Concierto para orquesta

Aunque un concierto es generalmente una obra musical para uno o más instrumentos solistas enfrentados a una orquesta sinfónica, varios compositores han escrito obras con el título aparentemente contradictorio de Concierto para orquesta. Este título es elegido generalmente para mostrar el tratamiento de la propia orquesta sinfónica como instrumento, a través de una escritura que mantiene el equilibrio a tres niveles:

  1. para la orquesta al completo o tutti;
  2. para las distintas familias instrumentales (viento madera, viento metal, cuerdas, percusión, etc.), y
  3. para los distintos instrumentos solistas (violín, trompeta, flauta, etc.).

Se trata, por tanto, de una composición destinada a mostrar las posibilidades interpretativas de una orquesta, acentuando los cambios instrumentales en el transcurso de la obra.

El creador de esta forma musical fue el compositor alemán Paul Hindemith, con su Concierto para orquesta op. 38 (1925). Pocos años más tarde volvió a emplear esta forma en su Concierto Filarmónico (1932), por encargo de Wilhelm Furtwängler para la Orquesta Filarmónica de Berlín.

Quizá el ejemplo más conocido sea el Concierto para orquesta de Béla Bartók (1943). Queda por discutir si el célebre Bolero de Maurice Ravel (1928) es o no un concierto para orquesta, aunque no sea denominado así, ya que cumple con el propósito de mostrar a la orquesta como instrumento en los tres niveles indicados.

Para la distinción entre el concierto para orquesta y los géneros de la sinfonía concertante (forma musical), véase sinfonía concertante.

Conciertos para Orquesta (en orden cronológico)

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Goffredo Petrassi hizo del Concierto para Orquesta un tipo de especialidad, escribiendo ocho desde los años 1930.