Situado en los confines de Guinea, Liberia y la Côte d’Ivoire, el monte Nimba domina un paisaje circundante de sabanas. Sus laderas, cubiertas por un bosque denso que crece al pie de praderas de gramíneas, albergan una flora y una fauna de especial riqueza, con especies endémicas como el sapo vivíparo o chimpancés que utilizan piedras como utensilios. (UNESCO/BPI)[1]
Este parque es uno de los últimos vestigios importantes del bosque tropical primario del África Occidental. Su rica flora natural y sus especies de mamíferos en peligro de extinción –como el hipopótamo pigmeo y once variedades de monos– le confieren un gran interés científico. (UNESCO/BPI)[2]
Este parque es una de las zonas protegidas más vastas del África Occidental y se caracteriza por la gran diversidad de su vegetación. Debido a la presencia del rio Comoé, es posible encontrar en él asociaciones vegetales que sólo se suelen dar más al sur, como sabanas arbustivas e islotes de selva densa húmeda. (UNESCO/BPI)[3]
Primera capital colonial de Côte d’Ivoire, es un ejemplo de ciudad colonial de finales del siglo XIX y principios del XX con una planificación que incluye barrios especializados en el comercio, la administración, la vivienda para europeos y la vivienda para africanos. El sitio incluye el pueblo de pescadores africanos de N’zima, y ejemplos de arquitectura colonial marcada por viviendas funcionales con galerías y jardines numerosos. Grand-Bassam fue el puerto más importante así como el centro legal de Côte d’Ivoire. Es también testimonio de las complejas relaciones sociales entre europeos y africanos y de los movimientos de independencia en que éstas desembocaron. Además, fue el principal nudo del comercio francés en el Golfo de Guinea que precedió a la actual Côte d’Ivoire y atrajo poblaciones de todas las zonas de África, de Europa y del Levante mediterréaneo. (UNESCO/BPI)[4]
Mezquitas de estilo sudanés en el norte de Costa de Marfil
Las ocho pequeñas mezquitas de adobe, situadas en Tengréla, Kouto, Sorobango, Samatiguila, M’Bengué, Kong y Kaouara se caracterizan por sus maderas salientes, sus contrafuertes verticales coronados por cerámica o huevos de avestruz y sus minaretes en forma de huso. Presentan una interpretación de un estilo arquitectónico originado, según se cree, en torno al siglo XIV en la ciudad de Djenné, entonces parte del Imperio de Malí, que prosperó gracias al comercio de oro y sal a través del Sáhara hasta el norte de África. Sobre todo a partir del siglo XVI, el estilo se extendió hacia el sur desde las regiones desérticas hasta la sabana sudanesa, haciéndose más bajo y desarrollando contrafuertes más robustos en respuesta a la humedad del clima. Estas mezquitas son las mejor preservadas de las veinte que se conservan en Côte d’Ivoire, donde existían cientos de ellas a principios del siglo pasado. El estilo sudanés característico de las mezquitas, específico de la región de la sabana de África Occidental, se desarrolló entre los siglos XVII y XIX, cuando los comerciantes y estudiosos se extendieron hacia el sur desde el Imperio de Malí, ampliando las rutas mercantiles transaharianas hacia la zona de la selva. Presentan testimonios muy importantes del comercio transahariano que facilitó la expansión del Islam y de la cultura islámica y reflejan una fusión de formas arquitectónicas islámicas y locales en un estilo muy característico que ha persistido en el tiempo. . (UNESCO/BPI)[5]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Costa de Marfil, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 29 de noviembre de 2006,[6] ha presentado los siguientes sitios:
Los sitios que siguen estuvieron anteriormente en la lista Indicativa, pero fueron retirados o rechazados por la UNESCO. Los sitios que aún se incluyen en otras entradas en la lista Indicativa o que fueron aceptados y son parte de sitios del Patrimonio Mundial no se incluyen aquí.
El gbofe de Afounkaha: la música de las trompas traveseras de la comunidad Tagbana
Bien inmaterial inscrito en 2008.
El gbofe se practica principalmente en el pueblo de Afounkaha, perteneciente a la comunidad tagbana. El término “gbofe” designa tanto las trompas traveseras como la música, cantos y danzas asociados a ellas. Las trompas se fabrican a base de raíces que se cubren con piel de vaca. Esas trompas, que son seis y de tamaños crecientes (50 a 70 cm), producen una gama de sonidos capaces de reproducir palabras de la lengua tagbana. Un coro de mujeres “traduce” luego esas palabras. La música de las trompas y los cantos están acompañados por tambores que dan el ritmo y la estructura al gbofe. Esta música se interpreta durante los ritos y ceremonias tradicionales, y los mensajes que transmite varían según las circunstancias: alabanzas, amor, sátiras, luto, mensajes morales o educativos. Desempeña una función social importante, ya que confiere respeto a los detentadores de esa tradición y favorece la integración del individuo en la sociedad. Los músicos de gbofe siguen un periodo de aprendizaje, y si bien la transmisión se hace a menudo de padres a hijos, los jóvenes que tienen talento pueden participar en los ensayos.
La práctica del gbofe ha desaparecido en ciertas regiones de la Côte d’Ivoire a causa de las guerras, el éxodo rural y la industrialización. Aunque ha sido reintroducido en ciertas comunidades, sigue amenazado de desaparición. Los jóvenes parecen cada vez menos interesados por esta tradición, de manera que los que poseen estos conocimientos rituales y técnicas de fabricación de los instrumentos son cada vez más raros, así como las personas que dominan el arte y las técnicas de la danza, los cantos y la música). (UNESCO/BPI)[7]
Las prácticas y expresiones culturales vinculadas al balafón de las comunidades senufo de Malí, Burkina Faso y Costa de Marfil
Bien inmaterial inscrito en 2011 (ampliado a Costa de Marfil en 2012).
Este elemento es compartido con MaliMali y Burkina FasoBurkina Faso
El balafón de las comunidades senufo de Malí, Burkina Faso y Côte d’Ivoire es un xilofón pentatónico, conocido a nivel local por el nombre de ncegele. El ncegele comprende entre once y veintiuna teclas de longitud desigual, talladas en madera y dispuestas en un soporte de forma trapezoidal fabricado también con madera o bambú. Los elementos resonantes del instrumento son calabazas de tamaño también desigual colocadas bajo el soporte, en correspondencia con las teclas. Las calabazas están perforadas y los agujeros están provistos con filamentos de ovotecas de araña para intensificar la vibración del sonido. El acorde del ncegele se basa en una división de la octava en cinco intervalos iguales, y sus sonidos se producen golpeando las teclas con varitas de madera provistas de una contera de caucho en su extremidad. Tocado en solo o en conjunto instrumental, el ncegele produce una música basada en múltiples melodías rítmicas. Este instrumento anima las fiestas, acompaña las plegarias en las iglesias y bosques sagrados, estimula el entusiasmo en el trabajo, se utiliza en la música funeraria y contribuye a la enseñanza de sistemas de valores, tradiciones, creencias, derecho consuetudinario y normas éticas por las que se rigen tanto la sociedad como las personas en su vida diaria. Los intérpretes aprenden primero en balafones para niños y luego se perfeccionan en instrumentos de talla normal bajo la dirección de un maestro. (UNESCO/BPI)[8]