En la antigua Roma, recibía el nombre de fiscus el tesoro personal del emperador, recaudado mediante el cobro de impuestos en las provincias imperiales. Fue instaurado durante la administración del Principado en el Imperio romano.

El fiscus, término latino de donde proceden las palabras fisco y fiscalidad, designa en origen la cesta de junco o de mimbre que recogía el dinero pagado por los contribuyentes para ser entregado a la caja central de Roma o a la caja provincial, y luego por extensión a la caja imperial.[1]

Historia

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Augusto puso en marcha un sistema, que dejaba al senado el control de las finanzas, pero únicamente en apariencia. El tesoro público, el Aerarium, es dividido entre las provincias. Los tesoros públicos locales, siempre llamados aerarium, caen bajo la dependencia del fiscus, el tesoro central, en manos del emperador. Esto modifica profundamente el reparto de poderes entre el senado y el Dominado, durante el Alto Imperio. Los senadores guardan el control del aerarium en cada provincia, que vierte sus ingresos fiscales al fiscus. El fiscus es dirigido por un liberto, el rationalis independiente del sistema de las clases sociales romanas.

Después de Tiberio, el fiscus se transformó en un fondo personal, incluyendo los fondos de reserva, los ingresos fiscales, y el Ager publicus. Bajo el reinado de Vespasiano, el fiscus judaicus se aplica a la comunidad judía del Imperio.

A partir de Septimio Severo, el poder central se refuerza aún más, el fiscus se convierte en el conjunto de los impuestos del estado romano, y se separa en patrimonio privado del emperador y en patrimonio de la casa real. Los detalles de esta separación son muy discutidos por los historiadores. Bajo Adriano, el rationalis, muy impopular y corrupto, es encabezado por un miembro del orden ecuestre. Bajo Diocleciano aparece lo que puede aparentar un Ministerio de Finanzas, el Comes sacrarum largitionum. Su poder se extiende sobre el sacrum aerarium, reunión del aerarium y del fiscus.

Juvenal hizo una sátira, escribiendo que el gran tamaño del mar Adriático se debía al fisc de Domiciano.

Referencias

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  1. Hugues Mouckaga (2008). «L'abécédaire de la Rome Ancienne». En Éditions L'Harmattan, ed. http://books.google.fr/books?id=Y0-l9CGcmsoC&hl=fr&source=gbs_navlinks_s. p. 71.