombustible, objetos cotidianos y artesanías. Colombia es el país americano más rico en palmas y el segundo en el mundo. La colección cuenta con 120 especies.

Laguna Francisco José de Caldas: constituye un referente de los ecosistemas naturales denominados humedales, que desaparecieron de la planicie de inundación del río Medellín a causa del desarrollo urbanístico de la ciudad. Su origen es una combinación de afloramientos naturales con intervenciones artificiales, ocurridas desde hace más de 90 años. Es hábitat permanente de diversas especies animales como, así como lugar de paso para otras.

 
Jardín del desierto.

Jardín del desierto: la vegetación que alberga este sitio, está representada por plantas que se han adaptado a vivir en regiones que reciben pocas lluvias, desiertos y semidesiertos, ecosistemas que se caracterizan por su aridez. Entre las principales familias botánicas de estos ecosistemas que se encuentran en la colección, están: Cactaceae, Crassulaceae, Aizoaceae, Liliaceae, Euphorbiaceae, Asclepiadaceae, Chenopodiaceae y algunas leguminosas.

Jardines del Orquideorama: bajo el techo de esta estructura arquitectónica, lo mismo que en sus alrededores, está dispuesto una exhibición permanente de diversas colecciones vivas, como orquídeas, bromelias, plantas carnívoras, cuernos, helechos arbóreos, entre otras especies. En el interior del orquideorama se encuentra un pequeño lago, con vegetación propia de ese tipo de ecosistemas, y áreas amplias para la organización de exposiciones temporales de plantas, como las anuales Expoheliconias (principios de diciembre) y Orquídeas, pájaros y flores (agosto), ésta organizada por la Sociedad Colombiana de Orquideología.

Huerto medicinal: este tipo de colecciones posee una larga historia, la misma de los jardines botánicos. Este huerto incluye plantas a las que se les reconocen valores curativos, lo mismo que ejemplares de plantas consideradas mágico religiosas, hierbas aromáticas, especias y condimentos. Sobrevivientes en una visión antropológica y cultural, están la coca y el yagé, plantas sagradas de los aborígenes americanos, que todavía hoy constituyen parte sustancial de su cotidianidad y elemento de rituales y tradiciones.

 
Patio de las azaleas.

Patio de las azaleas: en los alrededores y plazoleta central se encuentran diferentes especies de azaleas y bifloras. Estos arbustos de la familia Ericaceae, florecen casi todos los meses del año y se destacan sus cálidos colores como el rosado, rojo, naranja, amarillo, púrpura y blanco.

Jardín vertical del Teatro Suramericana: como prueba piloto en la utilizando de una técnica innovadora de siembra, el equipo de arquitectos y biólogos desarrolló un muro vegetal de 8.52 m de altura, en el que crecen diferentes especies de orquídeas, arbustos y coberturas. Las plantas se establecen en un sustrato natural y requieren de permanente riego. El secreto de este jardín está en la capacidad que tiene la naturaleza para crecer en todo tipo de condiciones.

La casa de las mariposas: para poder hacer una adecuada conservación de un grupo de organismos como las mariposas se dispuso de una amplia colección de plantas. Estos insectos establecen una interacción biológica con las especies vegetales, pues todo su proceso vital está directamente relacionado con el ambiente que las rodea. Las plantas de este lugar sirven a las mariposas como fuentes de alimento, por su alto contenido de néctar y como hospedero para poner huevos o posarse. Además se establecieron hierbas, árboles, arbustos y lianas nativas de bosques tropicales.

Eras del restaurante: como parte de la ambientación que rodea el Restaurante In Situ están las eras o huerta de especias y plantas comestibles. Esta colección cuenta con especies como romero, cebollín, albahaca, ají, menta, tomillo, orégano.

Laberinto: es una de las zonas predilecta de los niños para juegos y exploración de la naturaleza. El laberinto es un conjunto de arbustos de Thumbergia erecta que se entrelazan para formar pequeños senderos, las plantas ubicadas allí alcanzan muy buena altura.

Espacios arquitectónicos y urbanísticos

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El proceso de renovación desarrollado entre los años 2005 y 2007, estableció las necesidades de intervención en la infraestructura del Jardín, indicando qué estructuras deben ser renovadas, demolidas o construidas. Como consecuencia de la crisis económica que la institución vivió antes de esas fechas, sus edificaciones se encontraban seriamente deterioradas, algunas de ellas inclusive amenazaban ruina, poniendo en peligro el bienestar de las personas que permanecían en el Jardín. Para el cumplimiento de las actividades cotidianas del Jardín, algunas construcciones resultaban inapropiadas, pues a pesar de ocupar una huella suficiente en el terreno, su diseño dificultaba la eficiencia en la operación. Algunas dependencias del Jardín debían cruzar hasta 100 metros a la intemperie para hacer una llamada de larga distancia, por ejemplo.

Se definieron entonces los principios que regirían la renovación arquitectónica y urbanística del Jardín, los presupuestos y cronogramas de las obras a realizar, lo mismo que los arquitectos que se encargarían de los diseños, según su especialidad. Un equipo de base, dirigido por el arquitecto Nicolás Hermelin y el Ingeniero Civil Juan Diego Mesa, se encargó de coordinar la totalidad de las obras, excepto las relacionadas con el espacio público.

Además de las edificaciones, se llevó a cabo la actualización y mejoramiento de las redes eléctrica, hidrosanitaria, de voz y datos, el sistema de senderos, el amoblamiento, el pozo de aguas subterráneas y otros elementos complementarios, que no habían sido intervenidos desde la fundación del Jardín Botánico.

Edificio científico. Por primera vez el Jardín Botánico de Medellín cuenta con un espacio diseñado específicamente para desempeñar la misión que le concierne. Gracias a un aporte de 3500 millones de pesos del Área Metropolitana del Valle de Aburrá, que como nuevo Socio Activo de la institución se vinculó al proceso de renovación impulsado por la Alcaldía de Medellín durante los años 2005 al 2007, nuestra entidad tiene ahora un Edificio Científico, corazón y cerebro del quehacer del Jardín Botánico.

Hasta el comienzo del proceso de renovación, el funcionamiento del Jardín Botánico se adaptó a espacios construidos con otros fines. Debido a lo anterior, se tenían pequeñas oficinas, sin posibilidades de ampliación, dispersas por todo el Jardín, con distancias de hasta 400 metros entre ellas. Esta condición, sumada a las características inapropiadas de cada lugar y a las condiciones estructurales y de humedad existentes, producto de la crisis financiera e institucional que afectó a la entidad, dificultaba seriamente el desarrollo de las actividades relacionadas con el funcionamiento cotidiano del Jardín Botánico. Además, el Herbario, protector de uno de los patrimonios florísticos más importantes del país, carecía de un espacio idóneo para preservar la colección de muestras botánicas y desempeñar sus tareas científicas. Durante muchos años, la colección fue trasladada de un sitio a otro, según fueran resultando espacios disponibles en la planta física del Jardín. Por todo esto, la recuperación de estas estructuras costaba más que construirlas nuevamente.

 
Edificio científico.

Se impuso entonces la necesidad de diseñar un espacio que concentrara a todo el personal del Jardín en un sitio único, de manera que se optimizara la operación, con las especificaciones óptimas de funcionamiento.

La edificación fue construida respetando el patrimonio natural del Jardín Botánico, en la zona donde menos se afectaban los árboles, ya que esta fue la única edificación del proceso de cambio que utilizó una huella nueva en el territorio. Para ello se trasplantaron algunos individuos arbóreos, que ahora forman parte del entorno del edificio.

El Jardín Botánico exigió al arquitecto que el diseño implicara el mayor aprovechamiento de la luz natural y un manejo climático de las zonas de oficina del edificio, sin que deba recurrirse a equipos de aire acondicionado (excepto en el Herbario), para reducir el consumo de energía eléctrica. Con ese fin, el arquitecto Óscar Mesa contó con la asesoría bioclimática de Alberto Arango Johnson. El manejo de las corrientes de aire, la coloración del vidrio de fachadas, la presencia de vegetación interior y exterior, así como la localización de espejos de agua perimetrales, son factores que inciden en el control de la temperatura del edificio.

El edificio, construido en un tiempo récord de cinco meses, fue inaugurado el 1 de noviembre de 2007. En él funcionan la Biblioteca Botánica Andrés Posada Arango, el Grupo de Silvicultura y Paisajismo, el Área de Educación y Recreación, la Coordinación de Viveros, el Servicio de eventos y banquetes, y el Área Administrativa del Jardín Botánico.

Pero el verdadero epicentro del edificio será el Herbario JAUM (así es identificado internacionalmente), que cuenta aquí con un espacio diseñado a la medida para la identificación taxonómica de material vegetal. En el edificio está también el laboratorio, que permite desarrollar las investigaciones requeridas por los programas de conservación y de aprovechamiento de nuestros recursos florísticos. El Jardín trabaja para conseguir los equipos que requiere para dotar estos espacios en forma apropiada, de manera que el equipo de trabajo pueda adelantar estudios acerca de fisiología vegetal, fitoquímica, bromatología, etnobotánica, genética y biotecnología.

Orquideorama. Construido sobre la huella del anterior, el nuevo Orquideorama José Jerónimo Triana, fue resultado de un concurso de ideas arquitectónicas, realizado directamente por el Jardín Botánico a finales del año 2005. El jurado, conformado por los arquitectos Dicken Castro, Giancarlo Mazzanti y Leonardo Álvarez, el entonces Secretario Privado de la Alcaldía, David Escobar Arango, y la Directora del Jardín Botánico, Pilar Velilla, eligió la idea presentada por el grupo conformado por Plan B y JPRCR. Estas oficinas reúnen a los arquitectos Alejandro Bernal, Felipe Mesa, J. Paul Restrepo y Camilo Restrepo, todos ellos antioqueños.

El jurado destacó, entre otros criterios, “el planteamiento de una idea contundente, capaz de convertirse en un nuevo símbolo para la ciudad, y la capacidad de involucrar los referentes naturales, con gran habilidad para la abstracción y calidad estética”.

 
Vista nocturna del Orquideorama.

Este jardín cubierto, ideal para la exposición permanente y temporal de flora, fue construido originalmente para la inauguración del Jardín Botánico en 1972. Su nombre rinde homenaje a José Jerónimo Triana, botánico colombiano, hijo de españoles, nacido en Bogotá el 22 de mayo de 1828, un personaje multifacético, que se desempeñó también como editor y escritor, fue naturalista, médico, químico e investigador y cónsul de Colombia en París, ciudad donde murió a los 62 años de edad, el 31 de octubre de 1890. La catleya, orquídea considerada flor emblemática de nuestro país, honra también a este personaje con su nombre científico, Catleya Trianae. Por más de treinta años, el anterior Orquideorama albergó todo tipo de eventos sociales, académicos, empresariales, políticos y recreativos, convirtiéndose en el epicentro de las actividades del Jardín y también de muchas organizaciones de la ciudad. El paso del tiempo deterioró su infraestructura e hizo poco práctico el espacio.

El nuevo Orquideorama conservó la esencia y el nombre del anterior. La estructura fue construida en seis meses, y se inauguró el 25 de agosto de 2006. Por su belleza y por ser el primer componente entregado a la comunidad, se convirtió en símbolo del proceso de renovación del Jardín Botánico.

Su diseño plantea una relación entre arquitectura y organismos vivos. En concepto de los arquitectos, el nuevo espacio integra lo natural y lo artificial, en una organización material, ambiental y espacial particular, cercana a los procesos de la vida, con leyes y patrones geométricos flexibles (como los de un panal), a partir de un módulo repetitivo al que llamaron “árbol-flor”. Tan ejemplar como su diseño fue su proceso de construcción, gracias a un comprometido equipo de especialistas, técnicos y obreros, quienes asumieron esta empresa con emoción, logrando un trabajo artesanal único. Desde su culminación, la nueva estructura, se configuró en uno de los diseños arquitectónicos más representativos de Medellín y en un ejemplo de arquitectura local con carácter internacional. En el 2007 ganó dos categorías del premio de diseño Lápiz de Acero, como reconocimiento al proyecto más innovador.

Su inauguración estuvo cargada de mensajes con los cuales la Alcaldía y el Jardín Botánico quisieron simbolizar que este componente, como los demás que se derivaron del proceso de renovación, fueron concebidos para el servicio de toda la comunidad, como un aporte a la educación integral de los medellinenses y a la generación de espacios públicos de alta calidad. Para ello, los primeros en ingresar fueron mil niños y niñas de 5 y 6 años de edad, quienes protagonizaron una fiesta con música hecha a partir de instrumentos construidos con elementos reciclados y cortaron la cinta con el alcalde de entonces, Sergio Fajardo. Luego se llevó a cabo un acto simbólico de entrega a la comunidad académica, empresarial, ambiental, educativa, líderes comunitarios, dirigentes y vecinos, entre otros. El sábado 26 de agosto, en compañía del Parque Explora, se realizó la inauguración académica, con el colombiano Cristián Samper, en ese momento Director del Museo Nacional de Historia Natural del Instituto Smithsonian en Estados Unidos, quien ofreció una conferencia magistral gratuita en el nuevo Orquideorama, acerca del papel de los jardines botánicos en la conservación mundial de la flora. Así representamos el lugar relevante que ocupan las ciencias y la educación ambiental en el renovado Jardín Botánico de Medellín, siempre bajo la óptica del disfrute y el acceso a todos, no solo a los especialistas.

Conjunto Patio de las Azaleas. El proceso de renovación del Jardín tuvo como premisa el respeto por espacios arquitectónicos y paisajísticos que pudieran recuperarse y conservaran una memoria histórica para la ciudad. El claustro que conforma la edificación, se renovó, enriqueciendo además la colección de azaleas, con lo cual creamos un refugio acogedor y versátil para el encuentro, el reposo y la realización de eventos múltiples de pequeño formato.

  • Auditorios. A partir de la remodelación de algunos y la construcción de otros, el Jardín Botánico cuenta con cinco salones distintos, con ambientes diferentes, habilitados para desarrollar todo tipo de encuentros académicos, empresariales, sociales o culturales. El uso intensivo que públicos diversos hacen de estos espacios, así como su carácter polifacético, convierten a los auditorios en lugares de impacto que resaltan el crédito de quienes los hagan viables. El conjunto de auditorios, situado en el Edificio Patio de las Azaleas, está conformado por los siguientes espacios:
  1. . Salón Restrepo. Capacidad: 300 personas dispuestas en auditorio.
  2. . Auditorio Uribe Ángel. Capacidad: 100 personas. Mobiliario fijo.
  3. . Salón Humboldt. Capacidad: 200 personas.
  4. . Salón Linneo. Capacidad: 50 personas.
  5. . Salón Mutis. Capacidad: 150 personas.
  • Restaurante In Situ. Está ubicado en el Edificio Patio de las Azaleas, próximo a la laguna. Esta edificación fue diseñada por el arquitecto Santiago Caicedo, reconocido en el país por sus trabajos excepcionales en el tema de restaurantes, hoteles y sitios similares.

Creamos un restaurante de género casual elegante, donde se podrá disfrutar de una original carta basada en la grandeza de nuestra flora colombiana, sin que sea un restaurante vegetariano.

Tiene un ambiente contemporáneo y cálido, donde la presencia de la naturaleza y las delicias del menú propician una experiencia memorable para los comensales.

Teatro Suramericana. Un espacio armónico con la naturaleza. Así será el nuevo teatro al aire libre, que lleva el nombre de la empresa que patrocina la construcción de este lugar de encuentro y recreación: Suramericana.

En medio de la zona de grama, surge una plataforma, a manera de meseta, en cuyo interior se sitúan los baños, de diseño alegre y contemporáneo. En la parte superior un deck en madera será el escenario, con el respaldo de una gran pared vegetal, el mejor fondo para la presentación de todo tipo de espectáculos.

Y como complemento, el espacio “tras bambalinas” se configura como un hermoso y acogedor parque, propicio para la realización de pequeños eventos culturales diversos o como zona de apoyo de los actos que se presenten en el Teatro Suramericana, como conciertos, lecturas, bazares, entre otros.

Biblioteca del Jardín Botánico. Especializada en la materia, fue creada con el propósito de servir de apoyo a la investigación científica de la flora de Colombia. En 1978 fue fortalecida para ampliar sus servicios y enriquecer sus colecciones, con textos académicos que permiten las consultas de la población escolar circunvecina. Así, la biblioteca logra atender a públicos neófitos, aficionados o profesionales, incluyendo en sus servicios programas de todo tipo. Como respaldo, esta área cuenta con el apoyo de varias redes institucionales, como el Grupo de Unidades de Información Especializada –GUIE-, el Grupo de Bibliotecas Escolares y Públicas de Medellín y el Área Metropolitana y el Grupo de Servicios al Público de las Unidades de Información –SERVINFO-, lo que asegura una preparación constante e información de calidad para los usuarios.

Véase también

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Referencias

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  1. «Botánico Medellín - Historia». Botánico Medellín. Consultado el 27 de julio de 2023. 

Enlaces externos

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