Cementerio civil de Madrid

Cementerio no adscrito a ninguna religión

El cementerio civil de Madrid es un cementerio de la ciudad española de Madrid, que forma parte de la necrópolis del Este, junto con el cementerio de La Almudena (del que se encuentra separado por la antigua carretera de Vicálvaro, después avenida de Daroca) y el cementerio judío. Fue inaugurado en 1884. En él descansan los restos de tres de los cuatro presidentes de la Primera República, varios dirigentes socialistas y comunistas, librepensadores, intelectuales, artistas y diversos miembros de la Institución Libre de Enseñanza. En 2021 fue distinguido incluyéndolo en el listado de Cementerios singulares de la Comunidad de Madrid.[1]

Cementerio civil de Madrid

Entrada del cementerio
Tipo cementerio civil y cementerio municipal
Parte de Necrópolis del Este y Cementerios singulares de la Comunidad de Madrid
Localización Madrid (España)
Coordenadas 40°25′17″N 3°38′09″O / 40.421372, -3.635885
Construcción 9 de septiembre de 1884
Inauguración 9 de septiembre de 1884

Historia

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Panteón Luchsinger, obra del escultor Emiliano Barral (1935)
 
PNOA cedido por © IGN

Suele considerarse a José Abascal, en su juventud encargado de un taller de cantería familiar en Pontones (Cantabria) y alcalde de Madrid entre 1881-83 y 1885-89, como uno de los principales promotores de la Necrópolis del Este de Madrid. Fue aprobada el 31 de octubre de 1879, pero su construcción no concluyó hasta 1925. Inaugurada en 1884 como "Cementerio de Epidemias" a raíz de una mortífera epidemia de cólera, fue absorbiendo al resto de los camposantos de la capital española. Así, desde septiembre de 1884 se fueron clausurando siete de los once cementerios existentes en Madrid y se conservaron tan solo los de San Isidro, San Justo, Santa María y San Lorenzo.

 
Cabeza yacente de Pablo Iglesias en mármol gris, esculpida por Emiliano Barral (1924-1930) y definida en 1929 por el crítico Sánchez Rivero como "parábola del Bautista decapitado",[2]​ una profética metáfora

Una Real Orden de 12 de mayo de 1849 aprobó el reglamento del nuevo cementerio del Este en la capital de España. El recinto, en principio triangular y separado de la nueva necrópolis por la carretera de Vicálvaro, se inauguró con asistencia del rey Alfonso XIII, el gobernador civil y el alcalde de Madrid. Ese mismo día se enterró a Maravilla Leal González, muerta con solo veinte años de edad a consecuencia de un supuesto suicidio. Desde su creación albergó tumbas, panteones y mausoleos dedicados a librepensadores, ateos, sindicalistas, heterodoxos religiosos de la Iglesia Española Reformada, protestantes, masones e incluso judíos, a pesar de la existencia de un recinto propio separado.

En 1894 se levantó por suscripción popular el mausoleo del periodista Ramón Chíes y su colega Fernando Lozano Montes "Demófilo", y en 1901 el del político Francisco Pi y Margall. De manera progresiva se fueron trasladando al cementerio civil los restos de:

En el cementerio existen diversas obras escultóricas de Emiliano Barral, hasta el punto de haber sido descrito como un «museo al aire libre» de este artista.[4]

Personalidades

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En el cementerio se encuentran enterradas personalidades como:[5][6]


Disposiciones legales

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En su origen, la inhumación en el cementerio civil era una declaración final de intenciones por parte de la persona enterrada y su familia, y fue considerada por los sectores conservadores y religiosos católicos de la sociedad española como un insulto o un reto.

La creación de cementerios civiles en España parte de la Real Orden de 2 de abril de 1883. Ésta establecía que en los ayuntamientos que fuesen cabeza de partido judicial y en aquellos con más de 600 vecinos se habilitara junto al camposanto católico, otro con entrada independiente para difuntos no católicos. Siguiendo esta pauta, el Cementerio Civil madrileño daría sepultura y guardaría memoria de liberales, renovadores, inconformistas y personas contrarias al rito católico (tanto por ideología como por confesión), así como de otros sectores de la vida y el pensamiento español, además de masones y protestantes.

La constitución española de 1978 eliminó la exclusividad de las inhumaciones para personas católicas en cementerios de titularidad pública. A partir de entonces cualquier persona podía ser enterrada en los cementerios municipales (para todos los ciudadanos, no sólo para los católicos), con independencia de su confesión religiosa. Esto provocó un cambio en el estatus funcional del Cementerio Civil, que pasó a ser un espacio histórico.[8]

Referencias

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Bibliografía

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Enlaces externos

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