Agrarismo (México)

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El agrarismo en México desempeñó un papel significativo antes, durante y después de la Revolución mexicana, como movimiento de carácter político y social que demanda una justa distribución de la tierra.

Evolución

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El agrarismo mexicano se consolidó en el marco de las luchas de la revolución que dieron lugar a la promulgación de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, uno de cuyos artículos creaba las bases para la reforma agraria.[1]

El movimiento tenía como eje principal la lucha por la reivindicación de los derechos a la tierra, entonces en manos de latifundistas, y tuvo su expresión en el Plan de Ayala,[2]​ que proponía la expropiación de las tierras y la creación de unidades productivas comunitarias para ser distribuidas entre los grupos de campesinos.[3]​ En ese contexto, la consigna “La Tierra es para quien la trabaja” fue un lema del zapatismo.[4]

Al comenzar a elaborarse los cambios respecto del régimen latifundista hacia un nuevo sistema de tenencia de la tierra, se plantearon dos modelos posibles: la distribución en forma de "pequeña propiedad" o la creación de ejidos de tenencia comunal. Este último enfoque fue el que prevaleció.[5]

Durante los gobiernos de Venustiano Carranza, Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, el agrarismo mexicano abandonó la lucha armada y desarrolló diversas experiencias sociales y políticas, entre ellas la conformación de la Confederación Campesina Mexicana, a la que siguió la Confederación Nacional Campesina.[6]​ Durante el sexenio de mandato de Lázaro Cárdenas, se produjo la aceleración en la distribución de las tierras, además de modificaciones en cuestiones vinculadas al crédito, la mejora tecnológica y la gestión de las unidades ejidales.[7]​ En este período, se repartieron 20 millones de hectáreas entre aproximadamente un millón de campesinos, con el objetivo de lograr superar la línea de la producción de autoconsumo, alcanzar excedentes que permitieran abastecer el mercado interno y eventualmente, obtener saldos exportables.[8]

El agrarismo tuvo una faceta radicalizada, —surgida de las luchas e ideales de Villa y Zapata—, que impulsaba la independencia del movimiento campesino de las decisiones que pudieran tomarse desde el gobierno federal. Úrsulo Galván, Primo Tapia y José Guadalupe Rodríguez Favela fueron algunos de sus líderes.[9]
En forma paralela, algunas organizaciones como la Asociación Católica de la Juventud Mexicana fundada por Bernardo Bergöend, se oponían a las políticas agraristas por considerar que respondían al modelo político socialista bolchevique.[10]

Véase también

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Referencias

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  1. Eduardo Torres Alonso (2018). «La Constitución de 1917: de la reforma agraria al desarrollo rural sustentable». Entre Diversidades. Revista de ciencias sociales y humanidades (10): 219-224. doi:10.31644/ED.10.2018.r02. 
  2. Arturo Warman. «La reforma agraria mexicana: una visión de largo plazo». FAO - Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. 
  3. Eladio H. Cornejo Oviedo (Julio-diciembre de 2011). «El Agrarismo en el Siglo XXI». Revista Mexicana de Agronegocios 29: 625-626. ISSN 1405-9282. 
  4. «Significado de La tierra es de quien la trabaja». Cultura Genial. 
  5. Eitan Ginzberg (Octubre-diciembre de 2019). «Renunciar a un ideal revolucionario: el debate en torno a la naturaleza privada y comunal de la reforma agraria mexicana». Historia mexicana 69 (2). doi:10.24201/hm.v69i2.3974. «El artículo explica cómo fue que se anuló el ideal de las pequeñas propiedades, contenido en el artículo 27 de la Constitución mexicana, y se sustituyó esencialmente con el modelo comunal o compartido del ejido. El principal argumento es que la razón para el abandono de la opción agraria de la pequeña propiedad fue la división estatutaria del poder en cuestiones agrarias establecida en el artículo 27, que confiaba la responsabilidad de la reforma comunal del ejido al gobierno central, y la responsabilidad de la reforma de la pequeña propiedad a los estados federados. El centro político no aceptó este arreglo, pues temía perder su liderazgo en la conducción del agrarismo mexicano.» 
  6. Armando Bartra (2003). «De rústicas revueltas: Añoranza y utopía en el México rural». En John D. Vargas Vega, ed. Proceso agrario en Bolivia y América Latina. Bolivia: Plural. pp. 235-236. ISBN 99905-75-30-4. 
  7. Yoer Javier Castaño Pareja (Mayo/agosto de 2014). «Estrategias de fomento y desarrollo de la actividad agropecuaria durante el sexenio cardenista. El papel desempeñado por el Banco Nacional de Crédito Ejidal, 1934-1940». Secuencia (89 México). ISSN 2395-8464. 
  8. «El Cardenismo y su influencia en el modelo agropecuario del Gobierno de México». Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural - Gobierno de México. 
  9. Irving Reynoso Jaime (2020). El agrarismo radical en México: una biografía política de Úrsulo Galván, Primo Tapia y José Guadalupe Rodríguez. Universidad Autónoma del Estado de Morelos. ISBN 978-607-549-199-8. 
  10. Ariadna Guerrero Medina (2017). «El movimiento campesino de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana (ACJM), 1934-1958». Pensar las derechas en América latina, siglo XX Session 3 – Derechas y religión. doi:10.4000/nuevomundo.70564.