Discusión:Pedro Manfredini
Goleador de película, inmortalizado en el cine, cuando se lo nombra en “El secreto de sus ojos”, el film de Juan José Campanella protagonizado por Ricardo Darín y Guillermo Francella, que el año pasado fuera laureado con el Oscar.
En el argumento el buscado asesino expresa en un escrito a su madre: “Quedate tranquila, vieja, en eso soy como Manfredini y no como Bavastro”. El escribano Andretta (papel de Francella), fanático de la Academia, explica luego en la mesa del café: “Pedro Waldemar Manfredini: se lo compraron a los mendocinos por dos pesos y resultó ser un jugador extraordinario para su época, increíble; Julio Bavastro, puntero derecho, jugó sólo dos partidos ente el ‘62 y el ‘63 sin abrir el score”.
Mencionado también en Los Monstruos, del director italiano Dino Risi, donde trabajan dos actores del nivel internacional como Victorio Gassman y Ugo Tognazzi, película estrenada en Europa en 1963: según el testimonio del gran Roberto Fontanarrosa en su libro de cuentos deportivos “No te vayas campeón”, Gassman vuelve a su casa en bicicleta en una villa miseria y lo espera su esposa llorando y su hijo enfermo. La mujer le recrimina e irónicamente le dice que no gaste en remedios para ellos, que no se sacrifique más y que si se tiene que ir que se vaya.
El actor gesticula agobiado por la culpa y el deber, acepta el renunciamiento y se va. Hasta que en la escena siguiente vuelve a aparecer entre la hinchada de la Roma en el preciso instante que Manfredini captura una pelota, emprende veloz carrera y define a toda marcha con su particular estilo. Gassman, con la cara llena de gol grita enloquecido y rueda por la tribuna, preso de una pasión incontenible “Gol, gol, gooool…Manfredini, goooolll…Mendocino, goooolll...”.
Campeón 1959
Corrían apenas 5 minutos de juego en la cancha de River Plate, del partido inaugural del Sudamericano de 1959, cuando Pedro Waldemar Manfredini en su debut internacional ponía en ventaja a la Argentina en el partido contra Chile. Seis a uno sería el resultado final de aquel partido en que “Il Piedone” volvió a marcar a los 50’.
Dos goles en tres partidos porque volvió a ser titular ante Bolivia y Perú, en que salió por lesión, lo convirtieron en el cuarto futbolista local que levantó la Copa América en las 42 ediciones que se llevan jugadas después de Vicente González (1921), Juan Francisco Lombardo (1955 y 1959) y Adolfo Jorge Benegas (1957). Los únicos mendocinos campeones en el magno torneo continental.
Aquel Sudamericano se desarrolló entre el 7 y el 26 de marzo en el Monumental de Núñez, y la Selección Nacional, con 5 triunfos y un empate, alcanzó el título máximo. Calificado plantel integrado por Raúl Oscar Belén, Juan Bertoldi, Roberto Brookes, Pedro Eugenio Callá, Vladislao Wenceslao Cap, Luis Néstor Cardozo, Oreste Omar Corbatta, Jorge Bernardo Griffa, Carlos Timoteo Griguol, Osvaldo César Guenzatti, Juan Francisco Lombardo, Pedro Waldemar Manfredini, Eliseo Víctor Mouriño, Juan Carlos Murúa, Angel Osvaldo Nardiello, Jorge Osvaldo Negri, Julio Alberto Nuín, Juan José Pizzutti, Juan José Rodríguez, Carmelo Simeone, Héctor Rubén Sosa y José Varacka. Fueron dirigidos por el triunvirato que formaron Victorio Spinetto, José Della Torre y José Barreiro, quienes remplazaron en el cargo a Guillermo Stábile, despedido luego del fracaso del Mundial de Suecia un año antes.
En aquel certamen la Argentina derrotó sucesivamente 6 a 1 a Chile (goles de Manfredini (2), Pizzuti (2), Callá y Belén); 2 a 0 a Bolivia (goles de Corbatta y Callá); 3 a 1 a Perú (goles Corbatta, Sosa y Benítez en contra); 3 a 1 a Paraguay (goles de Corbatta, Sosa y Cap); 4 a 1 a Uruguay (goles de Belén (2) y Sosa (2), y empató 1 a 1 con Brasil (gol de Pizzuti). El mérito de aquella Selección es que renació de sus cenizas tras el fracaso del Mundial de Suecia y que se le empató a Brasil, que había llegado con su prestigio intacto de campeón del mundo y con sus máximas estrellas: Gilmar, Djalma Santos, Nilton Santos, Bellini, Orlando, Coronel, Dino Sani, Garrincha, Didí, Valentín, Almir, Pelé, Dorval, Zito, Zagallo, Henrique, Mauro y Cinezinho, con Vicente Feola como DT.
El regreso
Manfredini (07-09-35) está radicado con su familia desde hace varios años en Italia, donde es muy querido y respetado: su esposa Ana María, su hija Alessandra, su yerno Adriano y sus dos nietos Fabiana y Tiziano. Con su yerno administran un complejo turístico -Tibidabo- que ubica en una pequeña localidad sobre las costas del mar Tirreno -Lido di Ostia- apenas a unos 30 km de la capital, Roma.
Sin embargo “Il Piedone” siempre está volviendo, porque nunca ha podido superar el desarraigo de encontrarse tan lejos y por la necesidad de reencontrarse con sus hermanos Armando, Carlos y Yolanda, sus muchos primos y sobrinos y sus cientos de amigos, además del infinito placer de ir a ver jugar a su amado Deportivo Maipú.
En una de esas visitas, que generalmente se prolongan por dos y tres meses, en enero de 2008, Pedro se sinceraba en la amable charla con Más Deportes cuando contaba: “Es imposible no volver; no puedo dejar de hacerlo. Acá están mis raíces, mis afectos y mis recuerdos. No puedo olvidar a mi querido departamento donde nací y crecí, donde pasé mi infancia y adolescencia, donde empecé a jugar al fútbol. Yo corría todo el día detrás de una pelota, en la calle, en la vereda, hasta jugaba entre las viñas. De chico trabajaba en una panadería y mientras se encendía el horno me ponía a jugar a la pelota en la misma cuadra. Igual cuando salía de la escuela porque me iba a los campitos y mi vieja me tenía que ir a buscar cuando caía la noche. Me la tiraban corta o larga, yo las pedía y las corría todas. No me cansaba de gritar goles, hasta que me llevaron a las inferiores de los Cruzados”.
"En 1959 tuve el desquite porque me incluyeron en la Selección que disputó el Sudamericano que se jugó en Buenos Aires y salimos campeones. Fue una gran alegría y una gran responsabilidad porque teníamos la obligación de alcanzar el título luego del fracaso de Suecia. Pensar que tuvieron que llamar de urgencia a Labruna, que ya era un veterano, porque no había otro número nueve. Un Mundial fue lo único que me faltó en mi carrera, el sueño que no pude hacer realidad
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