Situada en la ladera del monte T’oham, la gruta de Seokguram fue acondicionada en el siglo VIII para albergar una monumental estatua de Buda en la posición bhumisparsha mudra. Rodeada de imágenes de divinidades, bodhisatvas y discípulos, esculpidas en altorrelieve y bajorrelieve con gran delicadeza y realismo, esta estatua es una obra maestra del arte budista del Lejano Oriente. El templo de Bulguksa, construido en 774, forma con la gruta un conjunto arquitectónico religioso de valor excepcional. (UNESCO/BPI)[1]
Situado en el monte Kaya, el templo de Haeinsa conserva la Tripitaka Coreana, la versión más completa de textos del canon budista, que fueron grabados en 80.000 tabletas de madera entre los años 1237 y 1249. Los edificios de Janggyeong Panjeon fueron construidos en el siglo XV para servir de depósito de esas veneradas tabletas, que son también reverenciadas como obras de arte excepcionales. En estos depósitos ha quedado patente la sorprendente maestría con que se han concebido y aplicado técnicas encaminadas a la conservación de esas tabletas de madera. (UNESCO/BPI)[2]
Dedicado a los antepasados de la dinastía Choson (1392-1910), Jongmyo es el más antiguo de los santuarios reales confucianos conservados hoy. También es el más auténtico, ya que ha preservado la misma configuración que tenía en el siglo XVI. Alberga tabletas en las que están inscritas las enseñanzas de los miembros de la familia real. Todavía se celebran en su recinto ceremonias rituales acompañadas de música, cantos y danzas, con lo cual se perpetúa una tradición que data del siglo XIV. (UNESCO/BPI)[3]
Cuando el emperador Chongjo, de la dinastía Choson, trasladó a finales del siglo XVIII la tumba de su padre a Suwon, decidió rodearla de sólidas fortificaciones. Estas fueron diseñadas según las directrices de un eminente arquitecto militar de la época, que tuvo en cuenta los últimos adelantos del Oriente y el Occidente en materia de arquitectura militar. Todavía subsisten hoy las macizas murallas de casi seis kilómetros de largo de la fortaleza construida, con sus cuatro puertas, bastiones y torres de artillería. (UNESCO/BPI)[4]
A comienzos del siglo XV, el emperador T’aejong ordenó construir un nuevo palacio en un sitio para el que los augurios habían sido propicios. Se creó una oficina encargada de construir los edificios oficiales y residenciales del conjunto palacial, que se erigieron en un jardín adaptado con gran sabiduría a la topografía irregular del sitio de 58 hectáreas escogido. El resultado fue la creación de un ejemplar excepcional del diseño y la arquitectura palatina del Lejano Oriente, que se integra con armonía en el paisaje circundante. (UNESCO/BPI)[5]
En las zonas históricas de Gyeongju hay una importante concentración de obras y monumentos extraordinarios del arte budista coreano –esculturas, relieves, pagodas y vestigios de templos y palacios– que datan en particular de los siglos VII a X, época del florecimiento de esta expresión estética única en su género. (UNESCO/BPI)[6]
Las necrópolis prehistóricas de Gochang, Hwasun y Ganghwa albergan cientos de dólmenes –sepulturas construidas con enormes bloques de piedra– que datan del primer milenio antes de nuestra era. Estos monumentos forman parte de la cultura megalítica extendida por muchos lugares del mundo, pero en estos sitios su grado de concentración es mayor que en ninguna otra parte. (UNESCO/BPI)[7]
El sitio comprende tres áreas que suman 18.846 hectáreas, o sea el 10,3% de la superficie de la isla de Jeju, que es la porción más meridional del territorio de la República de Corea. Las tres áreas son: el Geomunoreum, considerado como la red de grutas formadas por túneles de lava más bella del mundo, con techos y suelos carbonatados multicolores y paredes oscuras de lava; el cono de tuf de Seongsan Ilchulbong, parecido a una fortaleza surgida de las aguas del océano, que forma un paisaje espectacular; y el monte Hallasan, la cumbre más alta de Corea, con sus cascadas, sus formaciones rocosas de múltiples configuraciones y su cráter ocupado por un lago. El sitio no sólo es de una belleza fuera de lo común, sino que además constituye un testimonio de las características y procesos de la historia geológica de nuestro planeta. (UNESCO/BPI)[8]
Las tumbas reales de la dinastía Joseon son un conjunto de 40 tumbas está diseminado en 18 lugares. Las sepulturas reales fueron construidas a lo largo de cinco siglos, entre 1408 y 1966. Tradicionalmente tenían por función venerar la memoria los antepasados, rendir homenaje a sus proezas, afirmar la autoridad de la monarquía, amparar a los espíritus ancestrales contra el mal y ofrecer una protección contra el vandalismo. Para la construcción de las tumbas se eligieron paisajes de belleza excepcional. Emplazadas en la mitad de una ladera montañosa y protegidas así a sus espaldas, las sepulturas están orientadas hacia el sur, frente a un río e, idealmente, frente a una cadena montañosa a lo lejos. Además de la zona funeraria propiamente dicha, las tumbas reales comprenden una zona ceremonial y una zona de acceso. Junto con los montículos funerarios, una serie de edificios adyacentes forman parte integrante de la tumba: el santuario de madera en forma de T, el cobertizo de la estela, la cocina real, el edificio de los guardianes, la puerta con puntas rojas y la casa del conservador de la tumba. En el exterior, las tumbas están ornamentadas con objetos de piedra, entre los que figuran representaciones de personas y animales. Con la inscripción de las tumbas de la dinastía Joseon en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO se completan los conjuntos de tumbas de los sitios inscritos anteriormente: Zonas históricas de Gyeongju (República de Corea) y Conjunto de tumbas de Koguryo (República Popular Democrática de Corea). (UNESCO/BPI)[9]
Fundados en los siglos XIV y XV, Haoe y Yangdong se consideran dos de los pueblos clánicos históricos más representativos de la República de Corea. Su disposición y su emplazamiento, en montañas boscosas y frente a un río y a campos agrícolas abiertos, reflejan la cultura confuciana aristocrática propia de los inicios de la dinastía Joseon (1392-1910). El emplazamiento de los pueblos estaba pensado para extraer de los paisajes aledaños un alimento a la vez físico y espiritual. Comprendían residencias para las familias dirigentes, sólidas viviendas de armazón de madera para los otros miembros del clan así como pabellones, salas de estudio, academias confucianas y grupos de casas de una sola planta con paredes de adobe y tejados de paja reservadas a la plebe. Los poetas de los siglos XVII y XVIII celebraban la belleza de estos paisajes montañosos y arbolados, de pueblos rodeados de agua y paisajes punteados de casas de campo y lugares de retiro. (UNESCO/BPI)[10]
La fundación de esta ciudad, situada en un paraje montañoso a unos 25 kilómetros al sudeste de Seúl, se proyectó para que sirviera de capital a los reyes de la Dinastía Joseon (1392-1910) en caso de emergencia. Construida y defendida por monjes-soldados budistas, pudo albergar hasta 4.000 personas y desempeñó importantes funciones administrativas y militares a lo largo de la historia. Sus vestigios más antiguos datan del siglo VII y fue reconstruida en varias ocasiones, en particular a principios del siglo XVII en previsión de un ataque de la dinastía chino-manchú de los Qing. Namhansanseong es un verdadero compendio de las nociones de ingeniería militar defensiva de épocas pasadas, inspiradas por las de China y el Japón, así como de la evolución de las técnicas de fortificación resultante de la introducción de armas de fuego occidentales en Asia. Esta ciudad, que siempre estuvo habitada y fue capital de su provincia durante mucho tiempo, alberga testimonios de un rico pasado civil, militar y religioso que han hecho de ella un símbolo de la soberanía nacional coreana. (UNESCO/BPI)[11]
Situada en la región montañosa de la mitad occidental de la República de Corea, esta propierdad comprende ocho sitios arqueológicos que datan desde el 475 al 660 d.C., incluyendo la fortaleza Gongsanseong y las tumbas reales Songsan-ri relacionadas con la capital, Sabi (nuevo Buyeo), el palacio real en Wanggung-ri y el Templo Mireuksa en Iksan relacionada a la capital secundaria Sabi. Juntos, estos sitios representan el último periodo del Reino Baekje -uno de los tres primeros reinos de la península coreana (18 a.C a 660 d.C.)- durante el cual se conformaron como un cruce de caminos con considerables intercambios tecnológicos, religiosos (budistas), culturales y artísticos entre los antiguos reinos del este asiático en Corea, China y Japón. (UNESCO/BPI)[12]
Múltiples ubicaciones: Fortaleza Gongsanseong, Tumbas reales en Songsan-ri, sitio arqueológico de Gwanbuk-ri y Busosanseong, Templo de Jeongnimsa, Tumbas reales de Neungsan-ri, muralla de la ciudad de Naseong, sitio arqueológico de Wanggung-ri y Templo de Mireuksa.
Los sansa son monasterios budistas dispersos en las montañas de las provincias meridionales de la Península de Corea. Fundados entre los siglos VII y IX, los siete monasterios-templos integrantes del sitio poseen rasgos comunes, típicamente coreanos, en su distribución espacial. Constan de un patio central cubierto denominado madang, que está flanqueado por cuatro edificios: la estancia de Buda, el pabellón, la sala de lectura y el dormitorio. Poseedores de un gran número de elementos arquitectónicos, objetos, documentos y santuarios primorosos, estos monasterios han subsistido hasta nuestros días y siguen siendo lugares donde se practica a diario la religión budista. (UNESCO/BPI)[13]
Este sitio comprende nueve “seowon” o academias neoconfucianas situadas en el centro y sur del país, que datan de la era de la dinastía Joseon (siglos XV-XIX). Las principales funciones de estas academias giraban en torno a la enseñanza, la veneración de los eruditos y la interacción con la naturaleza, y todas esas actividades se reflejan en el diseño de sus edificaciones en forma de pabellones que propician el estrechamiento de los vínculos entre el ser humano y el paisaje circundante. Destinadas a cultivar las facultades humanas, tanto espirituales como corporales, las “seowon” son también ilustrativas del proceso histórico de adaptación del neoconfucianismo procedente de China a las condiciones específicas de Corea.
(UNESCO/BPI)[14]
Localización del Patrimonio de la Humanidad en Corea del Sur. *Aldeas históricas de Corea: Hahoe y Yangdong. - **Sitios de dólmenes de Koch'ang, Hwasun y Kanghwa. - *** Áreas históricas de Baekje *! Los ‘sansa’, monasterios budistas de las montañas de Corea
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Corea del Sur, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 24 de enero de 2017,[15] ha presentado los siguientes sitios:
Actualmente Corea del Sur tiene diecinueve elementos inscritos en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial lo que lo convierte en el tercer país, tras China y Japón, con más elementos en la lista:
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2001).
El santuario de Jongmyo, en Seúl, es el teatro de un ritual confuciano dedicado a la dinastía Joseon (siglos XV al XIX) que asocia canto, danza y música. Organizado por los descendientes de la familia real, se practica una vez al año, el primer domingo de mayo. Se trata de un ejemplo único del rito confuciano, que ni siquiera se celebra ya en China, aunque se inspira en los textos clásicos chinos sobre el culto a los antepasados y la noción de piedad filial. El rito comprende una plegaria por la paz eterna de los espíritus de los antepasados en un santuario construido para servirles de morada espiritual.
El rito quedó establecido en su forma actual en el siglo XV. Durante la ceremonia, los oficiantes, vestidos con sus ropas rituales, una corona para el rey y diademas para los otros, hacen ofrendas de alimentos y libaciones de vino en copas rituales. La música, el Jongmyo Jerye, es interpretada con instrumentos tradicionales (gongs, campanas, laúdes, cítaras y flautas). La danza, ejecutada por 64 bailarines en ocho filas, presenta una alternancia entre las fuerzas del Yin y del Yang basada en los textos confucianos. La danza Munmu, acompañada por la música Botaepyong, armoniosa y apaciguadora, simboliza la fuerza del Yang y comienza siempre con un paso hacia la izquierda. La danza Mumu, acompañada por la música Jeongdaeeop, representa la fuerza del Yin y comienza con un paso hacia la derecha.
Hoy día, se suele considerar que los ritos ancestrales carecen de sentido, especialmente a causa de la importancia creciente del cristianismo. Sin embargo, el rito y la música ya están protegidos en la Lista Nacional del Patrimonio Inmaterial y la ley de 1982 para la protección de los bienes culturales. (UNESCO/BPI)
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2003).
El pansori es una forma de arte dramático musical interpretado por un cantante y un tambor. Esta tradición popular, que se distingue por su canto expresivo, su discurso estilizado, su repertorio de relatos y sus gestos, abarca a la vez la cultura de las elites y la del pueblo. El o la cantante improvisa, a veces durante ocho horas, a partir de textos que mezclan el dialecto rural con expresiones literarias eruditas acompañado simplemente por un tambor.
El término “pansori” procede de las palabras coreanas “pan” (lugar de reunión de la gente), y “sori” (canto). El pansori nació en el suroeste de Corea en el siglo XVII, probablemente como una nueva expresión de los cantos narrativos de los chamanes. Esta tradición oral fue perpetuada por el pueblo hasta finales del siglo XIX, cuando adquirió un contenido literario más sofisticado, lo que le permitió gozar de gran popularidad entre las elites urbanas. Las acciones, los personajes y las situaciones que se escenifican en el pansori se remontan a la época de la dinastía Cosen (1392-1910). Para llegar a dominar los diversos timbres vocales y memorizar el repertorio complejo, los cantantes deben someterse a una larga y rigurosa disciplina de preparación. Muchos virtuosos han creado su propio estilo y son famosos por su manera original de interpretar determinados episodios.
Amenazado de desaparición por la rápida modernización de Corea, el pansori fue declarado “Bien cultural inmaterial nacional” en 1964. Esta medida ha suscitado un generoso apoyo institucional que ha permitido renovar esta tradición. El pansori sigue siendo hoy día una fuente de inspiración para distintas formas de expresión como el cine, el ballet y el teatro de marionetas. Estas producciones, así como el propio pansori, se presentan regularmente en Corea y en el extranjero. Si bien el pansori es uno de los géneros preferidos en el ámbito cada vez más marginado de las artes escénicas tradicionales, ha perdido mucho de su carácter espontáneo original. Paradójicamente, esta reciente evolución es el resultado directo de los esfuerzos de conservación, ya que la improvisación tiende a quedar relegada a causa del aumento progresivo del repertorio escrito. De hecho, hoy día hay pocos cantantes que sean capaces de improvisar y el público actual es menos receptivo a la creatividad espontánea y al lenguaje arcaico del pansori tradicional. (UNESCO/BPI)
El festival Danoje de Gangneung
Bien inmaterial inscrito en 2008 (originalmente proclamado en 2005).
El festival anual Danoje de Gangneung tiene lugar en la ciudad de Gangneung y en sus alrededores, una región situada al Este de la cordillera de Taebaek, en la península coreana. El festival incluye un ritual chamanista en la sierra de Daegwallyeong, que rinde homenaje a la divinidad de la montaña y a las divinidades tutelares masculinas y femeninas. También presenta música tradicional, cantos populares Odokddegi, el teatro de máscaras Gwanno, poesía narrativa oral y otros pasatiempos populares. El mercado de Nanjang, el más grande al aire libre de Corea, es hoy un elemento importante del festival, donde se venden productos y artesanías locales y se organizan competiciones, juegos y representaciones circenses.
El festival, que dura cuatro semanas, comienza con la elaboración de un licor sagrado y con ritos chamanistas del pueblo Dano, en los cuales el papel central es desempeñado por un árbol sagrado, el sinmok, así como por un objeto ritual hecho de plumas, campanas y de bambú, el hwagae. Una de las características específicas del festival es la coexistencia de ritos confucianos, chamanistas y budistas. Gracias a los ritos dedicados a las divinidades, la población cree que la región permanecerá protegida de los desastres naturales, permitiendo a sus habitantes vivir en paz y prosperidad. Cada año, una gran cantidad de visitantes asisten a los diferentes rituales y participan activamente en acontecimientos tales como la fabricación de abanicos del festival de Danoje, la elaboración del licor sagrado, la creación de máscaras para el teatro Gwanno, la preparación y el consumo de las galletas del arroz (surichiwi) y el lavado del cabello en agua de iris.
El festival Danoje de Gangneung goza de gran popularidad. Sin embargo, la estandarización cultural y la creciente cobertura de los medios de comunicación a lo largo de los años han originado la pérdida de algunos elementos tradicionales del festival. En el contexto tradicional del festival, una de las funciones ha sido superar diferencias sociales permitiendo que participe gente de todas las clases sociales. (UNESCO/BPI)
El yeongsanjae
Bien inmaterial inscrito en 2009.
Elemento esencial de la cultura budista coreana, la ceremonia llamada yeongsanjae rememora la transmisión del sutra del loto por Buda en el Pico del Buitre (India), a través del cual se expresan los mensajes filosóficos y espirituales del budismo y se fomenta la autodisciplina de sus adeptos. El yeongsanjae comienza con la acogida ritual dispensada a todos los santos y espíritus del cielo y la tierra, y finaliza con un rito de despedida representativo de las formas del reino de Buda en el más allá. Todo ello acompañado con cantos, ornamentos solemnes y diversas danzas rituales como la de los címbalos, la del tambor y la del atuendo de ceremonia. El yeongsanjae comprende también una purificación ritual, una ceremonia para acompañar el servicio del té, la ofrenda de una comida de arroz a Buda y los Bodhisattvas, un sermón para exhortar a los presentes a encontrar la puerta de la verdad y la ofrenda de una comida ritual a los muertos para felicitarles por su entrada en el reino celeste. Preservado principalmente por la orden Taego del budismo coreano, con sede en Seúl, el yeongsanjae se celebra en templos de toda la República de Corea para ayudar a los hombres a penetrar en el mundo de la verdad gracias a la veneración y admiración profesadas a Buda y sus preceptos, así como a los monjes budistas. Esta ceremonia desempeña un papel importante en la transmisión de valores y formas artísticas, contribuyendo además a la meditación, la formación y la iluminación. (UNESCO/BPI)
El rito Yeongdeunggut en Chilmeoridang (Isla de Cheju)
Bien inmaterial inscrito en 2009.
La celebración del rito Yeongdeunggut en el templo de Chilmeoridang (Isla de Cheju) tiene lugar durante el segundo mes lunar. Su finalidad es pedir a los dioses que la mar permanezca en calma y que las cosechas y pescas sean copiosas. Las ceremonias rituales ejecutadas en el santuario de Chilmeoridang, en la aldea de Gun-rip, son representativas de las que se organizan por doquier en la isla coreana de Cheju. Los chamanes de la aldea ejecutan una serie de actos rituales en honor de la “Abuela Yeondeung”, diosa de los vientos, de Yongwang, el rey dragón, y de los dioses de las montañas. El rito de salutación a Yeondeung comprende una ceremonia de invocación de los dioses, una serie de rogativas para impetrar pesca abundante y la representación de una obra teatral en tres actos destinada al esparcimiento de las divinidades ancestrales. Dos semanas después se celebra el rito de despedida a la diosa, que comprende: ofrendas de bebidas y pasteles de arroz; una ceremonia de salutación al rey dragón; adivinaciones con granos de mijo; y la botadura de un barco de paja por parte de los ancianos de la aldea. Al decimoquinto día, primera jornada de primavera, la diosa parte esparciendo semillas en los campos y apaciguando las aguas agitadas. Además de los chamanes, el rito Yeongdeunggut lo practican también las buceadoras y los dueños de embarcaciones, preparando alimentos y ofrendando sacrificios. Rito estacional y fiesta cultural a la vez, esta práctica en honor de la diosa de los vientos es una encarnación específica de la identidad de los isleños de Cheju y una expresión del respeto que los aldeanos profesan al mar del que dependen sus medios de subsistencia. (UNESCO/BPI)
El namsadang nori –literalmente: “teatro de cómicos ambulantes varones”– es un espectáculo folclórico tradicional con múltiples facetas, que solía ser representado antaño en Corea por artistas itinerantes, y que ahora se mantiene vivo gracias a compañías artísticas de profesionales. El espectáculo consta de las siguientes partes: un concierto de “música campesina”, en el que predomina el sonido contundente de gongs metálicos y tambores con parches de piel de animales; una danza de máscaras con cuatro escenas cómicas, en las que se imitan a personas de distintas clases sociales; un número circense, en el que un payaso mantiene desde el suelo un diálogo lleno de ocurrencias con un funámbulo subido en el alambre; un espectáculo de marionetas con siete escenas y más de cincuenta títeres, acompañado por un narrador y músicos; un número de acrobacia en el suelo con diálogos cómicos y acompañamiento musical; y un número final de virtuosismo, consistente en hilar sirviéndose de un aro y un palo de madera. Además de servir de esparcimiento a un público rural arracimado en torno a escenarios al aire libre, el namsadang nori ha sido el vector de un mensaje social importante. En efecto, la danza de máscaras y el teatro de marionetas describían la opresión que pesaba sobre las clases más modestas de la sociedad y sobre las mujeres en una sociedad dominada por los hombres. Por intermedio de la sátira, esos espectáculos exponían los problemas de las personas privadas de medios de expresión en el plano político y difundían los ideales de libertad e igualdad, prestando así apoyo a los desfavorecidos y sirviéndoles de fuente de inspiración. (UNESCO/BPI)
El ganggangsullae
Bien inmaterial inscrito en 2009.
El ganggangsullae es un ritual estacional para impetrar buenas cosechas y fertilidad, que está muy popularizado en el sudeste de la República de Corea. Se celebra sobre todo en el transcurso del octavo mes lunar, con motivo de la fiesta del Chuseok, el día de acción de gracias coreano. Al resplandor de la luna llena, decenas de jóvenes aldeanas solteras forman un corro para cantar y bailar toda la noche, dirigidas por una cantante principal. En los intermedios miman escenas de la vida diaria en las alquerías o aldeas de pescadores, como marchar sobre el tejado de una casa, desenrollar una estera, cazar un ratón o atar arenques. El nombre de ganggangsullae viene del estribillo repetido después de cada verso, pero el sentido exacto de este vocablo se desconoce. En otros tiempos, esta celebración constituía una derogación excepcional de las normas estrictas de conducta que debían observar las mujeres de las zonas rurales. En efecto, no tenían permiso para cantar en voz alta ni para salir de noche, salvo el día del Chuseok. Hoy en día, este ritual se conserva sobre todo entre mujeres de edad madura que viven en zonas urbanas. También se enseña en el marco del currículo musical de las escuelas elementales. Practicado actualmente como un arte escénico en toda Corea, el ganggangsullae se puede considerar representativo del arte folclórico coreano. Es un legado tradicional importante emanado del cultivo del arroz, actividad que en otros tiempos presidía prácticamente la totalidad de los quehaceres cotidianos en las campiñas. Esta práctica comunitaria contribuye a la armonía, igualdad y amistad entre todas las mujeres que participan en ella, y sus melodías y movimientos se pueden aprender y ejecutar rápida y fácilmente. (UNESCO/BPI)
El cheoyongmu
Bien inmaterial inscrito en 2009.
El cheoyongmu es una antigua danza cortesana que hoy es objeto de representaciones escénicas. En un principio tenía por finalidad apartar a los espíritus malignos y garantizar la tranquilidad en los banquetes reales o durante los exorcismos practicados la víspera del Año Nuevo para impetrar la buena suerte. Esta danza se inspira en la leyenda coreana de Cheoyong, hijo del rey dragón Yongwang, que cobró forma humana y salvó la vida a su mujer alejando al espíritu maligno de la viruela con cantos y danzas. El cheoyongmu lo ejecutan cinco hombres vestidos respectivamente de blanco, azul, negro, rojo y amarillo, colores que simbolizan los cuatro puntos cardinales y el centro del mundo. Llevan la máscara de color hez de vino y dientes blancos del hombre-dios, aretes de estaño, un collar de cuentas de plomo y un tocado negro rematado por dos ramos de peonias y siete duraznos, a fin de espantar el mal y atraer la energía positiva. Con majestuosidad y vigor, los bailarines ejecutan movimientos y ritmos diversos acompañados a veces de cantos líricos. El cheoyongmu forma parte de todo un conjunto de mitos populares forjados en torno al personaje de Cheoyong, entre los que figura la creencia de que su imagen grabada en la puerta de un hogar tiene poder para alejar de éste la viruela y otras enfermedades. Además, esta danza encarna también la filosofía del confucianismo, y más concretamente su teoría de los cinco elementos. Por último, la fabricación de máscaras de Cheoyong ofrece posibilidades interesantes para el mantenimiento y desarrollo de la artesanía tradicional. (UNESCO/BPI)
Daemokjang, arquitectura tradicional de madera
Bien inmaterial inscrito en 2010.
El término “daemokjang” se refiere a la arquitectura de madera tradicional de Corea en general y, más concretamente, a los artesanos que utilizan técnicas ancestrales para trabajar la madera. El quehacer de éstos no sólo comprende la construcción, sino también el mantenimiento, la reparación y la reconstrucción de edificios de valor histórico, desde casas tradicionales hasta palacios y templos monumentales de madera. Los daemokjang se encargan de la ejecución de todas las fases del proceso de construcción: planificación, diseño, realización de las obras y supervisión de los carpinteros puestos bajo sus órdenes. Las estructuras de madera creadas por los daemokjang se caracterizan por la suavidad de sus líneas, la sencillez y la ausencia de ornamentación, que son tres características esenciales de la arquitectura coreana tradicional. Los métodos de construcción tradicionales exigen no sólo poseer las competencias técnicas necesarias para levantar los planos de los edificios, teniendo en cuenta su emplazamiento, tamaño y función, sino también estar dotado de un sentido de la estética para escoger la madera que servirá de material de construcción, cortarla, tallarla, ensamblarla y ajustarla sin clavos con arreglo a una técnica que permita a los edificios “resistir mil años”. El dominio de los conocimientos teóricos y prácticos de los daemokjang, que se han venido transmitiendo de generación en generación, exige decenios de formación y experiencia. Cuando restauran edificios monumentales recurriendo al uso de técnicas tradicionales, los daemokjang reinterpretan la belleza de la arquitectura tradicional y recrean ésta gracias a su ingenio artístico y sus competencias técnicas. (UNESCO/BPI)
Gagok, ciclos de canto lírico con acompañamiento de orquesta
Bien inmaterial inscrito en 2010.
Cantado por hombres y mujeres con el acompañamiento de una pequeña orquesta, el gagok es un género de música vocal tradicional de Corea que forma, junto con otras modalidades musicales vocales, el jeongga o “buen canto”. Vinculado antaño a las clases sociales más altas, el gagok ha llegado a ser actualmente una música muy popular en todo el país. Comprende veintiséis cantos para voces masculinas, llamados namchang, y quince para voces femeninas, denominados yeochang. Los namchang se caracterizan por su potencia, profundidad y sonoridad, mientras que los yeochang se distinguen por sus voces agudas y delicadas. La tonalidad de los cantos del gagok es solemne y apacible, o bien melancólica, y su ritmo es de diez o dieciséis tiempos. Los instrumentos tradicionales de la orquesta son el geomungo (cítara de seis cuerdas), el daegeum (flauta travesera de bambú), el gayageum (cítara de doce cuerdas) y el piri (pequeño instrumento de viento con doble boquilla). Los cantos del gagok son muy apreciados por su lirismo, el refinamiento de sus melodías y la sofisticación de su composición musical. Se necesitan mucho tiempo y esfuerzos para llegar a dominar la técnica de este canto y su interpretación exige una dedicación y un autocontrol enormes. Los intérpretes del gagok, las comunidades que lo practican y una serie de asociaciones especializadas han conservado y transmitido este arte musical en centros locales de formación. El gagok ha desempeñado un papel importante en la formación de la identidad coreana. (UNESCO/BPI)
El Taekkyeon es un arte marcial tradicional de Corea basado en movimientos fluidos y rítmicos, semejantes a los de la danza, que permiten golpear al adversario y hacerlo caer. Los elegantes movimientos de un experto en Taekkyeon no son rectilíneos y rígidos, sino más bien circulares y suaves, pero pueden desencadenar una flexibilidad y energía enormes. Los pies desempeñan un papel tan importante como las manos. A pesar de la impresión de suavidad que da, el Taekkyeon es un arte marcial eficaz con una gran variedad de técnicas ofensivas y defensivas en las que se utilizan todos los métodos de combate posibles. También enseña la consideración a quienes lo practican: un experto puede dominar rápidamente a su adversario, pero un verdadero maestro sabe cómo se puede desalentar al rival sin causarle daño alguno. Como arte que forma parte de las tradiciones rurales estacionales, el Taekkyeon sirve para facilitar la integración en las comunidades y, al ser un deporte accesible a todos, desempeña un papel importante en el fomento de la salud pública. Son muy numerosas las personas que practican el Taekkyeon a diario. Hoy en día, hay unos cincuenta profesionales reconocidos de este arte marcial tradicional y la Asociación Coreana de Taekkyeon desempeña un papel importante en su transmisión. (UNESCO/BPI)
El tejido de mosi (ramio) en la región de Hansan
Bien inmaterial inscrito en 2011.
El tejido del mosi en Hansan es transmitido por mujeres de mediana edad en un municipio de la provincia de Chungcheong del Sur, en la República de Corea. La región cuenta con tierras fértiles y vientos marinos que permiten a las plantas de ramio prosperar. El tejido del ramio implica una serie de procesos, que incluyen la recolección, el hervido y blanqueado de las plantas de ramio, el hilado de las fibra de ramio, y el tejido que se realiza en un telar tradicional. La tela de ramio sirve para el clima cálido del verano y se utiliza para producir una variedad de prendas que van desde vestidos y uniformes militares hasta indumentaria de luto. La blancura de la tela de ramio, así como su calidad refinada y pulcritud, la hace adecuada para la ropa de alta calidad, así como para el atuendo de la gente común. La fabricación de tejidos mosi tradicionalmente se lleva a cabo en forma de cooperativas familiares dirigidas por mujeres, en las que las madres transmiten técnicas y experiencia a sus hijas o nueras. La tradición también une a la comunidad a través de las reuniones de vecinos que trabajan en una zona determinada de la ciudad. En la actualidad, alrededor de 500 personas de la provincia participan en las diversas actividades de tejido de ramio fino.(UNESCO/BPI)
La andadura en la cuerda floja es una diversión muy extendida, que en la mayoría de los países se centra exclusivamente en las capacidades acrobáticas. El arte coreano tradicional del Jultagi se distingue porque la andadura en la cuerda va acompañada de una interpretación musical, así como de un diálogo entre el funámbulo y un payaso que está en el suelo. El Jultagi se ejecuta al aire libre. El funámbulo realiza toda una serie de proezas acrobáticas en la cuerda contando chistes, haciendo imitaciones, interpretando canciones y danzas, mientras que el payaso bromea con él y una orquesta toca para acompañar la representación. El funámbulo empieza con piruetas sencillas que se van haciendo cada vez más difíciles, llegando a ejecutar unos cuarenta ejercicios acrobáticos a lo largo de una representación que se puede prolongar por espacio de varias horas. Hoy en día, las comunidades locales invitan con frecuencia a los funámbulos a las fiestas que organizan en todos los rincones del país, sobre todo en primavera y otoño. Hoy en día, la transmisión del arte del funambulismo en Corea la asume principalmente la Asociación para la Salvaguarda del Jultagi de la provincia de Gyeonggi. La formación es de dos tipos: cursos de formación especializada impartidos por instructores que forman a profesionales y aceptan alumnos; y una enseñanza a través del sistema público de educación, que reviste diversas formas: cursos teóricos, cursos prácticos y actividades en campamentos de vacaciones. (UNESCO/BPI)
En un principio, el hombre utilizó el arte de la cetrería para procurarse alimentos, pero su evolución posterior hizo que hoy en día esté vinculado principalmente a la conservación de la naturaleza, al patrimonio cultural y a las actividades sociales de las comunidades. De conformidad con sus tradiciones y principios éticos, los cetreros doman, alimentan y adiestran para el vuelo aves de presa –halcónidos, y también águilas y acipítridos–, creando un vínculo con ellas y convirtiéndose en sus principales protectores. Practicado en muchos países de todo el mundo, el arte de la cetrería puede presentar algunas variantes prácticas –por ejemplo, en los equipamientos utilizados– pero sus métodos son siempre análogos. Los cetreros se consideran un grupo específico. A veces viajan juntos durante semanas, cazando y contándose luego mutuamente las vicisitudes de cada jornada en las veladas que organizan. Consideran que la cetrería les une al pasado, especialmente cuando pertenecen a comunidades en las que este arte representa uno de sus últimos vínculos con el medio ambiente natural y su cultura tradicional. Las prácticas y conocimientos relacionados con este elemento del patrimonio cultural inmaterial se transmiten de generación en generación en el seno de las familias, así como mediante sistemas de tutoría formal y aprendizaje o cursos de formación impartidos en clubs y escuelas. En algunos países es preciso aprobar un examen de nivel nacional para ser cetrero. La celebración de encuentros y festivales permite a las comunidades de cetreros intercambiar conocimientos, fomentar la diversidad y sensibilizar más al público al valor de su arte. (UNESCO/BPI)[16]
Arirang: canto lírico tradicional en la República de Corea
Bien inmaterial inscrito en 2012.
El canto folclórico popular denominado arirang es fruto de las aportaciones colectivas efectuadas, generación tras generación, por coreanos anónimos. Esencialmente es un canto sencillo compuesto por el estribillo ‘Arirang, arirang, arariyo’ y por dos versos que difieren de una región a otra. Al abordar una temática universal variada, esta sencilla composición musical y literaria se presta a improvisaciones e imitaciones, así como a ser cantada al unísono, lo cual facilita su adaptación a diversos géneros musicales. Los expertos han estimado que los cantos tradicionales con el título de “Arirang” suman 3.600 variantes, pertenecientes a unas 60 versiones. Una gran virtud de esta expresión artística es que respeta la creatividad humana y la libertad de expresión, al mismo tiempo que suscita la empatía. Toda persona puede crear nuevas letras que vienen a añadirse a las variantes regionales, históricas y tipológicas de este género de música vocal, enriqueciendo así la diversidad cultural. Practicado en todo el país, este canto folclórico goza del aprecio universal de la nación coreana. Un vasto conjunto de intérpretes de sus versiones regionales (comunidades locales, grupos privados e individuos) se esfuerza activamente por popularizar y transmitir este elemento del patrimonio cultural, poniendo de relieve las características generales y locales de sus diferentes versiones. El arirang es también tema y motivo de inspiración para los medios de comunicación y otras expresiones artísticas como el cine, la comedia musical, el teatro, la danza y la literatura. Himno evocador, este canto folclórico fortalece la comunicación y la unidad entre los coreanos, tanto en su patria como en el extranjero. (UNESCO/BPI)
Kimjang: modo de preparar y compartir conservas kimchi en la República de Corea
Las conservas de verduras y hortalizas sazonadas con especias, mariscos y pescados fermentados se denominan “kimchi” en la República de Corea y son un elemento esencial en las comidas de todas las clases sociales y regiones del país. La práctica colectiva del “kimjang” –esto es, el modo de preparar y compartir colectivamente esas conservas– reafirma la identidad del pueblo coreano y ofrece una excelente ocasión para fortalecer la cooperación familiar. El “kimjang” recuerda también muchos coreanos lo necesario que es vivir en armonía con la naturaleza. La preparación de las conservas se ajusta a un ciclo anual. En primavera, las familias se proveen de camarones, anchoas y otros pescados, los salan y los hacen fermentar. En verano, compran la sal para preparar la salmuera, y al final de esta estación ponen a secar pimientos picantes y los muelen. A finales del otoño llega la época del “kimjang” y las comunidades preparan y comparten colectivamente grandes cantidades de “kimchi”, a fin de que cada hogar tenga suficientes reservas para pasar el largo y riguroso invierno. Las amas de casa siguen con atención las previsiones meteorológicas para determinar en qué fecha la temperatura será más propicia para preparar las conservas. La costumbre de intercambiar conservas entre las familias ofrece una oportunidad para compartir técnicas e ideas nuevas sobre su elaboración y hacer acopio de recetas. Este elemento del patrimonio cultural inmaterial presenta variantes regionales. Los métodos e ingredientes específicos utilizados en las preparaciones se consideran un importante legado familiar, que suelen transmitir las suegras a sus nueras recién casadas. (UNESCO/BPI)
El “nongak” es un arte escénico popular que tiene su origen en rituales comunitarios y diversiones rurales. Con el tiempo se ha convertido en un arte escénico representativo de la República de Corea: músicas interpretadas por conjuntos de percusionistas, procesiones y cortejos, danzas, representaciones teatrales y números de acrobacia y malabarismos. Vestidos con indumentarias coloridas, los intérpretes locales de este arte ejecutan músicas y danzas en eventos comunitarios con diversos fines: apaciguar a los dioses, ahuyentar a los espíritus maléficos, impetrar buenas cosechas en primavera y celebrar su obtención en las fiestas de otoño, y recaudar fondos para la realización de proyectos comunitarios. Hay cinco estilos regionales distintos del “nongak” que corresponden, en general, a otras tantas aéreas culturales. Dentro de cada región se dan variantes de un pueblo a otro, especialmente en lo que respecta a la composición de los conjuntos musicales, el estilo de las representaciones, los ritmos y los vestidos. Las danzas son interpretadas por grupos coreográficos y comprenden bailes con cintas. Los actores teatrales llevan máscaras y vestimentas peculiares e interpretan sainetes divertidos. Los números de acrobacia y equilibrismo comprenden juegos con platos chinos y payasadas ejecutadas por niños izados a hombros de artistas adultos. El público se familiariza con la práctica del “nongak” asistiendo a las representaciones y participando en ellas. Por su parte, los grupos comunitarios y los centros docentes desempeñan un papel importante en la enseñanza y transmisión de sus diversos componentes. El “nongak” contribuye a fortalecer la solidaridad y la cooperación en el seno de las comunidades, así como a crear un sentimiento de identidad común entre los miembros de estas. (UNESCO/BPI)
En países del Asia Oriental y Sudoriental con culturas emanadas de sociedades tradicionalmente cultivadoras de arroz, se practican ritos y juegos de tiro de cuerda para propiciar cosechas abundantes y prosperidad. Estas prácticas culturales, que señalan el comienzo de un nuevo ciclo agrario, contribuyen a fomentar la solidaridad y la diversión entre los miembros de las comunidades. Muchos de esos ritos y juegos poseen también un hondo significado religioso. En la mayoría de las variantes del tiro de cuerda contienden dos equipos, que tiran de los dos extremos de una soga tratando de llevarla hacia su lado. El juego, intencionalmente, está desprovisto de carácter competitivo, lo que evita toda exaltación de la victoria o la derrota de los participantes. Así, se hace hincapié en que se trata de una práctica tradicional destinada a promover el bienestar de las comunidades y se recuerda a sus miembros la importancia que tiene la cooperación mutua. En muchos juegos de tiro de cuerda se pueden observar huellas de antiguos ritos agrarios que simbolizan fuerzas de la naturaleza, como el sol y la lluvia, e incorporan elementos mitológicos o ceremonias de purificación. Los ritos y juegos de tiro de cuerda se suelen organizar ante los ayuntamientos o los templos de los pueblos y suelen ir precedidos por la celebración de ritos conmemorativos en honor de las divinidades locales. Los ancianos del pueblo desempeñan un papel activo en la dirección y organización de los jóvenes, tanto en lo que respecta a la práctica del juego como en lo referente a la celebración de los ritos que lo acompañan. Los ritos y juegos del tiro de cuerda sirven también para reforzar la unidad, la solidaridad y el sentimiento de pertenencia e identidad entre los miembros de las comunidades. (UNESCO/BPI)[19]
En la isla de Jeju (República de Corea) hay una comunidad de buceadoras (haenyeo) que se gana el sustento sumergiéndose en el océano hasta alcanzar diez metros de profundidad, sin máscaras de oxígeno, con objeto de pescar mariscos como abulones o erizos de mar. Algunas de esas mujeres son octogenarias. Excelentes conocedoras del mar y la vida marina, pescan unos tres meses al año durante siete horas diarias, conteniendo su respiración durante un minuto cada vez que sumergen y emitiendo un sonido único en su género cada vez que salen a la superficie del agua. Hay establecidas tres categorías de haenyeo, en función de su grado de experiencia: las hagun, las junggun y las sanggun. Estas últimas son las más experimentadas y aconsejan a las demás. Antes de zambullirse, las buceadoras dirigen una plegaria a Jamsugut, la diosa del mar, impetrando de ella un buceo sin riesgos y una pesca abundante. Las prácticas y conocimientos sobre esta pesca submarina tradicional se trasmiten por intermedio de las familias, la escuela, las cooperativas pesqueras locales que poseen derechos de pesca, las asociaciones de buceadoras y su escuela de formación, y el Museo de las “Haenyeo”. El gobierno provincial ha proclamado que la práctica cultural de las haenyeo constituye uno de los símbolos de la idiosincrasia y el espíritu de la población de la isla de Jeju y contribuye a mejorar la condición de la mujer en la comunidad, la participación de las comunidades en la gestión de las actividades pesqueras y la conservación del medio ambiente gracias a sus métodos ecológicos. (UNESCO/BPI)[20]