François Fédier
François Fédier (Asnières-sur-Seine, 19 de diciembre de 1935-Ibídem, 28 de abril de 2021)[1] fue un filósofo francés.
François Fédier | ||
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Información personal | ||
Nombre de nacimiento | François Ernest Albert Fédier | |
Nacimiento |
19 de diciembre de 1935 Asnières-sur-Seine (Francia) | |
Fallecimiento |
28 de abril de 2021 XV distrito de París (Francia) | |
Nacionalidad | Francesa | |
Educación | ||
Alumno de | Jean Beaufret | |
Información profesional | ||
Ocupación | Filósofo, traductor, catedrático y profesor universitario | |
Área | Filosofía y translation from German | |
Biografía
editarAlgunos de sus amigos cercanos han hecho notar que los padres de François Fédier provenían de Suiza (Suiza alemana). Estudió con Jean Beaufret desde 1955. Se consagra, a partir de 1958, a la traducción de textos de Martin Heidegger. Profesor agregado de filosofía, ejerció la docencia en primera superior en el Liceo Pasteur, hasta su retiro en 2001. Ha traducido, también, numerosos poemas y textos importantes de Friedrich Hölderlin. Ha sido el profesor de una nueva generación de filósofos, como Hadrien France-Lanord, Philippe Arjakovsky y Fabrice Midal, quien fue introducido en el ámbito de la meditación oriental por el biólogo chileno Francisco Varela. Dirigió la traducción, tarea que le fue encargada por el propio autor, de la Edición Integral (Gesamtausgabe — G.A.) de Heidegger en la Editorial Gallimard de París. En 2017 la Pontificia Universitas Lateranensis (Pontificia Universidad Lateranense) le concede una medalla honorífica por dirigir la traducción de la Edición Completa de Heidegger al francés, tarea que, como se ha indicado, le fue confiada por el propio Heidegger. Con fecha 29 de noviembre de 2018 son publicados los dos primeros volúmenes de sus Cuadernos de trabajo en la Editorial Gallimard. El primero (1931-1938) lo traduce Fédier y el segundo lo traduce Pascal David.
Con ocasión de la publicación de Voz del amigo y otros ensayos en torno a Heidegger por la Editorial de la Universidad Diego Portales (2017), Juan Rodríguez M. le hace una entrevista por correo electrónico en la que Fédier cuenta a grandes rasgos su relación con Heidegger. Dice Rodríguez: En 1958, el filósofo visitó la Universidad de Aix-en-Provence, en el sur de Francia, para dictar una conferencia sobre “Hegel y los griegos”. Entre el público estaba Fédier: “Así es que vi primero al conferencista. En este caso, apenas tengo dificultad para encontrar las palabras para decir la impresión que tuve”, cuenta. Y entonces recurre a unas palabras de Hannah Arendt, incluidas en uno de los textos de Voz del amigo, y tomadas de una carta que le escribió a su marido: en ella, la teórica política, dice que Heidegger, su antiguo maestro, “está en magnífica forma”, que parece haber “encontrado su Medio”. Arendt vio en él “una verdadera libertad”: “Habla con calma, sin el menor pathos; para decirlo todo: en estado de gracia”. “No hay mejor manera de decir la impresión que sentí cuando vi a Heidegger en esa primavera de 1958”, confirma Fédier. Él tenía veintidós años, Heidegger estaba en sus sesenta y nueve. “Posteriormente, no dejé de verlo hasta 1974, dos años antes de su muerte. Así es que pude observar a este hombre durante casi veinte años”.
La entrevista se publicó el 27 de agosto de 2017 en la página E-6 del suplemento cultural Artes y Letras del diario El Mercurio de Santiago de Chile.
La esclarecedora entrevista de Juan Rodríguez M. continúa en estos términos: “A la bondad la acompaña la simplicidad —agrega Fédier—. Martin Heidegger era muy fácil de vivir (como decimos en francés). Por ejemplo: lo llevé muchas veces en auto desde Friburgo, donde vivía, hacia Provenza; era un viaje que duraba tres días. En el recuerdo de este viaje no hay un solo momento de molestia o de tensión: Heidegger estaba muy atento a los paisajes que atravesábamos”. “Hay que decir que Provenza es un paisaje maravilloso. Paseamos muchas veces por los paisajes de Cézanne. La atmósfera feliz, pero también muy contenida, casi austera del paisaje, parecía convenirle del todo”.
Hay más recuerdos. Por ejemplo, uno que “tiene la ventaja de cubrir varios años. Desde 1958 a 1973 vi envejecer a Heidegger. Hoy tengo la misma edad que tenía él en la época de los seminarios de Le Thor [un curso que dictó en esa localidad francesa, en 1969]. Y me puedo dar cuenta de mi ingenuidad de entonces: año a año él iba avanzando en edad, y al verlo envejecer, yo me decía que debía ser fácil envejecer, mientras se tuviera salud”, cuenta Fédier. “¡Hoy sé que envejecer como él no se le da a todo el mundo! Me doy cuenta de toda la atención que hay que poner, de todo el trabajo que hay que hacer, a cada instante, para no dejarse invadir, paralizar, ensombrecer por la edad. Heidegger guardó hasta el final de su vida la misma ecuanimidad, la misma atención por los otros, las mismas ganas de responder siempre a las expectativas. En resumen: al contrario de lo que piensa mucha gente mal informada, su vida entera respira como su pensamiento. En ese sentido también es un ejemplo”. Fédier visitaba regularmente a Heidegger. Iba a su hogar, tanto a la “pequeña casa” que tenía en Friburgo, Alemania, como a la cabaña que tenía en Todtnauberg, en la parte alta de la Selva Negra, “que era incluso más pequeña. Estas dos viviendas tienen, cada una, un aspecto particular. Pero lo que llama la atención sobre todo es la ausencia de un lujo ostentoso. Por así decirlo: había un confort real, obtenido con los medios más simples y más inmediatamente disponibles”. También conoció la casa donde nació Heidegger, en el valle del alto Danubio, en Meßkirch.
Esas visitas tenían que ver con cuestiones de traducción. “Pero, rápidamente, el placer de encontrarlo se convirtió en más central; y así se creó la costumbre (apenas se presentaba la ocasión) de dar un salto hacia su hogar”.
Por cierto, Voz del amigo —el primer libro del autor publicado en español— se da a conocer en España y en la América hispánica.
A Hadrien France-Lanord debemos un breve bosquejo de la figura de Fédier. Él, dice, pertenece a la tradición de esos grandes filósofos franceses que, como Alain o Jean Beaufret, consagran lo esencial de su tiempo no tanto a publicar libro tras libro para asegurar la difusión planetaria de su carrera, sino más bien a transmitir un saber a través de un aprendizaje en que la integridad del ser humano se ve comprometida. En pocas palabras, consagran lo esencial de su tiempo a educar a las generaciones jóvenes. La influencia de esta verdadera educación es tanto más profunda en la medida en que es menos visible dentro de la neblina exageradamente ilustrada, deslumbradora y enceguecedora de la agitación pública. Y ella es lo bastante rara como para merecer ser aclamada en una época en la que “aquellos que se apasionan por la escuela” olvidan decir, simplemente, lo que es: el espacio donde puede desplegarse lo que los Antiguos llamaban scholé [σχολή], a saber, el ocio, otium, tiempo libre o la vacación que da al pensamiento la ocasión de tomar contacto con los fenómenos. Y esto, en completa libertad, es decir, sin programa, sin un plan trazado de antemano, sin la opresión de las estadísticas y al abrigo del aporreamiento de la rentabilidad a cualquier precio (Véase su prefacio a L’art en liberté, Pocket, París, 2006, p. 11).
Pascal David indica que Fédier trabajó en la elaboración de nuevas vías para traducir e interpretar rigurosamente el pensamiento de Heidegger, a quien conoció personalmente; además formó a numerosos traductores en la experiencia de traducir, entre los que se cuenta el propio Pascal David. Su trabajo, agrega, no ha cesado de implicar las más altas exigencia en lo que se refiere a las traducciones de Heidegger, lo cual ha conllevado el hecho de no ceder nunca a las facilidades de una traducción convencional, académica. Deja de lado el evasivo lenguaje estereotipado (la "langue de bois") para, con todo el rigor propio de la fenomenología, dar a ver y a entender aquello que vierte del alemán al francés. Si aceptamos que ha habido lo que se ha convenido en llamar una "recepción" de Heidegger en Francia —en el sentido positivo de esta expresión—, él no ha sido solamente la piedra angular. Es el alma misma de esa "recepción". (Véase, Le Dictionnaire Martin Heidegger, Cerf, Paris,2013, p. 479).
El filósofo chileno-español Francisco Soler Grima —discípulo de José Ortega y Gasset y Julián Marías— consideraba a François Fédier y a Jean Beaufret como los máximos exponentes del pensamiento surgido de las meditaciones de Heidegger. Afirma enfáticamente que Jean Beaufret junto con F. Fédier y un pequeño grupo de discípulos, son quienes han tomado a Heidegger con la seriedad que hace al caso y continúan pensando, en fiel y libre discipulado, el ámbito pensante abierto por el maestro de Friburgo. Sin duda alguna, los Dialogue avec Heidegger es lo mejor que acerca de Heidegger se ha publicado, junto con los breves tratados de Fédier (por ejemplo, Parole-Poème-Sacré. Rev. Liberté de Montreal), prólogos y notas iluminadoras a sus traducciones de Heidegger. ¡Beaufret y Fédier están pensando en Francia! (Véase su prólogo a Filosofía, Ciencia y Técnica, Editorial Universitaria, Santiago, 62017, p. 55).
Jorge Eduardo Rivera, a quien debemos la segunda traducción de Sein und Zeit al castellano, manifiesta que, por una parte, el constante diálogo con el profesor Friedrich-Wilhelm von Herrmann y, por otra, conversaciones ocasionales con el profesor Hans-Georg Gadamer y con el profesor Max Müller ayudaron a la comprensión más exacta de algunos pasajes especialmente difíciles de esta obra fundamental de Heidegger. También debo mencionar aquí —agrega— algunos encuentros con François Fédier y con el traductor francés de Sein und Zeit, François Vezin, quienes tuvieron a bien examinar algunos puntos particulares del texto. El resultado fue un texto muchísimo más límpido y más comprensible (Véase su Prólogo a Ser y Tiempo, Ed. Universitaria, Santiago de Chile, 1997, p. 18. Esta versión ha sido reproducida por la Editorial Trotta de Madrid).
Participa el año 1965 en la travesía Amereida, que parte desde Chile, pasa por Argentina y llega a Bolivia, proyectando inicialmente llegar a Venezuela, de acuerdo a lo que indica François Fédier en el video «La invención de un mar», accesible en los enlaces externos de esta página. Los participantes de la travesía fueron: Jonathan Boulting, poeta, Alberto Cruz, arquitecto, Fabio Cruz, arquitecto, Michel Deguy, poeta, François Fédier, filósofo, Claudio Girola, escultor, Godofredo Iommi, poeta, Jorge Pérez Román, pintor, Edison Simons, poeta, y Henry Tronquoy, escultor.
En Artes y Letras de El Mercurio de Santiago (8 de enero de 2017), Macarena García se refiere a esta travesía de la manera siguiente: "Victoria Jolly pasó su infancia en las dunas de Ritoque, en una casa de paredes curvas que no se llamaba casa, sino "hospedería". Hija de uno de los profesores de arquitectura de la Universidad Católica de Valparaíso, creció en esa comunidad, donde arquitectos hacían actos poéticos y poetas levantaban casas experimentales. Acabó entrando ella misma a la "Escuela", esa experimental facultad donde los alumnos van de "travesía" con sus profesores. Hoy vive con su pareja y dos hijos en la Ciudad Abierta. Javier Correa es cineasta y vive en Santiago, aunque sea también el último nuevo integrante de esta comunidad fundada en 1970. Su relación con este proyecto data de fines de los noventa, cuando escribía poesía y viajaba a Valparaíso y Ritoque para seguir las actividades de este grupo. Después vivió en Londres y a su regreso se acercó a la Ciudad Abierta , con el proyecto de hacer una película. "Y de a poco esta película se transformó en algo mucho más grande", cuenta.
Jolly y Correa son los impulsores del nuevo momento de la Ciudad Abierta. La nueva generación".
Macarena García se refiere a continuación directamente a François Fédier:
"Hace algo más de dos años, Jolly y Correa almorzaban con Miguel Eyquem Astorga, el más antiguo "colono" de la Ciudad Abierta, quien les sugirió que fuesen a hablar con "los europeos que quedan vivos". Se refería a François Fédier, Michel Deguy y Jonathan Boulting, los únicos tres integrantes que pueden todavía contar de la mítica travesía Amereida, aquella que fusionó las palabras América y Eneida para hacer un poema épico de este continente. Un grupo de artistas, arquitectos, poetas y filósofos partió de Punta Arenas en 1965, con la intención de llegar a Santa Cruz de la Sierra, que consideraban el centro y capital poética de América, donde unirían los ejes de la Cruz del Sur. Los poemas, experiencias y escritos de los participantes, previos y posteriores a la travesía, dieron forma al libro-poema Amereida, publicado en 1967. Amereida es hoy también el nombre de la corporación que rige la vida de la comunidad y organiza actividades culturales dentro y fuera de la Ciudad Abierta en Ritoque.
La idea de Miguel Eyquem prendió en Correa, quien viajó a París a entrevistar al poeta Michel Deguy y al filósofo François Fédier. Este último le preguntó en qué estaba la Ciudad Abierta hoy y cuando Correa le contó de las ambiciones de una nueva generación, Fédier le entregó un sobre cerrado para que trajese a Chile. Cuando lo abrieron en Ritoque, se encontraron con los negativos de 300 fotos, en su mayoría inéditas, de la travesía Amereida. "Fue muy sincrónico porque justo en ese momento estábamos pensando en cómo volver al origen para proyectar hacia adelante", explica Jolly, que por ese entonces dirigía la Corporación Cultural Amereida, levantando nuevos proyectos culturales y creativos. Nació entonces la idea de hacer una exposición: "Siempre se había mostrado la travesía en torno a otros temas; a una cierta pedagogía académica, por ejemplo", explica Victoria Jolly. Correa complementa: "A partir de los 90, hay investigadores y curadores internacionales que ponen su vista en el sur y en estos movimientos culturales y artísticos, pero siempre han tenido una mirada que intenta ubicar todo esto dentro de una historia, y al ubicarlo en esa historia también lo veían como un proceso cerrado, concluso. Relacionan la Escuela de Valparaíso con el modernismo latinoamericano, por ejemplo". Sebastián de Larraechea, compositor y otro de los nuevos integrantes de la comunidad, interviene: "Se da la casualidad de que las últimas personas que hemos entrado a la Ciudad Abierta no somos profesores de la universidad. Y esto ha dado un impulso para pensarla en sí misma". Y agrega: "Nosotros no tuvimos una relación con ese origen. Se nos traspasó por la tradición oral". "Y la tradición tiene el problema de que puede volverse una retórica", puntualiza Jolly.
La muestra sería así una aproximación del presente de la Ciudad Abierta a ese viaje de actos poéticos, lecturas e intervenciones en el espacio que cristalizaba la propuesta que después se convertiría en el sello de la Escuela de Valparaíso. "Volvimos a leer los documentos: los poemas, las bitácoras de Alberto Cruz Covarrubias, de Claudio Girola", explica Jolly. Y se encontraron con una experiencia marcada por la precariedad que les llamó la atención, explica Correa: "La Amereida siempre se presentaba desde un cierto esplendor: estos artistas, muy bravos, muy buenos, que habían hecho unos tremendos actos poéticos y tremendas esculturas. Este viaje que había legado estas grandes palabras: 'mar interior' y 'propio norte'. Pero con estas fotos se nos aparecía el backstage del asunto, una precariedad que nos pareció mucho más interesante: padecimientos, aventuras, gestos que mostraban otros sentidos".
Agreguemos que en el Homenaje a Fédier recogido en el libro La fête de la pensée participaron los arquitectos chilenos Alberto Cruz Covarrubias y Miguel Eyquem, por un parte, y el poeta chileno-argentino Godofredo Iommi, por otra.
La Agencia France-Press informó el 29 de abril de 2021 acerca de su muerte: «En breve: Francia: muerte del filósofo François Fédier, especialista en Heidegger. El filósofo francés François Fédier, especialista y traductor de Martin Heidegger, falleció el miércoles en París, según informó el jueves su entorno».
El 20 de mayo de 2021, Monde da la noticia de su fallecimiento y presenta una breve semblanza suya escrita por Nicolas Weill: «El filósofo y especialista en Heidegger François Fédier murió en París el miércoles 28 de abril. Nacido el 19 de diciembre de 1935, tenía 86 años. Tal era el apego y el respeto que sus alumnos sentían por este hombre, que era ciertamente cortés a la manera "de la vieja Francia", de una cultura filosófica y literaria excepcional. Profesor carismático de clases preparatorias hasta 2001, en la khâgne del Liceo Pasteur, en Neuilly-sur-Seine (Hauts-de-Seine), se adhirió a esta tradición francesa de excelencia —paralela a la universidad y a la investigación de la que desconfiaba, como el propio Heidegger—, a la que dedicó su vida. François Fédier estaba abierto a la discusión, presentando de buen grado a sus visitantes su tebaida (retiro solitario) en la calle de Rocroy, en el distrito 10 de París. Las paredes estaban forradas con primeras ediciones y fotos firmadas por el autor de Ser y Tiempo, lo que atestigua su cercanía al filósofo de Friburgo de Brisgovia. Lo había conocido, y éste disfrutaba conversando con este buen germanista, que había llegado a su pensamiento a través del interés que ambos tenían por el poeta Friedrich Hölderlin (1770-1843). — Seminarios en Le Thor: Con François Fédier, un cierto tipo de sociabilidad maestro-discípulo que dominaba la lectura francesa del pensamiento heideggeriano desapareció o se desvaneció. Está simbolizado por el acontecimiento intelectual que constituyeron los seminarios de Le Thor (1966-1969), en la Provenza, donde, invitado por el poeta René Char, Heidegger (1889-1976) fue al encuentro de una nueva generación de filósofos y poetas franceses e italianos, entre ellos Michel Deguy, Giorgio Agamben, Barbara Cassin, François Vezin, Jean Beaufret. François Fédier fue uno de los organizadores».
En la breve nota que le dedica el Dictionnaire Martin Heidegger (Cerf, 2014), coeditado por él, el traductor y filósofo Pascal David concluye: «Si existe efectivamente, en el sentido positivo del término, lo que se llama una "recepción" de Heidegger en Francia, no es sólo el eje. Él es el alma de la misma». En las honras fúnebres dedicadas a Fédier, Pascal David pronunció estas palabras: «Un poète allemand a pu dire que « face aux éminentes qualités d’un être, il n’est d’autre remède que l’amour ». En marge de cette phrase de Goethe, qui d’entre nous pourrait ne pas être tenté d’écrire : François Fédier ? Ou « Monsieur François », comme il lui arrivait de dire pour ne pas avoir à épeler son nom. La rigueur obstinée de son travail, contre vents et marées, cet art de traduire qu’il poussa jusqu’à la virtuosité, la passion qu’il voua à l’enseignement, mais aussi sa bienveillance et sa générosité rares, pour ne nommer ici que certaines de ces « éminentes qualités ». Ce qu’il nous a donné à voir, ce qu’il aura semé d’un geste auguste est aujourd’hui encore et peut-être plus que jamais promesse d’avenir pour tous ceux qui auront eu la chance de croiser son chemin ou, mieux encore, de faire avec lui un bout de chemin. Car qui mieux que François aura illustré en sa manière d’être, qui était de rayonner, ce que pourrait vouloir dire l’habitation poétique de la terre ? Mais l’amour n’est pas seulement remède. Fort comme la mort, il rend indéfectible notre lien avec un être cher. Tout ce que nous lui devons, qu’un mot tout simple suffise aujourd’hui à l’exprimer : merci.».
En Italia, la revista Eudia (Anuario de Filosofía, Poesía y Arte) publicó un escrito el 4 de mayo de 2021, À la mémoire de François Fédier, acompañado de una fotografía suya. Allí se dice: «François Fédier si è spento a Parigi il 28 aprile 2021. La redazione di eudia saluta in lui, oltre che un autore, e membro del comitato scientifico, della rivista, anche un amico — nel senso in cui ne parla lo stesso Fédier in una conferenza intitolata, appunto, La voix de l’ami: “Cette voix … vient d’un être humain tout comme nous, et qui nous dit que le tout autre est au cœur de chacun — sinon même son cœur.” Noi tutti lo ricordiamo come un “pensatore autonomo” — un Selbstdenker, secondo la definizione che ne dà lo Husserl della Krisis: “Selbstdenker sein, autonomer Philosoph im Willen zur Befreiung von allen Vorurteilen, fordert [vom gegenwärtigen Philosophen] die Einsicht, daß alle Selbstverständlichkeiten Vorurteile sind, daß alle Vorurteile Unklarheiten aus einer traditionalen Sedimentierung sind, und nicht etwa bloß in ihrer Wahrheit unentschiedene Urteile, und daß dies schon von der großen Aufgabe, der Idee, gilt, die ’Philosophie’ heißt”. Proprio in quanto pensatore autonomo, ovvero pensante in lingua madre, Fédier è stato anche un vero traduttore, che ha esemplarmente errato fra il greco, il tedesco e il francese. La sua opera resta. Essa continuerà a parlare a tutti coloro che, meditando, insistono nell’amicizia della verità.»
En Chile, la Revista de Filosofía (de la Universidad de Chile) presenta un recuerdo de François Fédier, cuyo autor es Jorge Acevedo. El escrito aparece también en portugués en la revista, Toledo (Brasil), v. 5, n˚1 (2022), traducido por Ademir Menin. Además, aparece en francés —En se souvenant de François Fédier— en la revista Studies Volumen 39, Berlín, 2023, Págs. 339-343, traducido por Pascal David. Por otra parte, la Escuela de Arquitectura de la P. Universidad Católica de Valparaíso (Chile), junto con informar de su deceso, se refiere a su vinculación con profesores de la Escuela: «François Fédier recorrió un extenso camino junto a los cofundadores de nuestra escuela, el cual se inició en Europa los primeros años de la década del 60 cuando conoce al poeta Godofredo Iommi y al pintor Francisco Méndez. Con ellos, y otros tantos artistas, actores, escritores y poetas que se fueron uniendo, transitaron por plazas, parajes, calles, ciudades y pueblos, realizando Phalènes, nombre que dieron a tales acciones fundadas por Iommi. Fue en ese ámbito donde la poesía se extendía en palabra escrita o bien a viva voz, que conoció también a Claudio Girola una primavera de 1963, viéndole esculpir uno de los tantos signos que rubricaban in situ cada acto. Años más tarde, recordando esa experiencia anota: Los dedos ágiles, las manos libres, los brazos ya menos, el hombre entero lleno de angustia, encabritándose, refrenándose para dejar libre curso a la angustia de la obra. Es que conocer al grupo y permanecer junto a ellos, fue su necesario meandro filosófico, aquel que le permitió ir hacia ese cauce de hermandad creativa en que habitaba junto a la poesía de actos de Godo. Por ello, acceder a la invitación que éste le hace en 1965, de realizar una gran travesía por el interior del continente americano cruzándola a paso diario de actos poéticos desde Tierra del Fuego hacia el extremo norte, junto a poetas, artistas y arquitectos americanos y europeos, es para él una orientación de vida y pensamiento: Siempre no comprendemos, desgraciadamente, que la manera que tienen los artistas de trabajar debería ser para nosotros la escuela para aprender cómo entender el verdadero hacer de los hombres. Amereida, como fue nombrada esa travesía, es para Fédier un hecho poético cabal y pleno». «François Fédier, muere el 28 de abril de 2021, con su partida no podemos sino saludar aquello que él mismo escribió: Ojalá pudiéramos algún día decir que fui el primer filósofo humilde».
El volumen 91 de la Gesamtausgabe (Edición Integral) de Heidegger, publicado en 2022, está dedicado a la memoria de François Fédier (dem Gedenken an François Fédier).Se trata del Band 91 del IV Abteilung: Hinweise und Aufzeichnungen. Trae Ergänzungen und Denksplitter.
Referencias
editar- ↑ Hanimann, Von Joseph (30 de abril de 2021). «Mit akribischer Vehemenz». Süddeutsche Zeitung (en alemán). Consultado el 1 de mayo de 2021.