Gaspar Hernández Morales

religioso camiliano peruano

Gaspar Hernández Morales, M. I. (Lima, Virreinato del Perú, 6 de enero de 1798-Willemstad, Colonia de Curazao y Dependencias, 21 de julio de 1858) fue un presbítero, religioso, profesor, político, prelado, tradicionalista y monárquico camiliano hispano-peruano nacionalizado dominicano. Tuvo una labor pastoral en cinco países: Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y Cuba.

Gaspar Hernández Morales, M. I.

Estatua del Padre Gaspar Hernández en Ciudad Trujillo hecha por el escultor español Luis Soto, ganador por concurso por esculpir la estatua.


Provisor y Vicario General de la Arquidiócesis de Santo Domingo
8 de abril-12 de junio de 1858
Predecesor Tomás de Portes e Infante
Arzobispo
Sucesor Calixto María Pina
Gobernador Eclesiástico
Información religiosa
Ordenación sacerdotal 11 de enero de 1821
por Antonio Sánchez Matas
Información personal
Nombre Gaspar Hernández Morales, M. I.
Nacimiento 6 de enero de 1798
Bandera de España Lima, Virreinato del Perú, Imperio español
Fallecimiento 26 de octubre de 1905 (74 años)
Bandera de los Países Bajos Willemstad, Colonia de Curazao y Dependencias, Imperio neerlandés
Alma máter Colegio Seminario de Santo Toribio

En Santo Domingo, fue maestro de dos de los Padres de la Patria de la República Dominicana, Francisco del Rosario Sánchez y Juan Pablo Duarte, el fundador de La Trinitaria. Participó prominentemente a favor de la separación de Santo Domingo de Haití, lo que llevó a su expulsión por parte del gobierno haitiano en 1843. Desde 1845 hasta 1848, ejerció como párroco en Venezuela. Tras el retorno a Santo Domingo tras su independencia, participó como miembro del Consejo Conservador desde 1851 hasta ser expulsado del país por Pedro Santana en 1853. Desempeñó labores pastorales en Santiago de Cuba, donde fue huésped del obispo san Antonio María Claret y enseñó filosofía en el Seminario San Basilio Magno hasta 1856. Al regresar a Santo Domingo, ocupó el cargo de vicerrector y brevemente de rector del Seminario Santo Tomás de Aquino. En 1858, tuvo un breve período como provisor y vicario general de la arquidiócesis de Santo Domingo.[1]

En su honor, el municipio de Gaspar Hernández en la Provincia de Espaillat lleva su nombre.

Biografía

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El presidente dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina en la inauguración de la estatua del Padre Gaspar Hernández.
El embajador peruano Carlos Arenas y Loayza dando un discurso en la inauguración de la estatua del Padre Gaspar Hernández.

Nació en Lima, el 6 de enero de 1798. Era hijo de Francisco Hernández, nativo de Galicia, y la limeña Juana Morales. A los 11 años comenzó su formación en el Colegio Seminario de Santo Toribio e ingresó a los 16 años en la Orden de San Camilo. En julio de 1814 pasó al convento de Nuestra Señora de la Buena Muerte, donde profesó sus votos simples al año siguiente tras el noviciado. Completados sus estudios teológicos, fue ordenado sacerdote por el obispo de La Paz, Antonio Sánchez Matas, el 11 de enero de 1821, y enseñó brevemente como profesor de filosofía en el convento de Nuestra Señora de la Buena Muerte y en el Seminario de Lima.

Poco después fue acusado de malversación de fondos y prácticamente recluido en el convento de San Francisco durante unos meses. Fue realista y durante casi cuatro años, sirvió como capellán castrense del Ejército Real del Perú bajo el mando del virrey José de la Serna hasta la derrota en la batalla de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824.

El 2 de enero de 1825 se embarcó en Vítor, Departamento de Arequipa. Después de algunos viajes, en febrero de 1830, llegó a Puerto Rico. Gracias a la intervención del obispo de Puerto Rico, Pedro Gutiérrez de Cos, ocupó un puesto como profesor de filosofía y matemáticas en el recién fundado Seminario San Ildefonso de San Juan de 1832 a 1834.

Tras la muerte de Pedro Gutiérrez, se instaló en la ciudad Santo Domingo, donde inició su labor pastoral el 22 de julio de 1839 en la Iglesia de San Carlos, fuera de Santo Domingo. Alternó este cargo con el de cura del sagrario de la Catedral Nuestra Señora de la Anunciación (1841-1843). En esos años, 1842, abrió una clase diaria de filosofía en una casa detrás de la parroquia de San Carlos. Entre sus alumnos se encontraban Juan Pablo Duarte, Francisco del Rosario Sánchez, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandro Pina. Cuando fue trasladado a la Catedral, la "escuela" se mudó a una pieza anexa a la sacristía de la Iglesia Regina Angelorum, donde se reunía con los jóvenes cada mañana. Estas reuniones diarias, más que clases de filosofía, parecían una «junta revolucionaria». En aquel entonces, la falta de instituciones educativas en Santo Domingo debido a la ocupación haitiana hizo que el sacerdote se convirtiera en uno de los pocos y principales educadores en toda la isla.

El 30 de abril de 1843, pronunció una homilía en el Te Deum en la Capilla de la Misericordia por el reciente éxito del movimiento de la reforma haitiana del 24 de marzo. En presencia del canónigo Tomás de Portes e Infante, vicario general de la arquidiócesis de Santo Domingo, del general Pablo Alí, comandante de Armas de Santo Domingo, y los miembros del Comité Popular de Santo Domingo, Gaspar Hernández Morales sensibilizó a su audiencia sobre la opresión pasada bajo Jean-Pierre Boyer y auguró un futuro prometedor para haitianos y dominicanos. Sin embargo, con la llegada al poder del presidente haitiano Charles Rivière-Hérard, el hombre fuerte que desplazó a Boyer, Gaspar Hernández fue obligado a salir de la isla rumbo a la Colonia de Curazao en agosto de 1843, junto con el franciscano navarro fray Pedro Pamiés (1809-1843), acusados de agitar al pueblo con sus sermones.

Los presbíteros Hernández y Pedro Pamiés defendieron una visión en la cual España, vista como protectora del clero y la tradición religiosa dominicana frente a la represión y el menosprecio hacia la fe católica por parte de los sucesivos líderes haitianos, que favorecían a misioneros protestantes metodistas ingleses. Esta persecución religiosa se considera una de las causas fundamentales de la búsqueda de independencia dominicana.[2]

Desde la isla de Curazao, el sacerdote Hernández se comunicó con el gobernador de Puerto Rico el 22 de agosto, abogando por el retorno de Santo Domingo a la soberanía española. Expresó su lealtad a España, declarando: «en cualquier parte soy español». En una carta de marzo de 1844 a un amigo, el Padre Hernández decía: «Te felicito a ti y a todos los dominicanos por haber sacudido el yugo de la dominación de los muñeses cocolos, abrigando la esperanza de que como Uds. no han sido nunca ingratos con su madre patria, pronto aclamarán a ella».

Pasó a Venezuela, trabajando como párroco en Altagracia de Orituco y, desde 1845, como párroco interino y vicario de La Guaira hasta marzo de 1848. Regresó a Santo Domingo y sirvió como párroco interino de la ciudad de La Vega desde octubre de 1848. Apoyó al general de división Pedro Santana en el pronunciamiento de La Vega el 21 de mayo de 1849 contra el presidente dominicano Manuel Jimenes. En 1851, fue elegido diputado por la Provincia de Santiago y llegó a ser vicepresidente y presidente del Consejo Conservador, promoviendo la educación pública. En octubre de 1852, fue nombrado profesor de matemáticas, agrimensura y cosmografía en el Colegio Nacional San Buenaventura. Paralelamente, fue párroco de Santa Bárbara y Azua. El 6 de marzo de 1852, el arzobispo de Santo Domingo, Tomás de Portes, lo nombró canónigo de honor del Cabildo de la Catedral de la Anunciación, pero fue suspendido a divinis por conducta irregular.

Cuando el general Pedro Santana fue elegido presidente de la República Dominicana por segunda vez, emitió un decreto expulsando nuevamente al cura Hernández del país en marzo de 1853, junto a los presbíteros Elías Rodríguez y Santiago Díaz de Peña. Exiliado en Curazao, publicó una obra llamada Derecho y prerrogativa del Papa y de la Iglesia, o sea una breve impugnación de los cuatro artículos de la Asamblea del clero galicano de 1682. En este texto, el sacerdote expone con claridad sus pensamientos monárquicas y su escepticismo hacia los gobiernos republicanos de Hispanoamérica, afirmando que estos «prometen mucho y nada cumplen; al contrario, destruyen libertades y derechos sociales. Estos defectos son notorios».

De Curazao, se trasladó a la ciudad de Santiago de Cuba, y durante tres años fue huésped del arzobispo catalán Antonio María Claret, trabajando en aquella Catedral y algunas parroquias de la arquidiócesis, enseñando filosofía en el Colegio Seminario San Basilio Magno (1854-1856), y ocupando su puesto de canónigo honorario en aquel Cabildo, a pesar de serlo de jure únicamente en la Catedral de Santo Domingo.

Procedente de Santiago de Cuba y tras una breve escala en La Habana, llegó a Santo Domingo el vapor Habanero el 24 de enero de 1857. Amparado en el decreto del Consejo de Secretarios de Estado, firmado por el presidente dominicano Manuel de Regla Mota el 11 de agosto de 1856, el viajero pudo regresar, gracias a la anulación de la orden de expulsión y la autorización para el retorno de los exiliados del gobierno de Pedro Santana. Esta estancia, la tercera y última en Santo Domingo, duraría apenas 17 meses. Durante este periodo, el clérigo asumió el rol de vicerrector del Seminario Conciliar Santo Tomás de Aquino (1857-1858), participó en la consagración del obispo coadjutor Elías Rodríguez en 1857 y presidió su funeral. A la muerte del arzobispo Portes se hizo cargo del gobierno de la arquidiócesis y rector del Seminario Santo Tomás de Aquino el 8 de abril de 1858. Estos acontecimientos ocurrieron en medio de una guerra civil en la que Santana asediaba Santo Domingo. Ante la inminente entrada de Santana a la ciudad por la capitulación del presidente Buenaventura Báez, decidió marcharse antes de la rendición.

Llegó a Curazao el 12 de junio de 1858 y se hospedó con el vicario apostólico de Curazao, Martin Joannes Niewindt. Sin embargo, enfermo y a pesar de recibir asistencia médica, su salud no resistió. Falleció el 21 de julio de 1858, a los 60 años, y fue enterrado en la parroquia Santa Ana de Willemstad.[1]

Referencias

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  1. a b Sáez Ramo, José Luis (2003). «El padre Gaspar Hernández Morales, M. I. (1798-1858) y su verdadero aporte al movimiento independentista». Revista Clío Año 2003 No. 165. 
  2. Rodríguez Demorizi, Emilio (1942). «El caso Gaspar Hernández». Revista Clío Año 1942 No. 54.