La organización de Argentina 1990 fue controvertida y criticada. El país sudamericano se encontraba envuelto de una crisis hiperinflacionaria y malestar social generalizado, que, a falta de solo meses de la realización del evento, puso en duda si Argentina estaba en condiciones de albergar o no el campeonato. Ante esto, terminó interviniendo el entonces presidente Carlos Menem, quien enviando una carta a la FIBA, reconfirmó la organzación argentina del evento. Sin embargo, Argentina terminó recibiendo duras críticas por parte de las delegaciones participantes, quienes alegaron una infraestructura deficiente y problemas de telecomunicación, dejando al descubierto la falta de inversión hecha para el evento.[1]
Este torneo se le denomina coloquialmente «el último mundial del viejo mundo» ya que se trató de la última edición en la que participaron las selecciones de Yugoslavia y la Unión Soviética antes de sus respectivas disoluciones. Dadas las tensiones crecientes que habían comenzado en la URSS, el combinado soviético conformó su plantel sin jugadores de RSS Lituania. La final, disputada en el Luna Park de Buenos Aires, terminó con triunfo yugoslavo 92-75 sobre los soviéticos, obteniendo su tercer título mundial.[2]
Argentina 1990 fue el primer torneo FIBA en el cual se permitió la participación de jugadores NBA (salvo para aquellos de nacionalidad estadounidense), con la condición de encontrarse al momento del torneo jugando en dicha liga y que hayan completado al menos una temporada jugando en dicha competición.