Irredentismo peruano

El irredentismo peruano es una doctrina de corte nacionalista que promueve el establecimiento de un país en la región del «Gran Perú», el cual estaría conformado por el moderno país del Perú, junto una serie de territorios propuestos para anexarse y/o confederarse a dicho país, en base a haber tenido un nexo histórico y cultural con el área de influencia territorial de los Reinos del Perú (Virreinato del Perú e Imperio incaico), apelando a que dichos territorios tienen una tradición de «peruanidad», el cual se entiende en base a las identidades sociales de dichos Reinos del Perú, y no necesariamente en base a la identidad nacional de la moderna República del Perú.

Mapa irredentista del "Gran Perú". Rojo: Territorios que se ha propuesto anexar a la República del Perú en algún momento de su historia (Esfera de influencia pan-peruana según irredentistas maximalistas). ->Línea naranja: reclamado oficialmente en disputas territoriales (base de reclamos irredentistas minimalistas). Rojo claro: Territorios del Imperio Inca (Esfera de influencia peruana según irredentistas indigenistas). Rosa: Territorios de facto del Virreinato del Perú (Esfera de influencia peruana según irredentistas hispanistas). Rosa claro: Gran Venezuela (territorio hermanado a la esfera de influencia peruana según panhispanistas).

Oficialmente, el Estado Peruano ha practicado el irredentismo reivindicacionista, pero nunca ha practicado políticas irredentistas revanchistas en sus relaciones exteriores, sin embargo, si ha habido muchas personalidades historicas, referentes e intelectuales que han hecho presión para desarrollar un proyecto irredentista, teniendo su apogeo entre 1884 a 1929, durante la Cuestión de Tacna y Arica,[1]​ y otro reavivamiento en la década de 1970 durante el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada ante el centenario de la Guerra del Pacífico y la rivalidad entre Juan Velasco Alvarado y Augusto Pinochet en medio de la Guerra Fría.[2][3][4]

En Perú existe una corriente llamada `irredentista´, que no está dispuesta a cerrar los temas de frontera con Chile y que aspira al menos a 'recuperar' Arica, como se observó, por ejemplo, en la respuesta peruana al acuerdo chileno-boliviano de 1975. Su estrategia es mantener siempre temas abiertos, hasta esperar una ocasión propicia de redefinición de la frontera terrestre. Este enfoque es un factor de permanente inestabilidad regional, que la política exterior chilena debe lograr cerrar.

Antecedentes y Fundamentos

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A lo largo de la historia se han suscitado varias civilizaciones e imperios cuyas sedes de poder u origen se asentaban en territorios del actual Perú, como por ejemplo: la Cultura chavín, el Imperio Wari-Tiahuanaco, el Imperio incaico, el Virreinato del Perú del Imperio español, etc. Todas estas sociedades pan-étnicas habrían dejado una huella cultural muy alta en el que varios territorios terminaron muy integrados y siendo entrelazados en una sola unidad política, y luego una sola cultura (como la Civilización incaica y luego la identidad «Perulera»), lo cual a su vez genero entre sus habitantes una sensación de Patria en base a la común lealtad de distintas comunidades a una tradición socio-cultural y política-económica que se entendía como «El Perú». Esto no se desarrollo en base al moderno concepto de Estado nación (siendo anacrónico que se hubiese desarrollado alguna forma de nacionalismo basado en la identificación étnica con lo Quechua-Aimaras, Criollo o Indo-Mestizo; ni en la identificación cívica con la Republica del Perú contemporánea y su intento de construir una nueva identidad nacional, que ha sido diferente, ajena y hasta combatida por varios peruanos), si no en base al Pactismo de vasallaje de los Cacicazgos con las autoridades superiores, como el Inca del Tahuantinsuyo, y luego de las Republica de españoles y Republicas de Indios con el Monarca Español como Rey del Perú o «Inca Católico», dentro de un Reino específico llamado El Perú, propio y distinto del resto de Reinos de Indias que conformaban el Imperio español. En el contexto del Antiguo Régimen, entre las elites políticas de la Nobleza incaica, y posteriormente de la Nobleza peruana virreinal, está concepción tradicionalista de la Patria generaría una sensación de que estos tenían la posesión de todos estos territorios de los "Reinos del Perú" (en nombre de la Monarquía Hispánica, que en la época de la Casa de Austria tenía una autoridad mayormente nominal, dado que el gobierno de facto lo hacían autoridades locales como los Cabildos coloniales y los Caciques), y que entonces tales elites poseían un derecho natural e histórico de conformar una Sociedad Política en la región de El Perú, independientemente de la figura que encarne y represente está Unión Política, pues con la doctrina de la Retroversión de poderes se fundamentaba que el Rey de España, dentro de sus Juramentos en el Pacto colonial, tenía un deber implícito por proteger la integridad territorial de esta Unidad Territorial, y que en si mismo el Virreinato del Perú era un estado dentro de un estado (un Reino propio en Unión personal con la Corona de Castilla en la Monarquía compuesta, en vez de una propiedad del Estado Español), con Fuero propio a respetar y que en cualquier momento podría cambiar de amo si el Rey de España no cumplía tal juramento que se hizo con el Translatio imperii de la Casa real incaica a Carlos I de España como sucesor de Atahualpa, pues el reconocimiento del vasallaje de los súbditos estaba condicionado por el respeto del Rey a dicho Fuero en el Derecho indiano, y entonces los representantes e instituciones directas del Rey (como el Virrey del Perú, el Consejo de Indias, la Real Audiencia de Lima) venían a ser garantes de tal cumplimiento del juramento de vasallaje, que en el aspecto de la integridad territorial, genero que existiera una fuerte co-ordinación institucional entre tales comunidades (teniendo que consultarse a los municipios de los «países de indias» antes de hacer reformas territoriales), desarrollándose circuitos económicos y militares muy integrados a pesar de las diferencias culturales de una sociedad Plurinacional, y con ello un sincretismo cultural no solo entre lo español y mestizo, también entre indios de distintos cacicazgos.[5][6]

Sin embargo, durante las Reformas borbónicas, está concepción del Virreinato del Perú, como una Unión personal, sería desafiada por la concepción modernista de de la Unión real, promovido por los Regalistas y luego Absolutistas españoles en la Corte de España. Así, muchos reformadores consideraban que, si bien el derecho soberano del Rey de España tras la Conquista del Perú se fundamentaba en el Translatio imperii que hizo la Nobleza indígena aliada a los Conquistadores españoles, a su vez creían que dicho Pacto debía ser modificado o incluso violado en nombre de la Razón de Estado, para así poder beneficiar a los estamentos de indios y españoles con una administración mas eficiente y sin las trabas burocráticas que generaba el Pluralismo jurídico de los Fueros y su lentitud por consultar a las autoridades locales americanas, sean indígenas o criollas (que los españoles, ante las múltiples denuncias de abusos e irregularidades para cumplir las Leyes de Indias, percibían como corruptas y en un estado de Oligarquía por la poca presencia del poder ejecutivo del estado español). Así, las reformas borbónicas se propusieron a aumentar la autoridad del Poder Real y la Soberanía del Estado Español de los peninsulares (específicamente del Reino de Castilla, dado los ataques a los Fueros de Aragón y las Constituciones catalanas con los Decretos de Nueva Planta) en los Reinos de Indias, en detrimento de la Soberanía del Estado Peruano conformada por los estamentos de indios y el de españoles [criollos]. Lo cual a su vez generaría resentimientos en las elites políticas peruanas, tanto indígenas como criollas, cuando se crearon los nuevos reinos autónomos del Virreinato de Nueva Granada y Virreinato del Río de la Plata (cuyos territorios y reinos eran estados o provincias de los Reinos del Perú), algo que se considero impuesto y que muchos sectores contra-reformistas de la elite considerasen que fue una violación del juramento de vasallaje, lo cual provoco una serie de Protestas y rebeliones en el Virreinato del Perú durante el siglo XVIII, fundamentados bajo la consigna de Viva el rey, muera el mal gobierno, dado que los peruleros estaban convencidos de que estas decisiones eran arbitrariedades de funcionarios coloniales corruptos, responsabilizándose a los peninsulares Gachupínes de estas violaciones, pero jamás a la persona del Rey de España o "Inca Católico" (percibido como una figura paternal y mitificada, una figura ejemplar de Aristocracia clásica que encarnaba la etica de las virtudes y era el garante de justicia en todo el imperio, viéndole como una víctima inocente de malos asesores políticos afrancesados y de la codicia de la burguesía peninsular en detrimento de los criollos e indios) y con ello eran raros los movimientos separatistas en está primera ola de irredentismo peruano, siendo mayormente reformistas, dado que a pesar de la fragmentación territorial, aún había de hecho una Unión política al ser todavía todos estos territorios una serie de provincias de un mismo imperio.[5]

Historia

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Irredentismo virreinal

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Está ola irredentista virreinal intento ejecutarse durante el Siglo XVIII. Primeramente por la vía diplomática, a través muchos funcionarios expertos en asuntos de los Reinos de Indias, como Francisco Requena, el virrey Manuel Guirior, etc que aconsejaron que se restauren ciertos territorios al Virreinato Peruano, como el Reino de Quito[7]​ (o al menos la Gobernación de Guayaquil, que se dio en 1803)[8][9]​ o la Provincia de Charcas (o al menos la intendencia de Puno, que se logro en 1796), fundamentándose en que la Real Audiencia de Charcas y la Real Audiencia de Quito históricamente estuvieron subordinadas a la Real Audiencia de Lima.[10]​ De hecho, los Virreyes peruanos sentían que aún tenían cierta responsabilidad política con Quito y Charcas a pesar de las nuevas fronteras, por lo que trataban de tener una injerencia cuando se presentaba la oportunidad, y era muy frecuente que recíprocamente hubieran muchos funcionarios quiteños y charqueños (en mayor proporción que otros hispanoamericanos) laborando en la soberanía de la Real Audiencia de Lima.[11]​ Sin embargo, también fue considerado ejecutarse aquellas aspiraciones irredentistas por la vía armada, como fue el caso de la Rebelión de Túpac Amaru II, en el que José Gabriel Tupac Amaru se corono como "Don José primero, por la gracia de Dios, Inca, rey del Perú, Santa Fé, Quito, Chile, Buenos Aires y continentes de los mares del sur, señor de los Césares y Amazonas, y del gran Paititi" habiendo una intención explícita de anexar el Virreinato de Nueva Granada y el del Río de la Plata (además de pretender expandirse a la Amazonia, la Polinesia y la Antártida) a su proyecto monarquista de Imperio Peruano basado en un nacionalismo neo-inca.[12]

Llego a su clímax durante las Guerras de independencia hispanoamericanas, cuando el Virrey José Fernando de Abascal logro asegurar las simpatías Realistas entre los peruanos (tanto la nobleza como los plebeyos, sean blancos, indios o negros) a través de un gobierno Reaccionario muy eficiente, puesto que fue Corporativista y Populista, atendiendo muchas demandas sociales de la población que percibieron un "buen gobierno", evitando que los Liberales españoles y separatistas pudieron abanderarse de tales demandas sociales para propagar sus ideologías revolucionarias, y con ello Abascal logro que triunfe en el Perú la Contrarrevolución. Entre esas demandas, estaban la de los irredentistas peruanos que querían reincorporar al Virreinato del Perú varios territorios que se consideraban parte del "verdadero" Perú, las cuales tuvieron una oportunidad de realizarse al desarrollarse las Juntas de Gobierno de Hispanoamérica, que fueron reprimidas por el Ejército Real del Perú y así se cumplieron demandas territoriales como la re-anexión de la Provincia de Quito y la Provincia de Charcas, así como partes de la Intendencia del Tucumán (Salta, Jujuy y Córdoba) y de la Provincia de Popayán (Provincia de Pasto), además de reforzar la autoridad española y peruana sobre el Reino de Chile y la Intendencia de Chiloé.[13][14]​ Incluso se hizo una fuerte re-integración entre el Sur Peruano y el Altiplano Boliviano, dado que la Real Audiencia del Cuzco se hizo responsable de muchos atributos eclesiásticos y civiles cuando José de la Serna abandono Lima entre 1822-1824 (aunque no se atrevió a absorber la Real Audiencia de Charcas, para evitar conflictos entre realistas como la Rebelión de Olañeta).[11]

Irredentismo republicano

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Dada la derrota del Ejercito Real del Perú tras la Independencia del Perú, las ganancias territoriales del Virreinato fueron anuladas por presión de las Provincias Unidas del Río de la Plata (que disputaba el Alto Perú),[15]Chile (que tenía pretensiones expansionistas en Chiloe y el Paposo) y sobre todo de la Gran Colombia (que disputaba Guayaquil, la cual anexo forzosamente junto a Quito al Distrito del Sur, mientras hizo campaña por la Independencia de Bolivia y hasta considero balcanizar el Perú en un estado norteño y sureño).[16]​ Dada las circunstancias de que el Estado Peruano requería fuertemente de la asistencia de fuerzas extranjeras para subsistir (dado que la mayoría de la población se decantaba por el ejercito real), termino aceptando la aplicación del principio bolivariano de Uti possidetis iuris en base a las fronteras de 1810 (donde la diplomacia extranjera quiso desconocer las conquistas de Abascal), con la esperanza que el otro principio aceptado internacionalmente, el de Libre determinacion de los pueblos, permitiera que al menos las poblaciones del actual Ecuador y Bolivia (incluyendo zonas fronterizas con el Sur de Colombia Andino-Amazonico y el Noroeste Argentino de la Puna) pudieran ser incorporados al Perú, dado que a principios del Siglo XIX habían fuertes lazos de unión entre las poblaciones del Perú con las de esos territorios, siendo heredado de la época virreinal y manteniendo su unidad regional a pesar de las divisiones artificiales que generaron las reformas borbónicas, fundamentándose entonces que en todos esos lugares había una sola Realidad social "pan-peruana". [17][18][19][20]

Así, hubo proyectos como el de la Confederación Perú-Boliviana, el Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia, los Estados Unidos Perú-Bolivianos, etc que deseaban concretar tales aspiraciones, con o sin la colaboración de políticos ecuatorianos o bolivianos, pues hubo figuras como Agustín Gamarra o Nicolás de Piérola que propusieron la anexión total de dichos países, o al menos balcanizar y repartírselos con ayuda de Colombia (como la propuesta de José María Obando en 1841)[21]​o de Argentina y Chile (como la propuesta de Federico Errázuriz Echaurren).[22]​ Además, hubo figuras como Juan José Flores en Ecuador, Antonio José de Sucre y José Ballivián en Bolivia, Diego Portales en Chile, o Juan Manuel de Rosas en Argentina, que hicieron acusaciones de que los gobiernos peruanos (como el de José de la Mar, Agustín Gamarra o Andrés de Santa Cruz) pretendían anexarse sus provincias como Cuenca, Guayaquil, La Paz, Beni, Chiloe, Salta-Jujuy, etc.[23][24]

Figuras relacionadas al irredentismo peruano

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Referentes del irredentismo peruano (sean irredentistas abiertos, o personajes influyentes en pensadores irredentistas) a lo largo largo de la historia han sido Túpac Amaru II, José Fernando de Abascal, José de la Mar, Agustín Gamarra, Andrés de Santa Cruz, Nicolás de Piérola, Andrés A. Cáceres, Abelardo Gamarra, Guillermo Billinghurst, Óscar R. Benavides, Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Miguel Sánchez Cerro, Víctor Andrés Belaúnde, Manuel Odría, Luis Alberto Sánchez, Nicomedes Santa Cruz, Guillermo Thorndike, Juan Velasco Alvarado, Francisco Morales Bermúdez, Enrique Chirinos Soto, Carlos Contreras Carranza, Antauro Humala, entre otros.

Territorios del Gran Perú

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Irredentismo nacionalista (criollo-republicano)

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Irredentismo minimalista

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Está forma de irredentismo buscaría la recuperación de territorios que alguna vez pertenecieron al Perú luego de su independencia (sin apelar a otras unidades territoriales pre-republicanas), los cuales habrían sido perdidos por disputas fronterizas y guerras con sus países vecinos. Está mayormente fundamentado en un Nacionalismo cívico y Liberal.

 
Mapa del Virreinato del Perú en 1810, antes de la Revolución de Mayo, cuyos territorios eran los que reclamaron formalmente los primeros irredentistas peruanos, en base al principio de Uti possidetis iuris.
"La Asamblea Constituyente declara que el Perú, país del hemisferio austral, vinculado a la Antártida por costas que se proyectan hacia ella, así como por factores ecológicos y antecedentes históricos, propicia la vigencia de un régimen internacional que, sin desmedro de los derechos que corresponden a la Nación, asegure, en beneficio de toda la humanidad, la racional y equitativa explotación de los recursos de dicho continente."

Irredentismo maximalista

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Está forma de irredentismo buscaría, además de restaurar las fronteras nacionales según su derecho de independencia, el también anexar, o volverles estados clientes, a territorios que se consideran parte de la Esfera de influencia natural de la República del Perú, en el que existe un área territorial y cultural del "Gran Perú" según motivos étnicos y geopolíticos,[56]​ donde pueden influir los legados virreinales e incaicos, pero no se basan en estos, si no en proyectos post-independencia y practicidad económica (como la Confederación Perú-Boliviana o el Reino Unido de Ecuador, Perú y Bolivia, además de ofertas extranjeras solicitando anexarse al Perú). Esta mayormente fundamentado en un Nacionalismo cultural y Conservador.

 
Ambiciones expansionistas del estado peruano en algún momento de su historia republicana. No necesariamente llegaron a ser reclamaciones formales de territorio, quedando muchos en proyectos de figuras políticas que no lograron realizarse.
"El Perú proporcionaría fusiles, carabinas y artillería a Mosquera.- El Perú pondría 50.000 pesos a la disposición de Mosquera.- Mosquera proclamaría la separación del Cauca, anexando parte del Ecuador, excepto las provincias de Guayaquil, Manabí y Loja, que deberán hacer parte del Perú (...)"
Protocolo Mosquera-Selaya
"Aguirre, que partió con designios semejantes para la isla de Pascua, y que, recordando seguramente el viejo dominio del Perú, al dar con estorbos y tropiezos tomó violenta posesión de la isla (de Pascua) e hizo prisioneros al Rey (de los Rapa Nui) Maurata, a su hijo Tepito y a todos los sabios de la Corte. Era como un eco del sentido imperial que antes había unido al Perú con el Pacifico..."
Mercurio peruano, DMP (1942)

Irredentismo pan-andino

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Mapa irredentista según la visión geopolítica "neoinca" de Antauro Humala, referente del Etnocacerismo (ideología peruana ultranacionalista de corte indigenista y pan-andinista). En colores oscuros, los planes de expansión a corto plazo; en colores mas suaves, los planes de expansión a largo plazo.

Ha habido varios autores ultranacionalista de corte Indigenista y Panandinista, como Antauro Humala, que han buscado la restauración del Tahuantinsuyo en tiempos contemporáneos, tratando de anexar o confederar al Perú los países y territorios con una gran proporción de población Quechua y Aymara, como serían Ecuador, Bolivia, el Norte de Chile, el Noroeste argentino, Nariño (Colombia), etc.[87]​ Otros tantos también han propuesto al inclusión de territorios indígenas amazónicos (mayormente Pano-Tacanas, Arahuacos y Tupí-Guaraní) a este proyecto irredentista, lo cual haría incorporar el Amazonas Colombiano y partes del Centro-Oeste y Norte Brasileño, además de superponerse sobre las aspiraciones del Nacionalismo camba.

El Movimiento Nacionalismo Peruano (MNP), en Puno, busco proclamar una "Segunda República Peruana", proponiendo que de lograr llegar al poder en el Perú, iban a confederarse con Bolivia (por medio del indigenista Evo Morales) y Ecuador (por medio de la CONAIE) para finalmente restaurar un nuevo Tahuantinsuyo, que debería ser gobernado desde Lima o Cusco por los Cobrizos (Indígenas, Mestizo y Zambos) en vez de por la Oligarquía Criolla.[88]

También hubieron propuestas de crear la "República Federal de los Andes"[89]​ (un país constituido por los departamentos[90]​ del Perú, Bolivia[91]​ y Ecuador,[92]​ dirigido por el Pueblo quechua), siendo promovidas por el Partido Nacionalfederalista (PNF) bajo el ideario de confederar a los 3 países, en vez de anexarlos al Estado Peruano actual (inspirado en la Confederación Perú-Boliviana),[93]​ pero aún así habiendo un liderazgo peruano por cuestiones geopolíticas e histórico-culturales (promoviéndose que la capital este dentro del Perú, aunque proponiendo crear una nueva en territorios de Junín en vez de que sea Lima[94]​), con un enfoque económico basado en la agricultura y la minería como motor de la economía, así como el fortalecimiento de la industria gasífera, petrolera y pesquera.[95]​ Su mayor exponente ha sido Alfonso Klauer,[96]​además de haber tenido el apoyo de figuras políticas peruanas como Hernán Fuentes Guzmán (ex-Presidente regional de Puno).[94]​ Anteriormente este movimiento poseía paginas webs en Facebook, YouTube y Blogs (hoy en desuso, o archivadas por perdida del dominio web).[97][98]

Irredentismo pan-hispano

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También han existido movimientos irredentistas, de corte Panhispanista, los cuales tienen las propuestas mas maximalistas de buscar restaurar la grandeza territorial del Virreinato del Perú anterior a las Reformas borbónicas, puesto que el "Reino del Perú" durante la Casa de Austria abarcaba toda la Sudamerica hispana.[99]​ Siendo así un gran país sudamericano desde Panamá-Colombia hasta el Cono Sur, e incluso se ha propuesto incorporar a Venezuela a este proyecto (a pesar de que, con la salvedad de la Región Guayana, nunca estuvo bajo el gobierno de Lima, si no del de Nueva España, Santo Domingo y Nueva Granada) debido a los lazos histórico-culturales hispano-sudamericanos, sobre todo con el vínculo en el Reino de Tierra Firme. Entre sus referentes están Rafael Aita.[100]

 
Mapa diacrónico del Virreinato del Perú, base del irredentismo peruano de tendencia hispanista. En verde oscuro: Territorio de mayor extensión (en verde claro: pretensiones ante el Virreinato del Brasil, pero sin ocupación efectiva). En naranja: Territorio de facto, inmediatamente antes de la Independencia del Perú, tras las conquistas del virrey José Fernando de Abascal (en naranja claro: soberanía nominal en la Amazonía y la Araucanía-Patagonia).

Estos teorizan que la "Peruanidad" ha sido una realidad social anterior a la Independencia del Perú, mientras que la Republica del Perú y su proyecto de nación no tienen el monopolio de la "Peruanidad", incluso acusando al nacionalismo peruano de haber distorsionado la "autentica Peruanidad" en base al fenómeno de la ideología y el deseo Constructivista de una nueva identidad peruana artificial en base al Bajo Perú (específicamente la lealtad de los ciudadanos al Estado Peruano, a pesar de que muchas comunidades rurales no se identificaban con tal, como los Iquichanos), mientras renegaban de la identidad orgánica de la "Peruanidad imperial" del extenso Virreinato Peruano (que a su vez se consideraba continuador orgánico del Imperio incaico a traves de un Translatio imperii, no siendo un proyecto político exclusivamente Blanco o Criollo, si no Mestizo),[101]​ defendido por el Ejército Real del Perú, que tenía una concepción Supranacional de la Peruanidad (incluyendo a los quiteños, charqueños, chilenos, chilotas, pastusos, jujeños, etc de pueblos hermanados en su Hispanidad) que habría sido olvidada por la Historiografía oficial del estado peruano.[102]​Sin embargo, otros como José de la Riva Agüero y Osma si creían que la República Peruana era sucesora de una identidad que se estaba construyendo en 3 siglos de virreinato, aunque quedando en aspiraciones frustradas.[103]

Cuando Pizarro y Almagro exploran las tierras del mar del Sur, son llamadas el Levante. Es, desde 1529, año en el que Pizarro celebra la Capitulación de Toledo, el primer documento de naturaleza jurídica oficial en el que aparece «la provincia del Perú», juntamente con «la ciudad de Tumbez», en el que el nombre del Perú designa al pueblo y la cultura del Imperio incaico; y, luego, el extenso virreinato del Perú. Las menciones a Tumbez, en concepto de Porras, significan «el primer deslumbramiento de los españoles ante el Imperio de los Incas» (...) Si ahora se aprecia la peruanidad como un sentimiento, antes, por los tiempos de la independencia, fue un ideal, aunque no estuviera expresado en estos términos ni en programas, pero sí en la acción destinada a la construcción de una patria libre y distinta a la de la sociedad virreinal.
"el Descubrimiento y el Virreinato son una etapa nuestra y propia; que durante ella se dio nombre al Perú, se mestizó al Perú, se incorporó el Perú a la órbita de la cultura greco-romana-cristiana de Occidente [...] El español en el campo […] recibía la influencia del medio y del paisaje, y en cierto modo se indigenizaba. En cambio, el indio en la ciudad se fue occidentalizando diariamente"

Estos movimientos Hispanistas, mientras sean de corte integrador en vez de excluyente (y distinguiendo la peruanidad clásica del virreinato de la peruanidad moderna de la república), han llegado a mostrar algunos apoyos de otros países ajenos del área hispano-andino que han apelado los irredentistas peruanos maximalistas historicos. Por ejemplo, el historiador argentino, Patricio Lons, ha expresado simpatías por reivindicar la peruanidad de Argentina.[104]​A su vez, debido a la influencia de principios integralistas y universalistas del Tradicionalismo político hispánico y la Doctrina social de la Iglesia Católica, muchos de estos movimientos han mostrado abierta oposición al nacionalismo en si mismo por ser un fenómeno de enajenación modernista del autentico patriotismo, y sobre todo sus variaciones excluyente (como el Fascismo o el nacionalismo criollo).[105]

Críticas

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Intelectuales chilenos han criticado a movimientos irredentistas peruanos por caer en el Antichilenismo y otra clase de conductas Revanchistas que únicamente ha promovido Discurso de odio e impedido la reconciliación entre Nacionalistas de ambos países,[26]​e además de provocar que ambos países, por su ubicación geográfica estratégica, queden en estado de Aislamiento internacional, o incluso al borde de provocar una Guerra Sudamericana al juntarse las disputas Peruano-Ecuatorianas y Argentino-Chilenas.[3]

Este enfoque [irredentista] es un factor de permanente inestabilidad regional, que la política exterior chilena debe lograr cerrar (...) manteniendo posiciones firmes y claras frente a una postura inaceptable, pues su lógica sólo puede terminar en un nuevo conflicto absurdo y delirante, frente al que hay que oponer la permanente oferta chilena de integración y cooperación sin modificación de fronteras”

Intelectuales peruanos como Antonio Zapata Velasco también han mencionado que los movimientos irredentistas provocan desconfianzas exageradas ante el Estado Chileno y así perturban la mejoría de las Relaciones Perú-Chile (que actualmente son países aliados en la Alianza del Pacífico), aunque considera que son producto de una reacción justificada ante los intentos expansionistas de Chile y su falta de compromiso en respetar tratados internacionales como el Tratado de Ancón.[106][107]José Antonio García Belaúnde ha considerado que el irredentismo genera miedos y paranoias innecesarias que impiden la colaboración entre peruanos y chilenos, tanto a nivel social como diplomático, sobre todo en el contexto de la Controversia entre Chile y Perú sobre el triángulo terrestre.[108][109]

Manuel González Prada crítico la incoherencia de algunos irredentistas indigenistas de querer aspirar a incorporar al Perú los territorios del antiguo Imperio incaico, pues no consideraba que la República Peruana sea un sucesor fidedigno de un estado indígena, si no que era un estado creado por el Nacionalismo criollo para el beneficio de la Oligarquía criolla, sin intención de representar al indio, únicamente usar el discurso de un nacionalismo inca para fines contradictorios que impedían la Modernización política por culpa de añorar el pasado.[110]

“No faltan indiófilos que en sus iniciativas individuales o colectivas procedan como los Gobiernos en su acción oficial. Las agrupaciones formadas para libertad a la raza irredenta no han pasado de contrabandos políticos abrigados con bandera filantrópica (…) Entre tanto y por regla general, los dominadores se acercan al indio para engañarle, oprimirle o corromperle”.
Manuel González Prada

Además, movimientos Indianistas a favor del Nacionalismo aymara han criticado las pretensiones de un irredentismo indigenista (sea peruano o boliviano), pues consideran que ni el estado-nación peruano o boliviano representa a la nación aymara, la cual debe crear su propio país a partir de territorios de la Puna entre ambos países (y también de Argentina y Chile), ya que históricamente los nacionalismos peruanos o bolivianos han estado al servicio de la Civilización occidental y a las elites criollas a la que se oponen radicalmente, incluida la oposición a ser integrados en proyectos de nación mestizas.[111]

Por otro lado, se ha criticado al irredentismo peruano por generar un apoyo indiscreto al Autoritarismo y a la restauración del Militarismo, ademas de provocar un desvío de los problemas sociales de los peruanos a través de la fachada del patriotismo, que a su vez solo generaría un enfasis en buscar aumentar el gasto militar en vez de invertir en educación, salud, vivienda, o enfocarse en operaciones de espionaje en vez de mejorar las relaciones diplomaticas y economicas del Perú con sus vecinos.[112]​ Ha habido críticas específicas al irredentismo del movimiento Etnocacerista por ser un peligro a la democracia debido a promover el Estatismo, Colectivismo, Socializacion fascista y un ultranacionalismo excluyente y arcaico por querer imitar en tiempos contemporáneos las viejas conquistas irredentas de Adolf Hitler o Benito Mussolini, difícilmente replicables en el Derecho internacional actual.[113]

A su vez, investigadores sociales han criticado que los discursos irredentistas peruanos, así como los del resto de países latinoamericanos, solo han generado un sentimiento Derrotista entre las masas educadas por escuelas del estado peruano, lo que provoca una "Baja autoestima nacional" que es causa de un complejo de superioridad-inferioridad lleno de Chovinismo, Xenofobia y ansiedad por restaurar la "Grandeza Nacional" perdida, ignorándose los múltiples logros y avances en materia social y económica de la Nación peruana. Todo esto sería basado mayormente por mitos fundacionales que en una realidad objetiva de la historia nacional.[114]​ Además, se dice que hace que los irredentistas peruanos se queden estancados en pensamientos arcaicos del siglo XIX:[115]

Referencias

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  1. Cuadros, Manuel Rodríguez (26 de julio de 2020). «El espacio nacional y las fronteras como variables de las relaciones internacionales y de la política exterior: la especificidad de las negociaciones territoriales». Revista Peruana de Derecho Internacional (165): 17-52. ISSN 2663-0222. doi:10.38180/rpdi.v0i0.133. Consultado el 25 de septiembre de 2024. 
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  3. a b https://www2.congreso.gob.pe/sicr/cendocbib/con4_uibd.nsf/9f6a07b1de143ad105257456006180d7/3d4481f9c75fe79a05257c2a005b6f47/$FILE/Las_otras_voces_de_Chile.pdf
  4. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2022/04/malvinas_40a_final_digital.pdf
  5. a b https://ia803002.us.archive.org/18/items/LosReinosDelPer.ApuntesSobreLaMonarquaPeruanaFernnAltuveFebresLores/Los%20Reinos%20del%20Per%C3%BA.%20Apuntes%20sobre%20la%20monarqu%C3%ADa%20peruana%20-%20Fern%C3%A1n%20Altuve-Febres%20Lores.pdf
  6. Rafael Aita. Los Incas Hispanos. La historia no contada de la conquista del Perú - Rafael Aita. Consultado el 27 de septiembre de 2024. 
  7. http://www.scielo.org.co/pdf/frh/v22n1/2027-4688-frh-22-01-00200.pdf
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