Azulejo de censo
Los azulejo de censo o azulejo de propio, son los que se colocan en las fachadas de las casas a partir del siglo xviii, principalmente conventos, instituciones religiosas y edificios singulares, para dar cuenta de la propiedad y a veces completados con el número de inventario en Hacienda.[1]
Hacia 1771, mediante la Real Cédula de 13 de agosto de 1769,[2] se hizo en Sevilla una división municipal administrativa, diferenciada con tres tipos de azulejos (conocidos como azulejos de Olavide, por ser el apellido del asistente de esta división):
unos indican el número de la casa, otros el nombre de la calle, y otros con el cuartel, barrio y manzana administrativa. Se conservan algunos en sus ubicaciones originales a pesar del vandalismo y el mercado negro.[3]